Samuel Amaya
@SamuelAmaya98
Julio Rivera es una víctima y sobreviviente de la Masacre El Calabozo efectuada por el Batallón de Infantería de Reacción Inmediata (BIRI) en 1982. En esa masacre perdió a sus abuelos, padres y tres hermanos; 40 años después, tiene temor de perder su hogar, ya que el Estado no le brinda la ayuda que necesita, por el contrario, el Fondo Social para la Vivienda (FSV) quiere desalojarlo.
El 22 de agosto de 1982 en el lugar denominado como El Calabozo, situado al lado del Río Amatitán en el norte de San Vicente, efectivos del BIRI dieron muerte a más de 200 personas entre ellos hombres, mujeres y niños que tenían en su poder, según documenta el informe de la Comisión de la Verdad.
Separación
Uno de los sobrevivientes fue Julio Rivera y su hermano, quienes ante la pérdida de sus familiares se fueron a vivir a la casa de un señor que les dio posada. Pero “personas extranjeras” los separaron, ya que estas querían adoptar un menor, desde entonces no lo volvió a ver. “Me acuerdo de que lo llamaron atrás de la casa, supongo que para hablar porque cuando entraron de nuevo, dijeron que se iban a llevar a mi hermano que era el menor. Es allí donde nos separaron con mi hermano”.
Rodando de casa en casa
Luego de la separación, llegó una señora a quien identificó como “Carlota”; ella lo sacó de la casa del señor y lo llevó para el Seminario San José de la Montaña en donde lo tuvieron entre 5 a 6 meses. De ese lugar entre 1982 y 1983 lo mandaron a una guardería, luego, lo mandaron para el Hogar Infantil “Emiliani”, ubicado en aquel momento en el Puerto de La Libertad. En 1991 cerraron el hogar por la falta de recursos y a los que no tenían ningún familiar los enviaron a una casa de retiro por la Troncal del Norte. Allí, Julio logró terminar el octavo grado; sin embargo, por la misma razón de recursos económicos también cerraron la casa.
“La situación era bien difícil porque sin tener a nadie que me apoyara y sin conocer la ciudad me tocó desde jovencito andar rodando de un lugar a otro. Empecé a trabajar de manera informal de lo que podía encontrar por mi nivel académico que no me favorecía y a falta del apoyo de nadie. Así aprendí yo solo la serigrafía y de eso conseguía trabajitos”, relató Julio Rivera.
Julio es consciente de que la situación que le tocó vivir desde niño ha sido dura “tan dura que ningún niño debe pasar por (esa) situación (…) sufrimos en carne propia lo salvaje que es la guerra y la represión que vivimos. Los impactos psicológicos son fuertes y pesan hasta el día de hoy”.
El apoyo
Según expresó Julio Rivera, es gracias a la atención psicológica que le ha dado PROBUSQUEDA que ha logrado aprender a sobrellevar las situaciones traumáticas que le embargan y desestabilizan emocionalmente. “La atención psicológica y procesos psicosociales a nivel grupal me han permitido alimentar el alma y conocer además las experiencias que otros jóvenes que al igual que yo sufrieron el desarraigo forzado de sus familiares, por una guerra de la que los niños nos llevamos la peor parte. Hasta hoy, la vida nunca es ni será completa”.
El primer gran logro: una familia y el derecho a casa
Julio supo manejar su vida a pesar de llevar consigo esos recuerdos; por ejemplo, formó una familia, una esposa y una hija adolescente. Emprendieron un pequeño negocio de estampado en el mercado Dueñas de Santa Tecla, gracias a ese esfuerzo y con las ganancias se logró comprar el derecho de una casa ubicada en Urbanización Nuevo Lourdes, municipio de Colón, en La Libertad. En el 2010, “la casita ya estaba cancelada”.
El logro se empeñó: la vivienda se le fue de las manos
Pero, se le presentaron problemas; por ejemplo, su esposa Digna Cañas de Rivera tuvo quebrantos en la salud, le explotó el apéndice a pesar de esto, fue dada de alta, pero “la factura era bien grande” y no tenían cómo solventar esa situación; es por ello que se abocó a prestamistas, esta acción lo afectó respecto a su economía y la de su vivienda, ya que la embargó una entidad financiera para pagar sus deudas. “Pensamos que íbamos a salir adelante pero no, la deuda nos fue hundiendo hasta llegar el grado de recibir amenazas de que íbamos a perder la vivienda”.
Pidió ayuda para habitar su casa a través de un tercero
La casa luego apareció en el Fondo Social para la Vivienda (FSV); por ello, Julio buscó a un amigo para que la solicitara y así se hicieron los nuevos trámites, “la casa salió a nombre de él”; se pagaron las primas y los requisitos que se habían pedido. “Yo en ese tiempo (2016) me habían conseguido un empleo en una imprenta; pero lamentable cuando ganó nuestro presidente, la imprenta fue cerrada”.
“La casa se siguió pagando un par de meses, luego y al estar sin empleo, ya no la pude seguir pagando y a mi amigo le estaban haciendo orden de descuento (en la planilla de su trabajo); entonces, él me dijo que ya no podía seguir así porque esa situación no estaba bien para él. Me dijo que lo más ideal era entregarla nuevamente al FSV”, relató Julio Rivera.
“Hay una incertidumbre en nuestro corazón; como familia estamos angustiados y desesperados”
Julio y su esposa intentaron de nuevo, en este año, tratar de sacarla del fondo para pagarla, pero “por falta de facturas”, no aplicaba, según le manifestaron. “La situación más difícil que estamos viviendo ahorita es que la casa está liberada (disponible). La gente viene a tomarle fotografías y a preguntar sobre la casa; hay una incertidumbre en nuestro corazón; como familia estamos angustiados y desesperados”.
La orden del desalojo llegó
Julio se acercó nuevamente al FSV y allí le informaron que la vivienda tiene una orden de desalojo. “Ahora la situación de estrés que vivimos en mi pequeño grupo familiar ante la incertidumbre de quedarnos en la calle ha llegado a niveles tales que nos está impactando.
En esa casita humilde y sencilla hemos vivido 17 años”, relató Rivera.
Justamente, Julio presentó a DIARIO CO LATINO la orden de desalojo que le hicieron llegar, en ella señala que “la vivienda donde usted habita es propiedad del Fondo Social para la Vivienda, por lo tanto, su condición habitacional es ilegal ya que se encuentra habitando una vivienda que no es de su propiedad. Motivo por el cual tendrá que desalojar en un plazo máximo de 15 días a partir de la fecha de recibida esta nota”, señala el documento con fecha de 9 de noviembre de este año.
En la misma nota señala que “de hacer caso omiso a esta nota se procederá a iniciar un proceso judicial para la recuperación del inmueble que habita”.
Pide la donación de la casa como forma de reparación por los daños del conflicto armado
En ese sentido, ha enviado notas exponiendo su caso a la Presidencia de la República, para intentar dialogar y que le permitan seguir habitando dicha casa, “de ser posible se me done la misma, como una forma de reparación por los daños ocasionados a mi persona a consecuencia del conflicto armado”.
Si la donación no fuera posible, pide se le conceda un empleo con el que le permita liberar la mora de la casa y continuar pagándola. De igual forma y ante la necesidad que lo envuelve, pide la ayuda a organizaciones nacionales o extranjeras ya que los más afectados es su familia, concluyó.
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