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DECISIÓN 2019: seguir, o detenerse

Francisco Herrera

[Ayer cerramos con las palabras “mi emoción real]

Osea, la credibilidad se gana con hechos, no con imágenes de hechos. Sí, eso es. La credibilidad es construcción en situación concreta, y “situación concreta” (hoy, la nuestra) es ganar votos. Por eso le hablaba de la ventaja de su candidato, de Hugo. Es de verdad portentosa la obra realizada, pero oigamos a Hugo: lo bueno lo voy a continuar, dice; lo que hay que mejorar lo voy a mejorar; y lo que no se hizo lo voy a hacer –dice en esencia.

Y añade: “La gente ¿qué critica? La gente no critica los programas, critica la insuficiente cercanía de cuadros del Frente”. Yo interpreto a Hugo: para mí, eso es fuerza. No por hacer alusión a la consigna “Con la fuerza de la gente”; o porque ahí está la identidad del Frente, no solamente por eso (que es mucho). Es porque la gente quiere que el fmln sea mejor. Y Hugo entiende a la gente.

Yo le decía que la credibilidad se construye; es decir: es obra extendida en el tiempo, no se construye credibilidad de la noche a la mañana, mucho menos en política.

Sí, y mucho menos con un pueblo que ha aprendido a ser ciudadano. Esto que acabo de decirle es difícil sostenerlo, pero me atrevo aquí a decírselo. Yo creo en eso, y creo que en esa madurez el Frente está en el centro, el Frente ha pasado en el devenir de los años a ser un referente en la República. La Iglesia es también un referente… y Monseñor (ahora San Romero) es también un referente, incluso para los no católicos.

En cambio la mentira es burla. Es fácil mentir, ya se lo decía antes; en cambio no es fácil lograr credibilidad. O sea, según lo que me está diciendo, Hugo es credibilidad para continuidad. Exacto, él y el Frente son garantía de continuidad. Se lo pongo así: aquí está – en la credibilidad – el escollo insalvable con el que se toparon los candidatos de la oligarquía en esta campaña: cómo negar (con datos, objetivamente) lo que está a la luz del sol, en salud, en educación, en reducción de la pobreza, en reducción de la desigualdad, etcétera.

Mire, otra cosa pero es lo mismo: ¿y de los Polos de desarrollo de Hugo qué me dice? Yo he observado que Hugo ha hablado bastante de este asunto, pero pareciera que escribir algo extenso no lo ha hecho ¿por qué será?, ¿y por qué hasta hoy? Le respondo: los Polos es un concepto y una voluntad política. Es darle incentivos a un muchacho, sea en Cacaopera sea en Ilobasco, por ejemplo para que se desarrolle (no solo en hamacas o en hacer muñequitos) sino que se haga experto en hacer comida para adultos de su comunidad, por ejemplo, hasta alcanzar un título de bachiller o más alto por qué no. Antes, en las escuelas públicas la discriminación del niño pobre era cosa corriente: el pantaloncito remendado, o simplemente descalzo… y por eso solo llegaba al portón de la escuela… porque le daba vergüenza ante sus compañeritos. Hoy esa discriminación está atrás.

Antes, cuando los organismos internacionales nos ponían en materia de desigualdad en escala bien baja qué pena decían los ricos; hoy ocupamos lugar honorable en combate a la desigualdad en América Latina, el segundo si no me equivoco. Hoy, si no me equivoco, tenemos el mejor programa en alimentación escolar en América Latina.

Antes solo los que tenían mucho dinero enviaban a un niño a un centro de atención infantil. Hoy un joven padre puede dejar a su hijo y dedicarse, por ejemplo, a su negocio.

El real combate a la inseguridad, quiero decir combate eficaz, y que puede hacer soñar a nuestros jóvenes, es en ya no dejarse reclutar en clicas delictivas para organizarse, se lo digo así, en “clicas” productivas.

Y esto (los Polos) irá por lógica enlazado con el DTE, el Despliegue territorial del Estado, desde el Ministerio de Medioambiente, por ejemplo, para nuevas iniciativas de inversión para la instalación, allí donde ellos viven, de reciclaje de desechos. Iniciativas que cualesquiera que hayan sido las razones, no se han desarrollado en nuestro país en dimensión local. Y así, un sinnúmero de iniciativas, propias de la gente, movilizadoras del Estado, desde la cabeza (la presidencia) hasta la última oficina, en función de los Polos. Es ese el concepto.

Yo así veo la ventaja de Hugo, ventaja que de hecho para él son desafíos. Y mi impresión es que así lo está viendo el votante.

Y, fíjese, eso de que Hugo se aparte de su partido. Es bobo eso. Si mal no recuerdo mis lecturas: hacia 1975, 1976, la reivindicación mayor de los campesinos (de los jornaleros como se les llamaba entonces), era un poco de arroz con sus frijoles. Y los oligarcas ni eso querían darles. ¿Carne, con las tortillas? No, decían los oligarcas, se van a enfermar. Y Hugo en esos años creo que tenía 8 ó 9 años.

De esa lucha viene nuestro candidato. Claro que hay que ser crítico, pero ¿cuál es la intención de los que hablan así? Es confundir al votante. Por eso le decía hace un momento que el Frente es referente. Del pueblo, de la nación, no solo de sus militantes, y por eso, incluso sus adversarios lo respetan.

¡Bueno!, uno de esos adversarios no. Hablaremos de él.

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