A la hora de escribir este editorial aún no tememos claro, a ciencia cierta (científicamente hablando) que provocó la turbidez del agua servida por la Administración de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) en varias colonias de varios municipios del Gran San Salvador ni tampoco tenemos claro del por qué la falta del vital fluido en diferentes puntos del Gran Salvador.
Y es que el agua con sabor raro y color marrón que fluía de los chorros en algunos hogares del Gran San Salvador, provocó la denuncia ciudadana acompañada de diferentes expresiones que denotaban el descontento, tanto en las redes sociales, principalmente, así como en los reportajes de algunos medios de información.
En las redes sociales, aparentemente los seguidores del Gobierno, intentaron restarle crédito a la denuncia ciudadana, con el argumento que se trataba de dañar sin motivos al gobierno del presidente Nayib Bukele, y otros más atrevidos insinuaron que podría ser un “sabotaje” de los mismo de siempre, y hasta se atrevía a mencionar al FMLN.
En medio del debate de ideas en las redes, aparecieron funcionarios con respuestas rapidez pero sin convencer, y más de alguno hasta hizo broma del asunto; el presidente Nayib Bukele, el martes pasado, les hizo un pequeño guiño y los invitó a ponerle atención a la denuncia ciudadana.
El máximo dirigente de la ANDA, Frederick Benítez Cardona, por ejemplo, dijo que “el inconveniente del sabor y olor del agua en el AMSS ya fue solucionado”. Y agregó que se trató de “una proliferación de algas en el lempa provocó este fenómeno, que no es dañino para salud. Pero ya limpiamos la zona y la producción ya se normalizó”.
El dirigente de la ANDA no desaprovechó su intervención en una entrevista televisiva y de forma jocosa dijo que “el consumo del agua de chorro, incluso le había hecho rebajar de peso”.
Otro funcionario dijo que solo bastaba con hervir el agua y punto arreglado.
Y mientras los funcionarios decían que ya se había resuelto el problema -el de la turbidez- la gente, a las que le caía agua en sus hogares, se seguían quejando del problema.
El lunes por la noche, el presidente Bukele tocó el tema por primera vez, al informar por medio de un twitter que “Hemos encontrado la solución al problema de las algas en la planta potabilizadora de Las Pavas”. “El agua ya está libre de algas, toxinas, olor, sabor o colores extraños”. “Daremos conferencia mañana a las 7:00 p.m., en Casa Presidencial”.
Y en efecto, a las 8 de la noche del día siguiente el presidente Bukele informó en conferencia de prensa que ya se había resuelto el problema de la turbiedad del agua en algunas zonas del Gran San Salvador, y reiteró que el problema lo había ocasionado tres tipos de algas. Además anunció que había ordenado un plan para la distribución de agua potable a las colonias afectadas.
La explicación del presidente Bukele sobre la causante del problema seguramente no convenció a todos por igual, y seguramente generó otras dudas, pero fue importante la aparición del presidente para explicar el fenómeno.
Fue importante también que el presidente Bukele pidiera disculpas por la tardía actuación del Gobierno en la solución del problema. “Quiero pedirle una disculpa a los afectados. Como Gobierno debimos haber actuado más rápido. Gracias a Dios esto no pasó a más, pusimos nuestro mayor esfuerzo y logramos resolverlo, esto era algo que nunca había pasado y por tanto difícil de prever”, manifestó el mandatario.
Ante este problema o crisis, que repetimos, no está resuelto, o por lo menos requieren de mayores explicaciones, deja varias lecciones, a saber.
La primera, que deben ser los técnicos los que den las explicaciones, basados -claro está- en pruebas científicas. Debieron haber presentado las pruebas de laboratorio con las características de la muestra de agua con turbiedad y con una muestra luego del tratamiento del problema.
Segunda, que ante problemas serios, no se vale achacar a otros de la responsabilidad del mismo, si este no está acompañado de la prueba y la denuncia ante la autoridad competente.
Tercera, que ningún funcionario debe salir del paso mediante opiniones ligeras, ni mucho menos sarcásticas, pues eso no solo daña la imagen del funcionario, sino de la institucionalidad, además de que exponen la salud de los ciudadanos.
Cuarta, que el tema del agua es serio, y se necesita de entrarle a resolver con mucha responsabilidad. Por un lado, enfrentar la escasez, por el otro, la calidad del vital líquido.
Y, quinto, no rehuir a la crítica, ni mucho menos condenar a quienes se atreven a elevar su voz.