Por Wilfredo Arriola
La palabra perseverancia viene del latín perseverantia (constancia, insistencia), nombre formado con el sufijo-ntia (cualidad de un agente) sobre el verbo perseverare (mantenerse inflexible en algo, continuar en algo), verbo formado con el prefijo per-(completamente, a través, de principio a fin). Esta última parte da unas lineas a valorar: completamente, de principio a fin, no desmayar sobre el objetivo. La perseverancia es esa cualidad que poco a poco se va perdiendo, la tenacidad sobre un fin se vuelve cada vez más un hallazgo, el camino fácil es la mira, el tesón, trabajar por un fin en particular es cosa de pasados.
No suele ser determinante señalar que es asunto del pasado, pero sí, en efecto, esa característica es más difícil encontrarla en tiempos actuales. Todos en algún momento hemos visto desmayar a otros sobre su trayecto, incluso uno mismo, se ha preguntado si en realidad valdrá la pena algún sueño en particular, si terminar una carrera, seguir apostando sobre algo donde solamente se percibe un saldo negativo, y las fuerzas se desvanecen a un cuenta gotas acelerado que golpea la realidad. Muchos al finalizar su proyecto derraman lágrimas, se desploman, abrazan a los que han apoyado en la travesía del camino, unos guardan para ellos ese descubrimiento del “sí se pudo” generando su propia fiesta interna, reuniendo en una cronología todo lo vivido, lo penado, lo insistido. Se sabe, sobre todo el testigo inmediato, nuestra conciencia por las noches, la eterna conversación de lo inalcanzable, por fin realidad.
Hablar de la perseverancia no solamente son grandes logros, hay algunos con una dignidad que los grandes le envidian. Simplemente dejar de hacer pequeños hábitos que dañan la salud, tanto física como emocional, no ir adónde siempre, solo por citar un ejemplo. Perseverar en la tenacidad es uno de los grandes retos del ser humano, conquistarse a uno mismo. Cada día tiene su propio afán, y cada día es un reto prolongado donde la suma de todo nuestro entorno también tira sus cartas para que se jueguen con la mejor disposición posible, muchos son ávidos en continuar a contra pronostico de lo vivido, esa perseverancia bestial de dar el todo por el todo, aun sin mirar la luz del final del camino. Habrá que preguntarse si valdrá la pena o no, si ese combate uno lo lucha contra un fin estipulado o con el más adverso, el personal, ese de sacar el mejor partido y mostrarse que uno en realidad lo puede lograr, a pesar de todo y de todos. Sin embargo, no siempre es así, el poco conocimiento puede lograr que veamos obstáculos adonde simplemente se debe hacer una mejor lectura de lo ocurrido, repensar cada peldaño es cosa de sabios, perseverar aun más, el mejor cómplice siempre está en el espejo, lo demás se agregará al bello misterio del descubrimiento, el que le da el sentido a la vida. Perseverar, vaya éxito hoy en día.
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