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¿De qué lado está la pelota?

Por: Ricardo Ayala, Educador Popular

Predomina la creencia en la izquierda, tanto partidaria como social, que una debacle del actual gobierno automáticamente provocará un despertar en el pueblo y volverá sus ojos hacia esta, recuperando su respaldo. Esta creencia se afinca en la ilusa idea que el pueblo se equivocó en 2019 votando por un proyecto político que sí es demagógico, corrupto y autoritario.

En un somero análisis, esta idea expresada desde la izquierda culpa al pueblo por su decisión en 2019 y no reconoce su responsabilidad en el desempeño durante los 10 años de gobierno del FMLN, donde se encuentran las claves para comprender la crisis por la que atraviesa, no solo el partido en específico, sino la izquierda en sentido general.

Siendo más acuciosos, esta creencia en el seno de la izquierda demuestra que el pensamiento critico y revolucionario está en crisis y su visión estratégica está drásticamente golpeada, lo que conlleva a una práctica voluntarista en la lucha política actual, preñada por la concepción de la democracia burguesa, representativa, elitista y excluyente, que reduce el papel de las fuerzas políticas de izquierda a simples administradoras del gobierno y el estado, y al pueblo en objeto ajeno de protagonismo sobre su propio destino.

Por el contrario, el debate y la elaboración de pensamiento crítico y estratégico debe conducir a identificar que no solo las causas de la crisis política actual están en el campo de la izquierda, sino también ahí yacen las propuestas para superarla y emerger en el contexto actual para derrotar al gobierno de turno; lo que no significa que esto está a la vuelta de la esquina, sino que conlleva un lapso de tiempo necesario para acumular la fuerza social y política para lograr tal fin.

La intención de lo anterior es someter a debate la interrogante que en otras ocasiones acá se ha planteado: ¿cuánto tiempo demorará la izquierda en superar sus divisiones, crear el proyecto de transformación social y construir la correlación de fuerzas necesarias para derrotar no solo al gobierno actual, sino que al imperialismo en crisis y su recalentado neoliberalismo?

Esta misma pregunta entraña al menos tres partes que a continuación se plantean de manera somera.

En cuanto a la primera, cuánto tiempo demorará la izquierda salvadoreña en superar su fragmentación, dispersión y estancamiento, es decir, alcanzar niveles sustantivos de unidad ideológica, política y social alrededor de un mismo proyecto, depende de cuánto tiempo demore en elevar su nivel de elaboración de pensamiento crítico, revolucionario y estratégico, deponiendo sectarismos, dogmatismos y hegemonismos que en nada ayudan, únicamente en retrasar la lucha política.

En segundo lugar, en lo que respecta a la reconstrucción del proyecto de transformación social, valga decir que mucho ayudaría construir unidad en el campo de la izquierda social y política, pero clave en esto es definir cuál es el objetivo estratégico e histórico de dicho proyecto y unidad de la izquierda, así como los objetivos de mediano y corto plazo y las estrategias correspondientes en cada uno de estos periodos. Lo peor que puede repetir la izquierda es tener poder y hacer cualquier cosa, menos lo que le corresponde hacer: superar el capitalismo y transformar la sociedad salvadoreña. La experiencia de diez en el gobierno es el mejor ejemplo de tener poder y no ocuparlo para realizar los cambios profundos que se proponía.

Y por último, alrededor de la correlación social y política de fuerzas, son los dos anteriores elementos planteados y la acumulación de luchas las que deben desembocar en una avalancha popular que derrote a la burguesía y sus representantes en el gobierno y en el estado ampliado, a partir de la construcción de otro poder, pero con signo popular, en el que se ejerzan prácticas de democracia participativa y directa, de Trabajo de Base, de economía solidaria, de Teología de la liberación, de Educación Popular, de Ecosocialismo y de otras concepciones y prácticas emancipadoras.

Nada de lo anterior es de cara a las próximas elecciones, ya sean en 2027 o 2029, por si alguien anhela que con ello asegura una curul en la Asamblea Legislativa o en una alcaldía, o crea que le servirá de trampolín para candidaturas presidenciales. Quien así lo piense y actúe, de entrada está condenando a la larga lucha de un pueblo por liberarse de la dominación capitalista, colonial y patriarcal y a la repetición crónica de la historia.

Tres décadas de experiencia propia y otras tantas de lecciones de homólogos denotan que no es solo por la vía electoral en la que debe acumular fuerzas la izquierda para acometer sus objetivos. Ahora mismo la pelota sigue rodando y el árbitro no ha pitado, habrá que ver si hay claridad de qué lado está la pelota.

 

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