Rafael Lara-Martínez
(New Mexico Tech, and
[email protected])
Desde Comala siempre…
¡Oh polvo elemental que me ignoras!… Enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria…
0. La cuestión
En la lengua náhuatl-mexicana clásica, existe una neta distinción entre un sustantivo o nombre de una entidad —cal-li, “(ser)-casa”, por ejemplo— y un locativo, Mexi-co, “mexi-locativo” (etimología incierta, Karttunen, 145 y Launey, 57; pero “en el lugar del ombligo de la luna”, Andrews, 500), o bien cal-li contrasta con cal-pan, “dentro/en la casa”. Así sucede en muchos nombres de pueblos y ciudades de El Salvador, cuyo sufijo los clasifica como topónimos o sustantivos auto-locativos: isal-ku, “izalco”. También el locativo adquiere un sentido temporal: tuunal-ku, “verano, en el lugar/tiempo del sol”. Morfológicamente, se diferencia una “cosa/entidad”, por un sufijo absolutivo, de un “lugar”, por un sufijo locativo (Andrews, Laubay, Lockhart, 2001 y Sasaki).
Acaso esta categoría gramatical —entidad-locativo— centralizaría la atención que una perspectiva latino-céntrica traspone al buscar la diferencia del género y la del plural. Si el género ni el número existen en el artículo definido y el adjetivo ingleses —a veces tampoco en el verbo— menos aún se perfilaría lo castellano en el náhuat-pipil. Para una entidad, este mismo argumento —distinta categoría nominal— lo reitera la distinción entre el absolutivo —aa-t, “agua”— y la doble posesión, nu-aa-w, “mi agua” y nu-aa-yu, “mi jugo/líquido (inalienable)”, esto es, “mi secreción”. Para le lengua clásica, desde la Colonia se sabe que si “hay nombres que no pueden estar” sin un posesivo, “hay otros nombres que no se pueden juntar” a tal categoría (Olmos, 25), por ejemplo, noaxca, “mi propiedad”, empero, no existe el posesivo de Metztli, “luna”, ni de “los nombre de ídolos, pueblos, ríos y nombres propios”. . En contraste, el cuadro siguiente recapitula algunas categorías gramaticales del sustantivo.
Sustantivo
Castellano Náhuat-pipil
Género – Número Absolutivo – Posesivo(s) – Locativo(s) – Vocativo
No-predicativo Función predicativa,
— Omni-predicativo (toda palabra es una oración completa, i.e, kal/calli, “es (una) casa/son casas”)
Concentrándose en la categoría gramatical del locativo —inexistente en castellano— a continuación se explica su empleo peculiar como complemento adjunto, suplementario de un verbo. Esta neta distinción de categorías gramaticales —género y número en castellano; absolutivo, posesivo(s), vocativo y locativo(s) en náhuatl-mexicano y náhuat-pipil— convida a establecer una diferencia tipológica radical en la declinación del sustantivo entre las lenguas romances y las lenguas nahuas.
0. I. Del movimiento y la estación
Para expresar el movimiento hacia o desde un sitio, los verbos ejemplares son “ir” (à|) y “venir” (|à), los cuales se conjugan comparativamente en el presente a continuación en (1) y (2). El primero expresa un movimiento prospectivo; el segundo, otro retrospectivo, tal cual lo explicitan las flechas anteriores.
(1)
Presente de “ir”
náhuatl-mexicano náhuat-pipil
niyãuh tihuî(h) niyaw(i) tiyawit
tiyãuh anhuî(h) tiyaw(i) anyawit
yãuh huî(h) yawi yawit
(Andrews, 96, Launay, 52 y Karttunen, 331; además de la vocal larga /ã/ o corta /a/, nótese la distinta terminación singular y plural, -t en náhuat-pipil).
(2)
Presente de “venir”
nihuîtz tihuîtzê niwiits tiwiitset
tihuiitz anhîtzê tiwiits anwiitset
huîtz huîtzê wiits wiitset
(Launay, 52; Karttunnen, 90 y Andrews, 93; ante todo, las lenguas difieren en la manera de expresar el plural).
Como los locativos se caracterizan por una terminación que los identifica, no requieren ninguna marca adicional en la oración. A justo juicio, son auto-locativos. Por ello, al anteceder un verbo de estación (-||-) o de movimiento, se hallan desprovistos de toda partícula introductoria, es decir, de aquello que una gramática indo-europea llamaría “preposición”, cuya presencia se vuelve obligatoria en la glosa hasta opacar el original. “Casi todo indicio de dirección en el movimiento la contiene el verbo” (Lockhart, 116).
(3) Mexìco ninemi “vivo en México”
(4) Mexìco niyãuh “voy a México” (Launay, 52 y Andrews, 512; para un ejemplo castellano colonial, véase Lockhart, 1991: 116: “Coaticpac estã” y Lockhart, 2001: 24, para ejemplos similares como Xochimilco niyãuh).
Además, por esta misma característica auto-locativa —adverbial diría una gramática castellana— no pueden cumplir la función de sujeto ni de predicado. De este segundo axioma se deriva (5) (Launay, 52 y Lockhart, 2001: 24). “El nombre de un lugar se identifica a una oración nominal nuclear adverbial” (Andrews, 493).
(5) Mexìco nitlatta en México veo algo
(mexi-locativo yo-algo-ver)
No se ve México, sino se mira algo en México, por la misma lógica que el castellano expresaría “aquí veo algo (raro)” en vez de “veo (el) aquí (raro)”. Andrews distingue un rasgo topográfico —Tepzõlatl, “nombre de un río”— del locativo mismo, Tepzõlac, “en el río de dicho nombre” (495), de igual manera que se diferencia el locativo, Mexìco, del gentilicio, mexìcatl (idem.: Lockhart, 2001: 24, Coatepetl vs. Coatepec). El rasgo topográfico y el gentilicio poseen un sufijo absolutivo, -tl, como si se tratase de una “cosa/entidad”; el locativo, un sufijo, -c(o), que lo identifica como tal. Asimismo se separa Mic-tlãn-tli, “es el inframundo”, de Mic-tlãn, “es(tá) en la región del inframundo/muertos”, otro locativo (Andrews, 497). Habría una doble distinción, morfológica, el sufijo terminal y un posesivo, y sintáctica, el comportamiento en la oración (Sasaki, 290). Nuj-nu-iix, “(son) mis ojos”, nu-iix-pan, “es(tá) ante mí (mi-ojo-locativo)”, tal cual el uso del plural en la primera expresión náhuat-pipil por reduplicación del adjetivo posesivo nu-, “mi”.
Por la exigencia auto-locativa, se requiere el uso de un demostrativo —“aquí”, lugar donde está el hablante, o bien “ahí”, lugar donde no está el hablante— para establecer distinciones en la orientación del predicado hacia o desde un lugar.
(6) nican Mexìco huîtz aquí a México viene
(7) õmpa Mexìco huîtz ahí de México viene.
(Launay, 55; y Sasaki, 294, para ejemplos adicionales: quimihcalqueh … in nicãn Mêxihco, “pelearon aquí en México”; cholohqueh Mêxihco, “huyeron de México”).
Sasaki adopta la terminología de “neutralidad direccional (path neutrality)” para caracterizar el náhuatl-mexicano, y “marco verbal radical (radically V-framed)” para las lenguas de la familia maya, aún más centradas en el núcleo verbal como palabra-oración. En esta familia también existe una falta de “diferenciación entre inicio (|à), término (à|) y localización (-||-) fuera de” la “raíz verbal” (Bohnemeyer, s/p). Queda por determinar si se trata de una tendencia tipológica del área mesoamericana, tal cual lo nombres relacionales a explicar en seguida, como sustituto de las preposiciones (Campbell, Kaufman y Smith-Stark, 1986).
0. II. El enunciado lógico
Para la lengua centroamericana, el uso de demostrativos no sólo lo reiteran los documentos coloniales, sino su empleo permanece vigente en el idioma coloquial del presente antes de la preposición locativa “en” y de otras similares, i.e., “aquí en…”; “ahí en…”, tal cual en (6) y (7). La falta de preposiciones en el náhuat-pipil resulta un fenómeno incomprendido, tanto que J. R. Andrews (444) habla de “respuesta etno-céntrica” al imponer categorías indo-europeas a las lenguas indígenas. Por ello, en (8), documento colonial centroamericano, no existe preposición alguna, sino un demostrativo que localiza el pueblo en el lugar del hablante.
(8) tewantin alcaldes iwan regidores nikan chimanit San Domingo Mixco
nosotros los alcaldes y regidores aquí (en el) pueblo Santo Domingo Mixco (León Portilla, 44 y Lockhart, 116, “la omisión de “en” con los toponímicos en los textos” coloniales).
Asimismo, en el ejemplo (8) anterior i-wan, se traduce como la conjunción “y”, pero de antecederle el posesivo de la primera persona ø-nu-wan, “es mi compañía; está conmigo”, funcionaría a semejanza de la preposición “con” en castellano, tal cual siempre se glosa (Lockhart, 17, existe “poca distinción entre conjunción y adverbio”). Esta equivalencia inusitada —“conjunción (y; se añade)” y “preposición (con)”— implica una distinción tajante entre las categorías gramaticales del náhuat-pipil y las del idioma que, por su traducción, le sirve de referencia. No en vano, en la lengua clásica, de -huãn, “junto y en compañía de otro”, se deriva huãnti, “le convida, le invita” (Karttunen, 81), al igual que huãmpoh, “prójimo, compañero” (Andrews, 447 y Siméon, 743) y la relación entre ne-huãn-tin, “ambos están juntos” (Andrews, 448), y los pronombres independientes, ye-huãntin, “ellos” (Launay, 43). Para las lenguas mesoamericanas, el término clave es el de nombre relacional, tal cual lo explicita la glosa literal anterior para “con, y”, el cual funciona como un predicado bivalente, es decir, posee dos argumentos: X [ser/estar-compañía de] Z.
Por un artículo precedente —“Breviario gramatical náhuat-pipil”— se recuerda que casi todas las palabras funcionan como predicado y, por tanto, -wan y los otros nombres relacionales a ilustrar también lo son (véase: Apéndice para un listado parcial). Esta característica tipológica se llama omni-predicación, la cual parece ser un rasgo común de la familia yuto-nahua/azteca (para la rama norteña, véase Seiler). Por ella, la oración ti-yaw ø-nu-wan, “vas conmigo”, literalmente se glosaría “tú vas, es mi compañía”. Se trata de dos oraciones yuxtapuestas en secuencia lógica, paratáctica, donde el sujeto vacío e impersonal /ø/ de la segunda oración remite por correferencia directa a la primera. Sea entonces (9) la formulación lógica de tal enunciado dual:
(9) (X – Yp)a – (X a – Z – Y)
donde X – Z = Argumentos + Y = Predicado. El subíndice /a/ marca la correferencia; el subíndice /p/ la prospectividad del primer predicado, “ir” (correferencia = dos o más expresiones que indican un mismo ente). “La representación del movimiento” —el paso del hecho a la lengua— no presupondría que “todo escenario pueda” simbolizarlo una sola oración simple” en la mayoría de las lenguas del mundo (Bohnemeyer, s/p).
Además, la oración relacional semeja la posesiva ya que ambas presuponen la existencia obligatoria de dos argumentos para explicar la idea misma de relación o de posesión. Por tanto, la traducción canónica de ø-ia-weyka ne siwata, “el cuerpo de la mujer”, traiciona su contenido gramatical pleno que literalmente dice “es-sua-cuerpo la que es mujera”, de igual manera que ø-ia-nawa-k ne ø-i-xuleyua se glosaría “es-sua-cerca/junto el que es-su-esposoa”, si se desea entender la estructura sintáctica náhuat-pipil en vez de adaptarla a la castellana, “junto/cerca de su esposo”.
La fórmula lógica (9) explicita la cohesión por correferencia entre ambos términos de la ecuación, marcada por el subíndice /a/. Asimismo, la fórmula señala el carácter prospectivo (à|), el subíndice /p/, o bien retrospectivo (|à), subíndice /r/, de un verbo de movimiento opuesto; en su defecto, /e/ de estación. Este último rasgo direccional resulta tan esencial como señalar la mono-valencia de un verbo intransitivo (X – Y = Ni-Choka = Yo-llor(o)), o la bivalencia obligatoria del transitivo (X – Z – Y = Ni-ki-Kwa = Yo-lo/a-Com(o)). Con esta explicación previa, en seguida se revisa un conjunto de oraciones náhuat-pipiles para ejemplificar el uso de dos partículas, llamadas “preposiciones”, y de dos nombres relacionales que acompañan a los verbos de movimiento y de estación (sobre el desarrollo de preposiciones, véase: Lockhart, 15-17: en “la etapa 3” de la Colonia, “1640-50”, el náhuatl-mexicano comenzó a aceptar preposiciones” afectando “la sintaxis”).
I. Los locativos
Si por la omni-predicación cada palabra se hace oración simple —ø-kal, “es (una) casa”— en contrapunto, por la complejidad del verbo toda conjugación se hace oración compuesta: nikikwa, “me lo como”. Las supuestas frases nominales suplementarias a la palabra —oraciones también— parecen yuxtaponerse más que subordinarse y se cohesionan por la correferencia formulada en (9): ø-kia-kwa [ne ta-kwa-l]a, “él/ella-la-come, la que es comida”. Interesa reiterar que cada palabra verbal muestra una constelación o aleph borgeano de cuya proyección surge un complejo nudo de relaciones gramaticales internas: nominativo-acusativo-kwa. Estas subordinaciones interiores no se expanden hacia las frases aledañas —inexistentes en verdad— como se esperaría de un modelo indo-europeo que marca las diferencias de caso en tales sintagmas anexos al verbo. Tal cual el aleph, la palabra verbal es un universo en sí, un sistema solar con sus propios satélites. Si se prefiere una terminología técnica, el aleph borgeano corresponde sino al “marco verbal radical” de Sasaki, al menos a un “marco verbal restringido”, lo que en inglés técnico se llama un “head-marking language”.
No en vano, los nombres relacionales —los cuales corresponden a las preposiciones de las lenguas occidentales— a menudo no marcan una distinción entre el movimiento retrospectivo (à|), la permanencia misma (-||-) y el prospectivo (|à) (véase “Apéndice”, para una lista parcial de estos nombres relacionales). Le atañe al esquema nocional del verbo señalar toda distinción. A esta característica Schultze-Jena (45) la llama “bipolaridad”, ya que no apunta hacia “ninguna dirección […] sino un punto fijo neutral de movimiento”. De mantener el principio de omni-predicación, esta indiferencia resulta del carácter oracional mismo de la supuesta frase preposicional, tal cual se formula en (9). A continuación se examinan las partículas tik y ka, en primer lugar, y dos nombres relacionales: -chan e ijtik, en seguida.
I. I. Las partículas tik y ka
En náhuat-pipil, la “preposición” tik marca un “punto fijo neutral de movimiento” cuya estación, prospectividad o retrospectividad se recupera por el valor actancial del verbo, tal cual lo indican las flechas y barras en las oraciones siguientes (Campbell: tik, “en, de” (505)). Nótese que la traducción de Campbell no distingue entre la estación /en/ y el movimiento prospectivo /de/ que, por el principio de omni-predicación, se interpretaría como una oración en sí.
(10) ka ø-k-ix-tia pukti tik i ten
donde (hacia fuera el volcán) saca humo de su boca (|à)
donde él/ella-lo/la-salir-causativo humo nombre relacional su-boca
(donde él/ella-hace salir humo, es de/a, es su boca).
(11) ume ø-kuj-kunet ø-kupankis-ket ajku tik se ø-kwawit
dos niños subieron dentro de un árbol (à|)
dos reduplicación-niño ellos/ellas-subir-pretérito/plural arriba nombre relacional un árbol
(12) ø-nech-tilan tik ni at me succiona dentro del agua (à|)
él/ella-me-succionar/chupar en/de artículo agua
(13) ne kuj-kuwat inte ø-wel-it tik ni at, kwakuni ø-kisa-t tik ni at
las serpientes no pueden quedar dentro del agua (-||-), entonces salen fuera del agua (|à)
la(s) reduplicación-serpiente no ellos/ellas-poder-plural nombre relacional un-su agua (-||-) entonces ellos/ellas-salir-plural nombre relacional un-su agua
(14) se siwa-tijlan i-wan se ukich-tijlan nemi tik ne chulal
una gallina y un gallo están en el corral ( -||-) (Arauz, 55; Geoffroy Rivas, 1969: 34).
un mujer-pollo posesivo-compañía un varón-pollo estar en/de un corral
En seguida, se ejemplifica la partícula ka, la cual demuestra la misma indiferencia que tik ante la estación o el movimiento del verbo.
(15) (a)
ti-k-wika-t ka te-chan lo llevamos al pueblo (à|)
(b)
ni-wits ka Ixtsalku vengo de Izalco (|à)
(c)
weli semaya ka tayuwa es posible sólo de noche (-||-)
La partícula ga/ka también funciona como subordinación —ki-pia-k miak ka kin-tekima-t ne Tepewa, “los Tepehuas tienen/tenían muchos (animales) que comanda(ba)n (lo/a-tener-pretérito mucho partícula lo/as-mandar-plural artículo Tepehua)”— al igual que como preposición o nombre relacional, inté pewa-nimi ka yaja-san, “no inicia su existencia en sí mismo (no comienza-existencial partícula él/ella-mismo)”. Estas oraciones complejas quedan sin explicación por el momento, mostrando un traslado de la partícula auto-locativa a la subordinación.
I. Ii. Dos nombres relacionales
A defecto de preposiciones, su función la suplen nombres relacionales. A semejanza de la “bipolaridad” de las partículas anteriores, el sustantivo locativo –chan, “hogar/vivienda/madriguera” (Campbell, 184), chez en francés— demuestra su indiferencia a la distinción entre prospectividad, estación y retrospectividad en la serie de oraciones siguientes. Por su auto-localización, no especifica orientación alguna: va chez lui — je suis chez lui — viens chez lui. Como en francés, le compete al nódulo actancial del verbo especificar la función gramatical de la frase locativa, de igual manera que en la oración transitiva completa sólo al interior del verbo se marca la distinción funcional entre el sujeto y el objeto (para ejemplos adicionales con -tech, “al lado de”, véase: Schultze-Jena, 2014: 45-46).
De nuevo, las flechas y las barras indican el movimiento y la estación, auto-contenidos en el modelo actancial del verbo, al cual el nombre relacional le resulta indiferente, ya que es una oración autónoma en sí. Como se especifica anteriormente, la correferencia con el antecedente verbal —de estación o de movimiento— determina el sentido ilativo o elativo de la oración relacional.
(16) (a)
yajki i-chan ne fue a su vivienda (à|)
(él/ella-fue, es su casa; il/elle alla, c’est chez lui; he/she went, it’s his/her house/home)
(b)
yajki ichan ne xuret fue a casa del viejo (à|)
(él/ella fue, es su casa, el que es viejo; il/elle alla, c’est chez lui; celui qui est vieux; he/she went; it’s his/her house/home; the one who is an old man). (Campbel, 1985: 129 y 133; ahsi-ke-t i-chan, “llegaron (a) su casa”)
(c)
nemik ume umey tunal in-chan estuvo diez días en su vivienda (-||-)
(él/ella estuvo, son dos, son sus manos, es día/sol, es su casa…)
(d)
nikan te-chan […] intiaka gi-pia-tuya aquí (en el) pueblo nadie tenía
in tukey nombre (-||-). (Campbell, 1987: 271, ni- nemi nu-chan, “estoy en casa”)
(nótese el uso locativo del demostrativo “aquí”).
(aquí, gente-casa/pueblo […] nadie lo/a-tener-imperfecto su-nombre: here, people-house/town […] nobody used to have his/her/ts name)
(e)
ni-kis-ki chan yejemet salí de su vivienda (|à).
(salí, es su casa, son ellos; je sortis, c’est chez eux, ils sont; I went out, it’s their house, they are an entity).
Pero la vocación auto-locativa de -chan no le impide asumir la función de sujeto de la oración ya que —tal cual se anticipa— la aposición paratáctica parece suplantar casi toda subordinación sintáctica. Este rasgo lo diferenciaría del náhuatl-mexicano clásico, idioma en el cual “un locativo no puede ser ni el sujeto ni el predicado de un sustantivo (Launay, 54 y Sasaki), pero los datos son demasiado exiguos para afirmarlo de manera contundente (para un indicio del siglo XVI, véase: Olmos, 153, “los nombres de pueblos con su preposiciones [terminación locativa] podrán estar substantivados”, Mexico quipanauya yn Tetzcuco, “México excede Tetzcoco”, donde panauia, “vencer, sobrepasar, avanzar” , Rémi-Siméon, 372). Es posible que exista una distinción entre -chan, nombre relacional locativo, y techan, rasgo topográfico.
(17) (a)
ne te-chan inte-yuk nemi-tuya yek-chiw-tuk el pueblo no estaba trazado
artículo gente-casa nadie estar/haber-imperfecto bien-hacer-participio-perfectivo
(b)
pej-kit ki-yek-chiwa-t ne te-chan comenzaron a trazar el pueblo
comenzar-pretérito/plural lo/a-bien-hacer-plural artículo/demostrativo gente-casa
Por último se ejemplifica el nombre relacional ijtik, “interior, adentro, vientre”, el cual muestra también una indeterminación direccional (Campbell: ijti-k, “adentro” de –ijti, “barriga, abdomen” y –k, “locativo” (224)). De nuevo, como centro nodular de la oración, le corresponde al verbo dictar la orientación que adquiere la segunda oración, la que rige dicho nombre relacional.
(18) (a)
naja inte ni-j/k-mati su ki-pia kan kal-aki kal-ijtik ne tepet
yo no yo-lo-saber si lo/a-tener donde casa-entrar casa-vientre artículo/demostrativo cerro
yo no sé si tiene el cerro un lugar de ingreso (donde se penetre al interior del cerro) (à|)
(b) ni-nemi ijtik i chan ne takat
yo-existir dentro su casa artículo/demostrativo hombre
vivo en casa del hombre (-||-)
(c)
ku-temu-k ne konejo ijtik ne kan mu-kupawia-katka
cabeza/árbol-bajar-pretérito artículo/demostrativo conejo dentro artículo/demostrativo reflexivo-mecerse-reiterativo
se bajó el conejo de (interior) donde solía mecerse (|à)
II. Conclusión
Los múltiples nombres relacionales locativos actúan como oraciones adyacentes sin marcar una dirección espacial explícita —prospectividad (à|) o retrospectividad (|à)— ni tampoco la estación (-||-). El esquema nocional del verbo — ir – quedar – venir como paradigmas— determina el tipo de movimiento o estación del complemento locativo que se identifica como oración independiente. Por el principio de omni-predicación, el náhuat-pipil ofrece una estructura disímil a la de cualquier lengua indo-europea. No habría una frase preposicional, sino una oración autónoma en relación de correferencia con la palabra-oración del verbo de movimiento. La fórmula canónica fundamental sería: (X – Yp/r)a – (X a – Z – Y), donde el subíndice /p-r/ determina el carácter elativo o ilativo de la oración correferente, al cual se añadiría /e/ de estación. La falta de un posesivo en ciertas partículas —semi-preposicionales— y en algunos nombres relacionales, Campbell (1987: 269) la explica por la tendencia asimiladora que calca el modelo sintáctico del castellano.
Apéndice
Nombres relacionales y partículas locativas
-axka posesivo
-chan en casa de, a, en
-ipan atrás de
-ijpa-k (a)dentro/sobre
-ijti-k (a)dentro de
-ix-pan frente a, delante
ka locativo, subordinación
-kajku arriba de
-ma(cu)pa en persona, uno mismo (Arte; Karttunen, 129, “de mis manos o por mis manos”)
-nakas-tan al lado/costado de
-nawa(k) cerca de; compañía (con) (Arte)
-pak encima de
-pal de/genitivo
-pan locativo, en
-san mismo
-sel solo
-tajku al centro/medio de, entre
-tan (kupa) debajo de
-tech al lado de, junto, a mi cuidado
-tem-pan al borde/orilla de
-tik en, de
-ti-pan atrás de
-tsum-pan arriba de, sobre
-wan compañía (con, y)
Se utilizan antecedidos por los prefijos posesivos enlistados a continuación: nu-, mu-, i-tu-, amu-, in-. La oración relacional prosigue la construcción genitiva: asi-ket tan se kwawit, “llegaron, (es) su bajo un árbol; llegaron bajo un árbol”. Además existe una correlación entre algunos nombres relacionales y partes del cuerpo: ijti, “abdomen, ix, “ojo, cara”, tem, “boca, orilla”, etc. Para la hermenéutica y la poética, la primacía del cuerpo humano y de su vivencia resultan claves para el concepto mismo de lenguaje natural. En el siglo XVII, los nombres relacionales pueden llevar un sufijo reverencial para denotar cortesía: ixpantsinko Dios, “(es) ante Dios nuestro señor”, al igual que un pronombre independiente, nehuat numacpa, “soy yo, (es) por mis propias manos”.
Por último, si por tradición la secuencia posesivo-nombre relacional se traduce por una frase preposicional —ø-nu-ix-pan, “ante mí; ante mis ojos”— el principio de omni-predicación presupone que se trata de una oración completa: “es(tá) ante mí; es(tá) ante mis ojos”. Todos los nombres relacionales poseerían la misma cualidad de constituirse como predicados bivalentes, es decir, a dos argumentos: uno vacío correferencial y el otro a especificar.
X. Algunos sufijos locativos
-ka(n) ta-nees-kan, “claridad, aurora, en la salida/aparición”
-k/-ku ijti-k, “adentro”; tunal-ku, “verano, estación del sol”
-man keeman, “¿cuándo, cómo-locativo?
-pan aapan, “río”; xuupan, “invierno, estación de lluvias”
-tal tetal, “pedregal”
-ta(n) xuchita(n), “lugar de (abundantes) flores”; uitsta(n), “espinal” (Arte, III).
Fuentes: J. R. Andrews, P. Arauz, Arte de la lengua (s. XVII), M. de Baratta, J. Bohnemeyer, L. Campbell, L. Campbell, T. Kaufman y T. Smith-Stark, P. Geoffroy-Rivas, M. Launay, J. Lockhart (1991 y 2001), M. León-Portilla, A. de Molina, , A. de Olmos, L. Schultze-Jena, M. Sasaki, R. Siméon, H. Seiler, J. Todd.