Francisco Herrera
[Ayer cerramos con tres palabras: “hablaremos de él”]
Entonces, ¿fascista Bukele, ególatra Bukele? Me adelanto un tanto para decirle que en un caso (fascismo) estamos en política, y en el otro caso no (o no siempre: estamos en conducta social individual).
No está demás recordar también que si la idolatría es culto de ídolos, la egolatría es culto de sí mismo; como tampoco está demás recordar que hay una diferencia, en apariencia mínima, entre narcisismo y egolatría. Un narcisista se contempla, con espejo o sin espejo; y, después de todo, o aburre o da risa. En cambio el ególatra cultiva el culto de sí, adorarse, y si ese culto es excesivo puede desembocar en enfermedad convulsiva: adorame, vos. Ah! ¿no querés adorarme?, ¡te odio! Yo creo que Bukele está enfermo. Y creo que, cualquiera que sea el grado de su enfermedad, ya no se cura.
Sí, gracias por la observación. Veo que coincidimos: la relación es estrecha entre el fascista Bukele y el ególatra Bukele. Sí, claro; pero ¿cuál es el problema?
Ningún problema… si no es presidente de los salvadoreños… ni mío, ni suyo, ni de aquel, ningún problema.
En otro momento de nuestra conversación decíamos que votar es entregar poder. Bukele será al final del día de este 3 de febrero depositario de la entrega que le hagan ciudadanos, en absoluto derecho de votar por él –por su puesto. Hay demasiadas señales de que ello sería un error…
Decíamos también que hay un factor objetivo, absolutamente decisivo y determinante: la obra social del fmln. Y decíamos sin ambages que es ése el enemigo de Bukele, y no otro. Y no solo de Bukele como persona, sino Bukele con poderoso poder económico detrás de él. Sería un error, pues, pensar que es otro el verdadero enemigo de Bukele. Y por eso aludíamos (tremendamente rápidamente) a la Italia de hace cien años y a la Alemania de hace noventa años. Le propongo examinar lo nuestro, el caso Bukele: sí, en verdad puede afirmarse que Bukele sería un grave error. De acuerdo. Usted habla de “señales”, y de muchas; veamos las más cargadas de significación –desde nuestro punto de mira, por supuesto.
A ver: este señor es muy dado al golpe de emoción. Sabe que en política activa no basta tener (la) razón, hay que tener también adhesión; y que por lo tanto, según él, mentir es legítimo, si el objetivo es lograr adhesión.
Así es. No olvidemos que Bukele es publicista, diestro en el trabajo de imágenes; sabe hacer creer (solo es un ejemplo) que una salchicha, filmada desde cierto ángulo con lentes especiales en una cámara de buen número de pixeles y bajo un fajo de luces de colores, puede ser vista en su televisor como un cohete lanzado al espacio por la NASA.
Le doy dos ejemplos (que no me invento, conste. Lo que podríamos llamar sacarle provecho a su vida familiar en función de su carrera política).
Primer ejemplo: durante la campaña para alcanzar la alcaldía de San Salvador planificó minuciosamente la fecha de su boda. Claro, casarse es siempre un hecho simpático. La familia real inglesa organiza magistralmente estas “salidas” ante sus súbditos.
El segundo ejemplo: hace un par de días planificó minuciosamente el anuncio del embarazo de su esposa. Emocionante ¿no?, ante las mujeres, sobre todo. Recalco: el anuncio, pues en buenas cuentas nadie sabe de cuántas semanas o de cuántos meses es el embarazo. Es el anuncio, mediante una foto, el truco. Le hago un esquema: ansia enfermiza de poder – elecciones – casamiento o embarazo – planificación de hijos.
Veamos otro de sus trucos, no puntual; al contrario: muy frecuente, como un síndrome: Jugar a la víctima, generar permanentemente un clima de víctima alrededor de él.
En el Salvador del Mundo se subió a la tarima de su mítin escoltado de matones enchalecados y armados, todos bien visibles ante las cámaras. Objetivo: crear sensación de que alguien quiere atentar a su vida. Esa vez la noticia, especialmente en los medios televisivos fue: Bukele esta (ría) siendo amenazado.
Ah, mire, ¿y qué haría este barbudito, ya imbuido de poder, perdón por insistir: digo imbuido, no digo investido; qué haría con el batallón presidencial circulando en las calles de San Salvador, tipo seis de la tarde por ejemplo?
No sé, pero no cuesta ver lo que haría. Yo se lo pongo así: qué haría cuando va bajando (cuando vendría bajando del avión, con fanfarria y todo esperándolo, en Comalapa o en La Unión) después de un viaje al exterior? A menos que aterrizara en los dos aeropuertos, el real y el otro.
No sé, fíjese. Habría que preguntarle a él, quizá pre-grabaría uno, a fin de que los salvadoreños viéramos en simultané como dicen los periodistas franceses, dos barbuditos en bajada…
Bueno, ya más en serio: estamos ante un pícaro mentiroso. No cualquier pícaro mentiroso. El mejor ejemplo de esto es lo de las nuevas ideas, noción que si la examinamos atentamente es falsa.
¿Y quién no tiene ideas? Todos tenemos ideas, no podríamos desempeñarnos en la sociedad sin ideas. ¿Qué tal un fontanero sin ideas, cuando usted lo llama para que llegue corriendo a arreglarle el chorro y ya son las diez de la noche y ni cinta teflón tiene en su caja de herramientas? O sea, es excluyente esa noción. Socialmente excluyente.
[Continuamos la próxima semana, miércoles y jueves].
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