Ernesto Navarro Marín (exviceministro de Salud) cree que es importante la reanudación de clases presenciales en el país, pero consideró que no deja de ser riesgosa la apertura de las escuela. Foto Diario Co Latino/archivo

De regreso a clases

Marlon Chicas

El Tecleño Memorioso

Las vacaciones de fin de año terminaron, trayendo consigo el inicio del año escolar, vislumbrando retos por cumplir, conocer nuevos compañeros, docentes y conocimientos, que serán la guía para la vida, en el campo profesional o laboral.

Remembranzas se agolpan de esos dorados tiempos, en los que, junto a nuestros padres, acompañamos a las librerías de la ciudad con lista en mano, la cual era interminable, ante la cantidad de: cuadernos, lapiceros, lápices, borradores, sacapuntas, estuches de geometría, libros de texto entre otros; agregado a ello la compra de tela oficial del centro educativo, para la confección de pantalones o faldas, así como su respectiva guayabera o blusa.

Los sastres y modistas tecleños se esforzaban ante la demanda de la confección de uniformes; entretanto los estudiantes de escasos recursos se veían obligados a usar el uniforme del año anterior, el que por su constante uso traía como consecuencias ante un agachón inesperado o sentada brusca un estruendoso ¡Ragh! Dejando al descubierto la ropa interior del susodicho, siendo víctima de acoso escolar, otros con la incomodidad que, por su crecimiento físico, el pantalón quedaba como los famosos “pasarío”, al estilo de Viruta el compañero de Capulina.

Era de rigor las visitas a las históricas peluquerías como las de Toño Bijagua, San Francisco, don Chabelo, La Central de don Roberto Solorzano, don Ángel Díaz, el Zarco de la peluquería Regía entre otros, (Fuente Orlando Moran Castillo), en las que prevaleció el corte de “Pato Bravo” por su similitud con la cola de dicha ave, otros más afortunados al estilo francesa clara y oscura, los cuales eran permitidos por algunos centros escolares.

No puede obviarse, la compra de calzado de marca y talla especifica, para los infantes de uno u otro sexo, por lo que, los almacenes de la ciudad se aprovisionaban del recurso, saturando sus instalaciones por la fuerte demanda de este, entre ellos los extintos negocios como: La Elegancia, Flash, Tony, El Baratillo, El choco Jorge, pequeños comercios del mercado central. Otros eran fabricados a mano por reconocidos menestrales: don Enrique Castillo, Gabriel Serrano, Raúl Ceballos, y Santiago Dubón (Fuente Orlando Moran Castillo).

Previo al inicio de clases, se realizaba un riguroso ritual por parte de las abnegadas madres, forrando libros y cuadernos, identificando con viñetas, el nombre y grado del estudiante en la portada de estos, ubicando distintivos en sitios estratégicos de bolsones y loncheras, por aquello que los mismos pasaran a manos extrañas, e identificarlos fácilmente.

El día anterior al inicio de clase, se enviaba a los niños a la cama a las ocho de la noche, colocándose los pijamas, asepsia de dientes y la respectiva oración al Creador, encomendando su año escolar, entretanto las mamás preparaban cuidadosamente cuadernos, libros, meriendas, zapatos y uniforme que el estudiante utilizaría, con el objeto de evitar atrasos de último minuto.

Sin olvidar las luchas mañaneras, por parte de las progenitoras hacia los chiquillos, quienes, por la somnolencia producida por Morfeo, provocaba que una fuerza magnética los adhiriera a la cama, el cual era superado únicamente por una estrepitosa orden de la madre, al cual no hubo poder humano que se resistiera, incorporándose el infante de inmediato, sin olvidar las gélidas bañadas con agua en barriles.

¡Feliz inicio de clase, estudiantes salvadoreños!

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