Toño Mejía
Con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de monseñor Oscar Arnulfo Romero, guía, mártir y defensor de los pobres y explotados del pueblo salvadoreño, las familias Dutriz y Altamirano, están obligados a visitar a nuestro cardenal Gregorio Rosa Chávez para pedirle perdón, porque ellos tuvieron parte de culpa en el asesinato de monseñor Romero, por sus constantes acusaciones de ser un cura comunista, guerrillero con sotana, de estar apoyando a la guerrilla, que la Catedral Metropolitana la había convertido, en una cueva de guerrilleros, que iban a escuchar sus homilías.
Pero también los jefes de redacción, editorialistas de sus dos medios de prensa, sus colaboradores de toda clase y color, deben también pedir perdón, porque todos los días, decían sandeces y maldiciones en contra de monseñor Romero; los oligarcas salvadoreños, también pedir perdón, porque patrocinaron a los escuadrones de la muerte, cuyo dirigente terminó asesinando a monseñor Romero.