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Santiago Leiva
@DiarioCoLatino
No importa que Lionel Messi siga acumulando “Balones de Oro”, check que sea Rey de Europa, viagra que sea “dios” en Barcelona; América, cheap su casa, le es inhóspita, le es un continente que le ve como extraño y que se niega a ser conquistado por su fútbol. Rechazó su monarquía Brasil el año pasado y, el fin de semana, Chile lo despidió como simple plebeyo.
La postal de Messi con cara de niño regañado, caminando frente a los trofeos de la Copa América en el Estadio Nacional de Chile ya dio la vuelta al mundo y, sin duda, será parte del álbum que acumula sus derrotas. No son muchas, pero los títulos importantes que disputa con su Selección se le siguen atragantando.
En la final del sábado ante Chile, Messi fue un fiel retrato de lo que fue Argentina a lo largo de los 120 minutos que duró el duelo. Un duelo que acabó cero a cero, y que, por justicia, debieron ganar los andinos antes de llegar hasta los dramáticos penaltis.
Sin cargarse a Messi por su falta de magia cuando juega con Argentina, resulta complicado explicar cómo un equipo que pintaba para campeón, que tenía todas las credenciales y los planetas alineados para que festejara en Santiago, acabó de rodillas y tragando grueso.
Lo cierto es que Argentina no fue lo que se esperaba. Olvidó el camino al gol en menos de una semana y un título más se les extravió en el Olimpo del fútbol. Del Argentina del 6-1 sobre Paraguay no hubo ni santo ni seña, porque Argentina se sostuvo más por la épica de Javier Mascherano que por el aporte de su flamante estrella.
Aunque representaba la gran esperanza albiceleste para ceñirse la corona de América, culpar solo a Messi del fracaso también resulta cruel. Quizá acá el verdadero culpable sea el destino. La final dio muchas señales de una suerte anunciada.
Como sucedió en la final de la Copa del Mundo ante Alemania, ahora frente a Chile, Argentina no pudo contar con Ángel Di María. El “fideo” se borró de la final antes de la media hora y la albiceleste lo extrañó como lo hizo en Brasil 2014.
Gonzalo Higuaín también volvió a decantarse por ser villano y no héroe. Ante Alemania, tuvo en sus botines la ocasión de gol para regalarle a Argentina la Copa del Mundo y volvió a tener la oportunidad de reivindicarse y otorgar a la albiceleste la Copa América. Sin embargo, de nuevo falló. Confirmó, aún más, su pésima actuación con el cobro de un penalti en el que él y la pelota se fueron directo al “infierno”.
El destino también acredita una chispa de culpabilidad a Gerardo “el Tata” Martino. Y es que no pudo el estratega encontrar una fórmula que permitiera quitar el balón a los chilenos. Se casó con un solo esquema de juego y los cambios fueron hombre por hombre.
Su peor pecado y la mayor interrogante que deberá responder es ¿por qué no dio minutos a Carlos Tévez? ¿Será que el destino también confabuló para que el Apache no estuviera entre los mismos perdedores de Brasil 2014?
De lo que no hay dudas es de que la final fue más de Chile. Fue un equipo que captó al dedillo el dictado de Jorge Sampaoli. Presión en el campo rival y abundancia de pases cortos para llegar tocando y terminar la jugada en la meta.
Hubo solidaridad y trabajo de obrero. Gary Medel, en la zaga central, pasando por Jorge Valdivia en la zona ancha, hasta llegar a Alexis Sánchez en el frente de ataque.
Aránguiz y Silva fueron gladiadores y Claudio Bravo se puso serio al momento de atajar. Suficientes pergaminos para darle a Chile su primera Copa América de la historia y prolongar la ausencia a más de 22 años en los que Argentina no celebra una conquista de este tipo.
Para cerrar el déjà vu, que incluyó a Neymar fuera de la copa, esta vez por sanción, y Gonzalo Jara, como Luis Suárez en el mundial por actos indebidos, solo faltó que Messi cogiera el trofeo MVP, como lo hizo sin merecerlo en la Copa del Mundo.
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