Chencho Alas
La pregunta que me hago, unhealthy que preocupa a la mayoría de la población, patient es la siguiente: ¿Cómo construir la paz en un país pequeño que ha sido tomado por la violencia de las maras, order del crimen organizado? ¿Qué haría yo si fuera presidente y tuviera una Asamblea Legislativa consciente del papel que le corresponde jugar como fuente de soluciones legales y una Corte Suprema de Justicia que deja a un lado la politiquería y se dedica a la “justicia”?
Me parece que la respuesta tiene que ser múltiple y venir de muchas instituciones que quieren construir la paz sobre cualquier interés personal o de grupo.
Lo primero de todo trabajaría por tener una policía nacional civil que tenga una visión clara de la misión que le toca llevar adelante, que va más allá de la seguridad y prevención del delito. La policía es una pieza central en la construcción de la democracia, en el aseguramiento del orden económico. La misión de cada policía es ser constructor de paz en su país, lo que requiere una ética a toda prueba. Tiene que estar inmerso en la comunidad, debe conocerla a fondo, debe ser un amigo de sus habitantes y al mismo tiempo un maestro enseñándole el buen vivir.
Me inspiraría en el modelo “PREVENTIVO-PROACTIVO-COMUNITARIO” de la Policía Nacional de Nicaragua, “un modelo Policial Comunitario Proactivo profundamente conectado con la comunidad y sus expresiones organizativas, en permanente revisión desde la comunidad y para la comunidad.” Un modelo “sistémico y articulador de la prevención policial, estatal y social, asentado en una inmensa red que ya supera las cien mil personas organizadas, que de forma voluntaria trabajan día a día con la Policía Nacional. La fortaleza de la Policía Nacional de Nicaragua proviene fundamentalmente : 1. De su estrecha vinculación con la comunidad. 2. De los valores y principios éticos de sus hombres y mujeres 3. De la disposición sin límite de servir a su pueblo y entregar la vida por ello si fuese necesario” (Aminta Elena Granera Sacaza, Directora General de la Policía Nacional de Nicaragua).
Proveería a la policía del bagaje académico necesario a nivel universitario y de la logística para llevar a cabo su trabajo en todos los campos que le corresponden, para lo cual habría que aprobar un presupuesto acorde con su misión. Aboliría al ejército y su presupuesto pasaría a la policía. Actualmente el ejército tiene funciones policíacas que no le corresponden.
Le daría una participación muy especial a la educación comenzando con una mejor preparación de los maestros tanto en el campo académico como en el emotivo. Los maestros deben de ser modelos de vida intelectual y ética para los alumnos. Ofrecería capacitación especializada a los maestros que tuvieran interés de trabajar con niños y jóvenes organizados en maras o que se encuentran en riesgo de caer en las garras del crimen organizado. Este campo no se puede dejar en manos de personas que no se han preparado debidamente para ejercer una función no normal. No se trata simplemente de transmitir conocimientos de manera pedagógica sino de formar corazones y mentes que han perdido la sensibilidad humana.
Solicitaría de los religiosos de todos los credos y de las ONGs. su apoyo decidido a la inmensa tarea de construir la paz en un país que ha sido tomado por la violencia de la manera más despiadada. A los cristianos les recordaría la más bella de las bienaventuranzas de Jesús: “Bienaventurados los constructores de paz porque serán llamados hijos de Dios”. No concibo a un sacerdote, a un predicador de la Palabra, a un rabino que no tenga en el centro de su misión la construcción de la paz que es fruto de la justicia y del amor.
Desde luego, en el centro de esta inmensa tarea de transitar de la violencia a la paz están los padres de familia. Para desgracia nuestra, la familia no sale de la crisis en que ha caído. Muchos hogares, si se les puede calificar así, son escuelas de violencia, de crimen, de abandono. Los niños y niñas no tienen esperanza; se les ha robado la alegría, viven en la orfandad moral y emotiva. Desgraciadamente, los medios de comunicación de masas, particularmente la TV son fuentes de inspiración diabólica.
Por último, le repetiría una y mil veces a todos los ciudadanos por los medios disponibles la necesidad de incorporarse a todos los esfuerzos que se lleven a cabo para lograr la paz. El gobierno tiene su parte en esta tarea, un pequeño porcentaje, la mayor tajada le corresponde al pueblo unido, organizado por calles, por cuadras, por barrios, por ciudades, por caseríos y comunidades.
Una tarea como esta no se hace sin dinero. Habría que imponer impuestos a quienes los puedan pagar para financiar el proceso de paz. Estos mismos ya pagan a vigilantes, pero como lo hacen individualmente no tienen una estrategia de país para ponerle un alto al crimen y contribuir a la paz.
Debemos de tener bien claro que esta tarea es gigantesca, que no se logra de la noche a la mañana, que no se resuelve con cárceles y mano dura. Los que abogan por un General Martínez tienen que tener en claro que el dictador fue el mayor genocida de la historia de nuestro país, en 4 días fueron masacradas 30,000 personas, la mayoría indígenas.