Licenciada Norma Guevara de Ramirios
En el FMLN se habla de realizar un debate para definir rumbo y reformar Estatutos. Un debate hoy se necesita, sí, y debe servir para clarificar la visión sobre el momento actual que atraviesa nuestro país.
La urgencia para definir la visión del momento y ubicar el papel de la fuerza de izquierda se intensifica cuando el Gobierno en turno ha dado un verdadero Golpe de Estado.
Un debate debe tener objetivos claros, una metodología, y en este debate los organismos de dirección deben clarificar sus opiniones reales, y sopesar si su visión es similar a la de la militancia, que da vida a la organización.
De un debate deben resultar definiciones sobre qué papel jugar frente a un gobierno neofascista, que públicamente ha declarado su interés de hacer desaparecer a las fuerzas políticas distintas a la de él, y por supuesto que declara la muerte del FMLN, desde que fue expulsado de sus filas.
No se ignora a estas alturas las posturas de algunos dirigentes que siguen sosteniendo que el “peor error” cometido por el FMLN fue la decisión del Tribunal de Ética de expulsarlo y que, muchos de los que así piensan, creyeron que debió ser el candidato presidencial del FMLN; pero a dos años de tenerle como presidente de la República, y habiendo visto todo el daño que ha hecho, seguir sosteniendo esa postura es cuando menos inaudito, extraño, dañino.
Muchos esperaríamos que hubieran cambiado esa postura, muchos esperaríamos que los calificativos expresados, formal y oficialmente por la Comisión Política, el propio 9 de febrero de 2020 y después del atropello a la Constitución de la República el 1 de mayo de 2021, a través de sus diputados en la Asamblea Legislativa, los organismos de dirección del FMLN fueran coherentes y se dispusieran a conducir el partido en un empeño claramente de oposición.
Definir quién representa el mayor obstáculo para la defensa de los derechos del pueblo, de la democracia, la transparencia, para el uso correcto de los recursos públicos en la solución de necesidades del pueblo, es fundamental. Si la respuesta a eso sigue siendo de evasiva y siguen creyendo que Bukele es “aliado” del partido de izquierda, estaríamos perdiendo el tiempo.
Si en un debate interno no quedará claramente establecidos los objetivos de corto y mediano plazo de un partido, que debe enfrentar con claridad y valentía al régimen autoritario en que ha convertido Bukele la institucionalidad del país, estaríamos perdiendo el tiempo.
La expresión más radical de lucha pacífica que hemos visto en las últimas décadas, son las huelgas de hambre de las obreras de la maquila antes de las elecciones y la huelga de hambre que realizan empleados de la Asamblea Legislativa; frente a ambos hechos, la respuesta ha sido hasta hoy la soberbia y menosprecio de este gobierno hay.
Las huelgas de hambre de Gandhi para sensibilizar a Inglaterra, o las de los palestinos e irlandeses, lograron sensibilizar regímenes violentos, pero aquí, ni el ministro de Trabajo ni el presidente de la Asamblea se inmutan frente al reclamo radical y pacífico de quienes señalan las arbitrariedades cometidas contra el pueblo salvadoreño.
Señalar la realidad, analizarla, criticarla, eso es actuar como fuerza democrática y revolucionaria, actuar con coherencia sin dar espacio a confusiones. Si para eso sirve el debate bienvenido sea.
Otras entidades y personas han hablado con mayor claridad, señalando los desafíos que representa el golpe fallido contra la asamblea el 9 de febrero de 2020 y el golpe a la Corte Suprema de Justicia el 1 de mayo, así como la usurpación de magistrados y fiscal general de la República que nos deja a todos sin garantía de nuestros derechos.
Es importante el debate siempre, pero ahora es importante evitar equivocarse o simular que se hace algo mientras el tiempo pasa y se consolida el régimen dictatorial, neofascista. Y no es excusa decir que sus desmanes tienen el respaldo popular o que por eso no se le debe criticar o mucho menos cuestionar y enfrentar como se debe. Eso expresaría complicidad o cuando menos incapacidad.
Las dictaduras tienen apoyo, los gobiernos fascistas en la historia han tenido apoyo, pero las fuerzas democráticas y revolucionarias, en minoría, pero con claridad de su papel histórico, las han enfrentado y hasta derrotado.
Esa fue la tarea más grande de las organizaciones populares, partidos y movimientos políticos democráticos y de las organizaciones que conformaron el FMLN, frente a la dictadura militar en los finales de los años 70 del siglo pasado.
No eludamos el deber como partido democrático, revolucionario, bajo pretexto de que sabemos que el gobierno tiene apoyo popular, y menospreciemos la capacidad del pueblo de abrir los ojos ante la fuerza de los hechos nada populares, nada democráticos, que estamos viviendo, que es nuestra actual realidad.