Por Alver Metalli
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La metáfora era más que adecuada a las circunstancias y la persona a quien se refería: el cardenal Angelo Amato, search Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, la utilizó en la homilía solemne en la plaza Salvador del Mundo, al referirse al nuevo beato Monseñor Romero, como “una estrella brillante que ilumina el firmamento del espiritual de América”.
Una metáfora, por supuesto, para enfatizar el ejemplo a todos los creyentes del nuevo beato y a sus seguidores en América. Una metáfora que ahora se tiñe de verosimilitud al encontrar en la página web Super Martirio de Carlos Colorado que un asteroide fue dedicado al nuevo beato salvadoreño.
El nombre del cuerpo celeste con el nombre del obispo mártir, antes conocido como “13703 (1998 OR13)” desde su descubrimiento se anunció a finales del pasado mes por el Comité de Nomenclatura de Pequeños Cuerpos de (CSBN) de la Unión Astronómica Internacional mediante la publicación en el Minor Planet Circulares con fecha de 29 de agosto.
Y no hay ninguna casualidad en el “bautismo astral” de la estrella con el nombre de Romero. Una página en el sitio del Laboratorio de Propulsión de Cohetes de la NASA confirma que 13703 Romero fue nombrado en memoria de su arzobispo asesinado y beatificado por el papa Francisco.
Desde el sitio de noticias Super Martyrio, siempre atento a la vida y muerte de Romero, contacté con el Coordinador de Relaciones Públicas en el Observatorio del Vaticano, el jesuita Guy Consolmagno, quien describió el anuncio como “fascinante”, pero negó cualquier participación del instituto de investigación astronómica dirigido por el Vaticano en el nombre elegido para el asteroide.
El descubrimiento del cuerpo celeste que ahora lleva el nombre del beato salvadoreño se atribuye a Eric Walter Elst, astrónomo belga, que trabaja en La Silla, Chile, el 26 de julio de 1998. La distancia actual del asteroide Romero de la tierra se estima en 3.457 unidades astronómicas (UA) o 517,159, 837, 000 km aproximadamente.
No hay riesgo de impacto en nuestro planeta, aseguran los astrónomos, excepto el de la santidad.