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Con el deceso de Fidel Castro, muere el cerebro del éxito deportivo cubano

Por: Rolando Alvarenga

Ahora que Fidel Castro perdió el combate que todos los mortales tenemos que perder algún día, viene al caso hablar del fructífero e impresionante legado deportivo que produjo para su país y para el deporte internacional en general. Una cosecha que se remonta a los primeros años de su abrupta e histórica llegada al poder, y que marcó un antes y después para el deporte cubano.

Si bien es cierto, antes de la llegada de Fidel al poder, Cuba siempre tuvo protagonismo deportivo regional, cuando el hombre de la barba más famosa tomó el poder en 1959, el deporte isleño comenzó a trabajar integralmente, apoyándose con los países de la cortina de hierro. Esta transmutación deportiva fue todo un suceso histórico en la isla y con el transcurso del tiempo llegó a ser un tremendo éxito.

Siendo el hombre más poderoso de la isla y con el deporte en la sangre, Fidel tuvo el talento y visión para impulsar un proyecto grande y de país, con resultados a corto, mediano y largo plazo en todos los niveles, desde los más pequeños hasta los más adultos; desde el más liviano hasta el más pesado y desde el más lento hasta el más rápido. Un proyecto que, rodeado de gente profesional en la materia deportiva, se encargó de fiscalizar personal y permanentemente.

Como todo en la vida, no fue un trabajo fácil y se requirió de varios años para ver los primeros resultados en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, para luego confirmarse en Montreal 1976 y así Cuba terminó pocisionándose como el segundo país mejor de América solo por debajo de Estados Unidos.

Fue así que la Isla produjo campeones olímpicos y mundiales fuera de serie como: Alberto Juantorena (atletismo); Teófilo Stevenson (boxeo); Felix Savón (boxeo); Javier Sotomayor (atletismo); Mikhail López (luchas); Odalís Revé (judo);  María Caridad Colón (atletismo) e Idalís Ortiz (judo) entre otros.

Pero como no hay lunas de miel que duren una eternidad, los resultados de Cuba en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2008, dejaron la impresión que el deporte cubano está en dificultades económicas y que deberá remar contra corriente para seguir entre los ricos y famosos. Aunque, a nivel continental los cubanos todavía tienen cuerda y material humano para mantener esta supremacía por varios años.

Y es que uno de los factores básicos en el éxito del proyecto deportivo de Castro fue que nunca permitió el turismo deportivo y siempre exigió e impuso control de calidad en los contingentes.

Ahora bien, si hablamos del vínculo directo entre el deporte salvadoreño y el cubano, este se produjo en 1994, cuando Enrique Molins, quien comandaba el INDES, y el Presidente de la República en turno decidieron contratar instructores cubanos con miras a los XIX Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2002. Aquello fue un “boom” con resultados aceptables para El Salvador en los citados Juegos de la ODECABE. De alguna manera, el trabajo de los isleños tuvo que ver con los resultados, pero después se fueron apagando y varios se quedaron viviendo en este país como ciudadanos de segunda, pero sin frutos relevantes en mayores.

Pero volviendo al “tipo” famoso por sus enormes puros, fue por órdenes de él y bajo el argumento de “falta de seguridad”, que Cuba boicoteó los XIX Juegos de San Salvador, sin importarle la millonaria generocidad del pueblo salvadoreño en materia deportiva.

Al final, aunque sin Cuba, los Juegos se hicieron con relativo éxito, pero después se supo que la ausencia de los isleños no fue por la tal “falta de seguridad”, sino que fue un pretexto para evitar una masiva deserción ante un fácil salto de El Salvador a Estados Unidos. “¡Cosa más grande la vida chico!”

*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.

Categories: Suplemento Deportivo
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