Rafael Lara-Martínez
Tecnológico de Nuevo México
https://nmt.academia.edu/RafaelLara
Desde Comala siempre…
La Muerte que nos han regalado es fuente de nuestro nacimiento, el verde de la Muerte. JLL
Abstract: “On re-Volutionary po-Et(h)ics. Nostalgia and Hope of War/Guerilla” reviews the anthology of Salvadoran engaged poets compiled by Ada Membreño under the title “Poetry not to Forget” (August 2108). The book collects a selection of eighteen ex-guerillas poets who testify their experience at war and peace. They criticize Salvadoran Peace Accords (1992) as a betrayal of revolutionary ideals. Poetry restitutes legacy of their comrades, died in combat, as an alternative view of rational history. Their hope of future social justice can only be achieved by a new war against oppression. In the meantime, poetics transcribes a historical perspective tattooed in their body, in mutilated corpses of their fellows, and in the written environment of daily life (note: the Spanish word “guerrilla” literally derives from a diminutive of “war; guerra”, that is”, “small war”, or in Salvadoran terms “Little Thumb war”). Their present activity could be foreseen thanks to a remote archetype. “Invented and engraved by William Blake (1825)”, “The Book of Job” offers a perspective on poetics, in which “revolution” unlocks the threshold leading into a vast “dark night” of continuing betrayal and accusations. For the administrators of the ideal city, engaged poetry is “the daughter of disasters” (Rafael Alberti).
Soy motivo de burla para mis amigos, Yo, el que clamaba a Dios, y El le respondía. Motivo de burla es el justo e intachable. (Job xii: 4)
*****
A las puertas del amor prohibido, se alza la guerra.
A su centro firme hay un templo, en el sitio del recuerdo dormido.
Su entrada está siempre abierta,
Para quienes expresen exasperación sin malicia.
¡Bienvenido sea quien de su cólera haga la flor de sus días!
Leo, y los huesos en sustancia duradera se yerguen en vez de flores.
Entre trajes oscuros y sermones de caza,
A las puertas del amor prohibido,
Las espinas me abrazan. W. Blake
0. Quicio
Descifro una glosa en sendero de prosa hacia lo poesía. En preludio, este quicio sostiene firme el giro circular que oscila entre el verso y el reverso. Releo la insistencia de Ada Membreño contra el olvido y reflexiono a la letra. Me pregunto si su antónimo, el recuerdo, es infinito. Sólo en su expansión perenne hacia el pasado, la memoria recolecta la totalidad de eventos. La poesía copiaría un ilimitado “zahir” borgeano de los hechos. “Lo abstracto” y lo eterno lo exhibe cada “representación”. La poesía reúne memorias de manera más completa que la prosa. Más aguda en su análisis. Afirma ella.
El problema consiste en indagar si la brevedad del poema abarca ese universo de lo absoluto. En ese instante, “arrastrará por fin la verdad por el mundo”. Esta verdad, Membreño no la juzga universal, ya que “la moda de Europa […] aquí sería una obscenidad”. El lugar de enunciación de la poesía determina su temática. Tal es la exigencia que expresa el prólogo. La Verdad sólo es una por “el pluralismo irreductible de las verdades” (J. Lezama Lima). Las “sucesiones” las determinan “las sensaciones” (ídem).
El “Yo-Aquí-Ahora” de la poeta deslinda el cauce de la palabra. Si el Yo se apellida Membreño, el lugar se sitúa “en El Salvador”. A estas dos coordenadas iniciales —persona (Yo) y espacio (“Estar-ahí”)— les falta el eje temporal. La tercera arista despega entre “poetas protagonistas sobrevivientes de la guerra”. El tiempo lo precisa esa experiencia. Se trata de la historia vivida durante la guerra civil de los ochenta.
“Yo—Estoy-Ahí—En-La-Guerra” acotaría la trinidad clásica de ese “tránsito terrestre”. Su vivencia perdura en los hechos y en la memoria. Parecería que la firma de los Acuerdos de Paz (1992) resulta insignificante. Sólo propicia la traición de los verdaderos ideales de la izquierda. Desde entonces, “el mismo FMLN […] converge con la oligarquía”. Astillada, la re-volución cuartea su presunto sentido único. El cambio inmediato y radical estalla en múltiples significantes, más originales tal cual la evidencia del giro rotatorio: re- (véase sección IV.).
En el nuevo acorde, los antiguos enemigos entonan el mismo canto al unísono. Ya no hay disparidad profunda, sino una armonía. El contraste del violín y el piano ejecutan una sonata a dúo. Estas bodas célebres borran la tenue frontera de la guerra a la paz. “Escuadrones de la Muerte”, “Policía” y “Guardia” “adornan” el paisaje nacional al “decapitar” sin lastre. “Castran”, “violan”, “extirpan úteros”. Descuartizan y “separan” la “carne” de los “huesos” . Ofrecen una “estética del terror” en acto “religioso” y macabro. La paz revive la guerra. Afirma ella.
En breve, Membreño interroga “dos arenas con sangre” esparcida: la suya “viva”, la otra de “tu Muerte” (Rafael Alberti). En ese enigma, el recuerdo se expande hacia el pretérito infinito. El “alma en pena” —la mía— inicia su recorrido antes de “cavar dos lagunas en los ojos”. “Antes de tu existir, antes de nada”. El “una vez en el cielo” precede “las humanas paredes sin salida”. También anticipa “la luz fuera del muro” y de la “cueva carnal”. Si a nivel personal la verdadera poesía indaga “la época del alma antes del cuerpo”, en lo natural y social, el amanecer del nombre despunta en un sitio igualmente remoto. Este eterno retorno a los inicios cumple el cometido del recuerdo absoluto, cuando “yo, lejos navegando, Tú, por la muerte”.
Ante el horror y la memoria, se alzan dieciocho poetas a reseñar en seguida. Luego de este breve repaso (I), se sopesa la coordenada temporal que establece una ruptura entre un pacto nacionalista de la poesía y el compromiso que exigen la poesía antologada (II). La interrogante esencial compila la idea de la poesía comprometida como escritura alternativa de la historia. El hecho ob-jetivo lo complementa la vivencia (III). Más que un saber abstracto, el aprendizaje remite a un conocimiento rutinario de la traición como secuela de la fidelidad re-volucionaria (IV). Al más reciente trabajo sociológico de la guerra civil salvadoreña, la antología le declama “¡lo saben ya hasta los muertos! ¡Y tú sin saberlo” (Alberti).
A continuar…
Debe estar conectado para enviar un comentario.