Caralvá
Intimissimun
Es muy recomendable para cualquier ciudadano repasar cada cierto tiempo sus metas y objetivos, así puede comparar sus afirmaciones; a propósito, en el año 2006 anotaba en Diario Co Latino: “Como hemos referido en anteriores ocasiones, la principal etnia de nuestra nación: Izalco y Cacaotera no está incluida en la Constitución Política de la República, a pesar de constituir un diez por ciento de la población actual, según investigaciones de la antropóloga norteamericana Virginia Tilley (2005).
La exclusión social de las principales etnias nacionales provoca desprotección y no alienta el desarrollo nacional.
Se podrá afirmar que un proyecto de carreteras aliviará la pobreza en zonas desprotegidas, efectivamente la conectividad es desarrollo nacional, pero lo es también el reconocimiento de los pueblos originales que a pesar de todo preservan su lengua, costumbres, recursos, tradiciones y contra toda opresión religiosa honran a sus ancestros con sus propias normas rituales, donde a pesar del abandono mantienen viva la memoria étnica en su sangre.
En El Salvador debemos sentirnos orgullosos por nuestros pueblos originales, su herencia es visible por cualquier parte del territorio, además su aporte ha sido crucial en la fundación de numerosos pueblos que conviven en nuestro presente. La etnia constituye con su presencia la verdadera unidad nacional, le da sentido a nuestra historia. Otras naciones sienten verdadero orgullo por sus ancestros originales, allá son venerados, acá los pueblos nativos son vilipendiados, difamados, calumniados y excluidos en el peor sentido de la palabra.
Naciones como México, Bolivia, Perú comprenden el valor fundacional de las etnias, las incluyen en sus planes nacionales, son parte del “nosotros”, pero acá parece que hay dos naciones, una extranjera que siente vergüenza por el pueblo original y otra Patria cuscatleca nacida en plena pobreza y olvidada por siglos. La exclusión genera: falsos valores del trabajo, refugio en mentiras, fantasías, dinero fácil, agresividad, deshonestidad y violencia.
En Perú el 8 de noviembre del 2004, Microsoft y el Ministerio de Educación de Perú firman un acuerdo de colaboración para traducir el Windows y Office al Idioma Quechua, junto a la Universidad Nacional San Antonio de Abad en el Cuzco y la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga en Ayacucho. Más recientemente el 19 de noviembre del 2006, Bill Gates agradeció a Evo Morales su apoyo al programa computacional en la lengua indígena quechua, programa que facilita el acceso a la tecnología informática para millones de bolivianos”.
Así hablamos de 18 años entre palabra y palabra, lo cual sigue vigente, puesto que el concepto cultural es olvidado, a pesar de que existen esfuerzos de instituciones como la Universidad Tecnológica y otras personalidades individuales.
En el año 2007 citábamos un documento del Instituto Nacional de Cultura, Consejo Nacional de Cultura, Lima, Octubre 2002: (al olvidar la historia) …“eso indujo a considerar indeseable la condición nacional indígena, propiciando, después de la Colonia Hispánica, un proyecto político nacional criollo, que introdujo la noción de la modernidad occidental como única posibilidad de futuro. Esa manera de pensar y sentir provocó un síndrome de graves alteraciones de la conciencia colectiva, cuyas demencias hacen que las mayorías -de clara filiación nativa- se sientan avergonzadas de su condición étnica y nacional y, muchos de sus miembros busquen afanosamente refugio en la mentira, la agresividad, la deshonestidad y otras formas violentas” …
Estas notas parecen referirse a nuestro camino cultural, puesto que en lugar de profundizar nuestra historia se destruye sin piedad, como el expolio a los archivos de la matanza del Mozote (si no hay archivos no hay matanza, por lo tanto, no sucedió), la destrucción del monumento de la Paz, el olvido de eventos históricos etc., en consecuencia, la justicia es lejana y no se cumplirá en las matanzas de la guerra civil.
Las aristas de la cultura incluyen esas materias sensibles a la política: Antropología, Historia, Ciencias Sociales, Filosofía etc. que en esencia cuestionan el modelo cultura hegemónico impuesto en la nación.
Existe un verdadero continente cultural a documentarse a cada paso de nuestra nación, se trata del derecho a defender nuestro patrimonio histórico y social.
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