Gracias a las tradiciones religiosas, sobre todo de la Iglesia Católica, los empleados públicos y municipales han tenido unas necesarias vacaciones de Semana Santa, mientras que el sector privado, salvo excepciones, han tenido vacaciones por los últimos tres días de la semana.
Las vacaciones de la Semana Mayor debieron ser en su esencia estrictamente para actividades religiosas, independientemente de la congregación por la que cada quien ha optado, aunque no puede descartarse el entretenimiento. Lamentablemente, el entretenimiento algunos lo sustituyen por los excesos y abusos.
Y ha sido por esos excesos y abusos que en muchos hogares la alegría se convirtió en luto y dolor. Todo esto pese a las campañas de prevención que desarrollaron varias instituciones públicas.
Mientras que los que optaron por sano esparcimiento o se dedicaron a las actividades religiosas, hoy vuelven a sus trabajos con nuevas energías y, quizá, hasta metas.
Desde el Gobierno, la ciudadanía espera que haya anuncios importantes en esta o la próxima semana, que permitan a la ciudadanía afectada por ciertas políticas públicas obtener beneficios.
Esas rectificaciones, sin lugar a dudas, permitirán la reflexión ciudadana y seguramente una actitud diferente, sobre todo en los asuntos de carácter político electoral.
Pero lo más importante es la actitud positiva con la que cada uno y cada una de las salvadoreñas debe actuar. Y es que el trabajo, en tanto derecho y generador de riqueza, debe ser un aliciente para continuar la lucha de cara al futuro.
Cada empleado público, por ejemplo, dado que presta un servicio para la ciudadanía, y es pagado con los impuestos de la ciudadanía, su trabajo debería realizarlo pensando en la excelencia, y con ello, en la satisfacción de los servicios solicitados por los ciudadanos.
Esperemos, pues, que al entrar al segundo trimestre del año todo se haga en función de prestar un buen servicio y satisfacer las demandas ciudadanas.