Por Wilfredo Arriola
“Un hombre que lo tolera todo es un hombre que no defiende nada”. Dice la enseñanza popular y en su decir nos devela una parte incomoda de la verdad. Tolerar, solo la palabra en sí ya tiene un peso diferente, es decir, soportar algo que no podemos llevar y aun así, continuar con esfuerzo, a pesar de ello está la contraparte de que quién lo tolera todo no defiende nada, la manera más directa de renunciar al criterio propio y seguir los lineamientos de los demás. Una forma obligada de ser un peón más, donde por cierto ya tenemos demasiados…
Decidir el propio camino trae enseñanzas difíciles pero sobre todo, nos develan senderos ocultos que solo por el conocimiento de la experiencia pudiéramos atravesar, porque decidimos ser nosotros mismos sin renunciar a la esencia de lo que nos da valor, lo irrepetible de darle carácter propio a lo que representamos, a lo que hacemos y eso sin dudas generará emociones en los demás que probablemente nunca nos daremos cuenta, pero fluirá a su debido momento con la gente acordada y con las palabras precisas.
Cuidado con lo que lo toleramos porque de esa forma le enseñamos a los demás a cómo tratarnos, permitirle la descortesía a uno es darle motivos a los demás para que lo emulen, y no solo recibirlo sino también hacerlo, poner en desventaja a alguien, tratarlo con desdén propicia estar del otro lado la historia, pero siempre nos rodea igual. No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo, diaria Camus, y no seré yo quien le contradiga a esa verdad…
Lo que defendemos también nos define, amigos, familia, creencias, pasados, lugares. Siempre hay algo también que defendemos que es indefendible, que es para nosotros aquello que no es para los demás, porque hay algo que nos une, que nos vincula y solo nosotros lo sabemos, y en ese sentido lo defendemos y eso basta, la explicación no es necesaria porque tampoco lo entenderían… y no se convierte en un secreto, está en esa delicada línea de no pertenecer a ningún lado, ni del lado oculto ni tampoco del lado público, es parte de nosotros y está bien saberlo, pero para ello es necesario defenderlo. Hay una virtud que estriba en ello, en la nobleza de saber elegir aquello que está dentro de nosotros de manera especial y hace de manera inequívoca que apostemos por ello, aun en la desventaja, a lo mejor sea ese, el inicio de la definición de la palabra: Lealtad.
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