Hugo Fajardo Cuéllar *
Treinta años han pasado desde que se llevó a cabo El 11 de noviembre de 1989, la “Ofensiva Guerrillera” que fue lanzada por el histórico movimiento político militar del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), contra el Gobierno y la Fuerza Armada de aquel entonces. Dicha ofensiva se denominó: “Ofensiva hasta el tope: Febe Elizabeth Velásquez, vive”, en honor a esa mujer sindicalista que días anteriores murió junto a otros compañeros a consecuencia de una bomba colocada por los escuadrones de la muerte en el local de la Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS).
La ofensiva se realizó en el marco de la guerra civil que durante los años ochenta se desarrolló en El Salvador, y tuvo como objetivo esencial desmontar el militarismo y el autoritarismo de los gobiernos dictatoriales de aquella época, mediante una victoria militar o presionar al Gobierno a dialogar para firma los Acuerdos de Paz, de no lograrse el primer objetivo. Esa ofensiva lanzada por el FMLN tuvo como resultado principal demostrar a la comunidad internacional la capacidad militar que en ese entonces tenía la guerrilla del FMLN y generar las condiciones para la firma de los Acuerdos de Paz, en enero de 1992.
Paradójica o contradictoriamente esa ofensiva lanzada por dicha fuerza guerrillera, se revierte después de treinta años pos Acuerdos de Paz, mediante una ofensiva electoral contra los dos grandes partidos mayoritarios de El Salvador: ARENA y FMLN, en febrero de 2019, ya que por primera vez en la historia electoral después de los Acuerdos de Paz, el pueblo sentencia con un voto de castigo y rechazo a la continuidad en el control del gobierno del FMLN, el cual después de gobernar por diez años el país, se alejó de la esperanza que las grandes mayorías depositaron en el a partir del 2009, cuando por primera vez la izquierda gana las elecciones presidenciales en El Salvador.
Aunque parezca ilógico comparar ambas ofensivas, pero es necesario reflexionar a la luz del título de este artículo, cómo es posible que de una ofensiva guerrillera lanzada contra el régimen político militar del gobierno de aquella época por un FMLN guerrillero, se halla pasado a una ofensiva electoral contra él mismo, como partido político en el gobierno de El salvador en febrero de 2019. Es decir, pareciera que la historia marcha al revés, cuando después de muchos años de lucha revolucionaria y lucha electoral que generó dos periodos de gestión gubernamental todo se desmorona como espuma, cuando llega la ofensiva de signo invertido, que es la ofensiva del pueblo en las urnas contra el mismo partido que generó en las mentes y corazones de las grandes mayorías la esperanza en el verdadero cambio.
Esa paradoja o contradicción tiene muchas causas, entre las cuales cabe destacarse, la pérdida de confianza y la desilusión de la mayoría de ciudadanos votantes al ver que después de diez años de gestión de un gobierno de izquierda que era su última esperanza de verdaderos cambios, después de haber sufrido veinte años de corrupción y saqueo de los gobiernos de ARENA, tal situación no se hizo realidad, dado que los pequeños cambios observados fueron opacados por la falta de voluntad política de muchos miembros de la cúpula partidaria, que lejos de servir y trabajar junto a su pueblo terminó sumida en la burocracia y en los privilegios para unos pocos que provee el sistema de dominación y exclusión capitalista.
Desde la ofensiva guerrillera de 1989 tuvieron que pasar veinte años para que la lucha política electoral del FMLN, diera como fruto el primer gobierno de izquierda en El Salvador con la victoria del candidato Mauricio Funes Cartagena, en el año 2009 (actualmente exiliado en Nicaragua e investigado por supuesto enriquecimiento ilícito) y cinco años después en el año 2014, la victoria en segunda vuelta del candidato Salvador Sánchez Cerén, período que cierra con un saldo negativo ante la dificultad de profundizar los cambios y los conflictos internos del partido, por la expulsión de Nayib Bukele. Es decir, se da un derrumbe del partido FMLN, con lo que aquí hemos denominado “la ofensiva electoral del 2019 en El Salvador”.
Dicha ofensiva se produce en un contexto sociopolítico marcado principalmente por el coraje de la ciudadanía votante ante un gobierno del FMLN que a la vuelta de diez años de gestión, no logró impulsar los verdaderos cambios que de alguna manera respondieran a las expectativas de las grandes mayorías respecto a la mejora de su calidad de vida; además por el repudio al partido ARENA, por sus grandes escándalos de corrupción, y defalco financiero del Estado, sobre todo los realizados por sus dos últimos presidentes, Francisco Flores y Elías Antonio Saca, de tal manera que se puso de moda la consigna popular: “ni ARENA ni el FRENTE, Nayib presidente”.
Pero la figura de ese nuevo líder político no surge de la nada, sino que tiene su antecedente inmediato en la corta pero bien aprovechada experiencia política que Nayib Bukele, un joven empresario millonario, adquiere cuando por primera vez se filtra como candidato a alcalde del FMLN por Nuevo Cuscatlán, para el periodo 2012-2015, ganando dicha alcaldía y gobernando exitosamente, lo cual le generó créditos para después convertirse en alcalde de San Salvador, por el mismo partido durante el período 2015-2018, gestión que también según las encuestas realizó de manera exitosa.
Pese al liderazgo y buen trabajo como alcalde, Bukele es expulsado del FMLN en octubre de 2017. Esa situación sumada a la experiencia y la astucia política del joven Bukele, lo llevó a proclamarse candidato a la presidencia de la República y convertirse en el virtual ganador de las elecciones presidenciales de febrero de 2019. Ya convertido en presidente de la República, Bukele afirmó en su discurso de toma de posesión que: “Hoy ustedes decidirán como quieren ser gobernados, Hoy tendremos un gobierno del pueblo y para el pueblo” (discurso del 1 de junio de 2019).
Finalmente hay que decir, que desde la ofensiva guerrillera de noviembre de 1989 hasta la ofensiva electoral de febrero de 2019, El Salvador sigue transitando después de tres décadas por un proceso social político y económico de incertidumbre exclusión y marginación de las grandes mayorías, ya que a cinco meses que al momento (09-11-19) lleva el gobierno de Bukele, aún no se ven señales claras de superación de tal situación y aunque la gestión de “Nuevas Ideas”, algunas cosas buenas está generando, pero los cambios radicales que se necesitan para en verdad profundizar la democracia y la justicia social y económica para todo el pueblo, aún no se han iniciado.
Habrá que esperar si durante los cinco años que quedan por delante se pasa del discurso a los hechos, porque de lo contrario podría darse la posibilidad de una nueva ofensiva electoral contra el actual gobierno.
*Sociólogo, abogado y notario, docente de la Universidad de El Salvador, secretario general del Comité Local de la Asociación de Académicos de la Universidad de El Salvador (ASAUES), en la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, período: 2019-2021.