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Debatir para aprender y transformar

Francisco Javier Bautista Lara

Cuando doy una clase o imparto alguna conferencia, aprendo. Cuando participo en cualquier evento o reunión, desde la tarima o la coordinación, o al fondo del auditorio, aprendo. Cuando estoy en silencio y escucho, cuando opino, cuando participo en cualquier acción física, intelectual o emotiva, aprendo, en la simplicidad del acto, en la interacción con la gente y la naturaleza… No hay espacio físico y temporal de nuestra existencia en donde no podamos aprender algo. ¿Nos percatamos o pasan “de noche” las circunstancias de aprendizaje? ¿Perdemos  el tiempo y una multitud de oportunidades? El aprendizaje es un ejercicio constante e inagotable, desde que abrimos los ojos hasta que los cerremos de manera definitiva. Creo que es la esencia de vivir, venimos para aprender a amar y comprender, a hacer, construir, sentir,  percibir, convivir, perdonar. El debatir perenne de las contradicciones interiores y exteriores, es para aprender y transformar, cada idea y circunstancia, cada decisión, es un debate cotidiano.

Es común que en todo se manifieste el debate (discusión, controversia: “de-battuere”, golpear), la confrontación o disidencia, entre una opción y otra, entre un criterio y otro, entre un camino y otro. A veces excluyente, y otros, complementario, a veces uno debe ser superado porque los tiempos cambian aunque el pasado deja sus consecuencias. Dentro de nosotros y fuera, en el entorno familiar, comunitario, y en el medio social de época y circunstancia en la que nos toca vivir. No hay conocimiento ni experiencia humana que no sea debatible, en el que no encontremos al menos dos posiciones, opuestas, quizás irreconciliables, posibles de aproximar, para la sobrevivencia humana. No es concebible ni aceptable, la eliminación del otro por  diferencias políticas, religiosas, sociales, etc., se confrontan ideas. Las elecciones políticas, el sufragio universal, tiene la misma naturaleza del debate. Las posiciones pueden manifestarse con palabras, imágenes y acciones, en silencio, en la expresión oral y en el voto.

Hace poco, del 20 al 23 de septiembre del corriente año, fui parte del jurado de un interesante evento académico realizado en la Universidad Americana (UAM) en Managua, en el que una vez más aprendí que para toda posición, aunque pueda parecernos absurda e impertinente, hay argumentos a favor y en contra. En el “XII Torneo Hispanoamericano de Debate”, promovido por la “Red Latinoamericana de Cooperación Universitaria”, participaron ocho universidades de siete países: Universidad Interamericana (Puerto Rico), Corporación Universitaria Minuto de Dios (Colombia),  Universidad Tecnológica (El Salvador), Centro de Investigación y Docencia Económica (México), Universidad Autónoma de Occidente (Colombia), Universidad de San Carlos (Guatemala), Universidad Tecnológica Centroamericana (Honduras) y Universidad Americana (Nicaragua). Sobre cada temática, hubo una pareja de estudiantes a favor (gobierno), y otra en contra (oposición). Aprendiendo a escuchar y a argumentar con  respeto. Premisas a debatir sobre violencia social fueron: i) Costumbres como corridas de toros y peleas de gallos deberían protegerse como patrimonio cultural, ii) Prohibición de portación de armas de fuego reduce incidencia de violencia, iii) Video juegos agresivos son cómplices del incremento de violencia, iv) Grupos de autodefensa son efectivos para combatir violencia del narcotráfico, v) Sistemas de gobierno autoritario son más efectivos en controlar la violencia social, vi) La tortura es justificado cuando se requiere información para salvar vida de seres humanos, vii) Medios de comunicación son responsables del incremento de violencia, y viii) Feminismo promueve revanchismo y  violencia en contra del hombre.

Cada quien desde su punto de vista creerá que es inadmisible defender algunas posiciones, sin embargo, es demostrable, que desde cualquier premisa se pueden presentar argumentos razonables y agitar  emociones a favor, citar referencias académicas, históricas y científicas, mostrar experiencias sobre uno u otro asunto, es decir, cualquier enfoque es debatible, en todos existen argumentos. No hay un tema del “saber” y la “experiencia humana” que no tenga adeptos y detractores, no hay un solo personaje ni acontecimiento histórico que no sea reinterpretable y en el que no encontremos grupos a favor y en contra.  En el transcurso del tiempo prevalecerán unas ideas y prácticas, otras, irán feneciendo o serán, en la evolución y debate del pensamiento, modificadas. Ojalá prevalezca sensatez, tolerancia y respeto, para preservar en paz y justicia la existencia humana en nuestra casa común, ¿utopía? ¿necesidad de sobrevivencia?.

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