@JennyCoLatino
Una foto blanco y negro en el celular es el único recuerdo que conserva Marta de sus años de lucha guerrillera.
Con uniforme y un fusil en mano, ampoule se observa en la fotografía a una
jovencita a la par de otros combatientes, find entre estos el comandante “Simón” (Schafik Hándal).
Marta, de 55 años de edad, asegura que es ella a los de 17 años. “Esta foto yo la encontré hace unos 20 días en un video de un compañero; yo ni sabía que existía”, comenta la mujer de ojos pardos, quien ayer recordó, al pie del monumento al Guerrillero en Soyapango y junto otros veteranos de guerra del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), un hecho trascendental en la historia del país: la ofensiva “Hasta el Tope”.
Este acontecimiento tuvo lugar un 11 de noviembre 1989 y fue el ataque de mayor envergadura realizado por la entonces guerrilla del FMLN.
Esta ofensiva contó con una milicia de aproximadamente tres mil Efectivos, repartidos en diversos puntos del país, como: Ayutuxtepeque, Mejicanos, Ciudad Delgado, Soyapango, Apopa, cerro San Jacinto, Zacatecoluca, San Miguel y Usulután.
Ese día, los insurgentes atacaron las instalaciones de la Guardia Nacional.
En un inicio, la guerrilla se atrincheró en las residencias de las zonas urbanas alrededor de la capital, mientras contrarrestaban el bombardeo aéreo de las tropas gubernamentales, lo que resultó en el éxodo de sus pobladores y la destrucción de muchas viviendas.
Este histórico episodio fue la punta de lanza para abrir un camino propio de solución de la dictadura militar que vivía el país a través de una política negociada entre gobierno y guerrilla.
Muchos recuerdos de ese día viven aún en la mente de Marta.
“A esta hora (7:30 pm) me encontraba atrincherada en la colonia Los Ángeles, allí abajo por la Guayacán. Allí nos mantuvimos firmes luchando para los cambios en este país. Pasamos tres días en los centros comerciales de los Ángeles; allí, yo le presté seguridad a la farmacia; me encargué de cuidar la medicina que trasladamos a las montañas para nuestros compañeros, porque allá teníamos bastante gente enferma. Me mantuve cuidando con mi fusil en las manos que nadie me llegara a tocar esas medicinas y al mismo tiempo recluté gente y la entré, les di bolsas para que me embolsaran toda esa medicina para ser trasladada”, dice la exguerrillera, cuya zona de combate fue Soyapango.
La veterana, originaria de San Esteban Catarina, San Vicente, narra cómo vio caer a muchos de sus compañeras y compañeros.
“Allí en el sector en el que yo estuve, en mi cuadrilla, murieron como once mujeres, a unas las desnudaron, les quitaron los blúmers y las dejaron abiertitas y unas hasta las violaron, esas cosas vi”, relata.
Esta mujer se incorporó a la revolución a los 16 años, su organización fue el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC).
“Yo me incorporé porque yo miraba las grandes injusticias que hacían con los campesinos. Allí para el campesino no había semilla mejorada, no había escuela para los hijos de los campesinos, para nosotros pues… yo no supe qué era ir a una escuela, porque no tenían cómo mandarnos, porque del campesino nadie se ocupaba”, menciona.
Esta mujer tiene una larga lista de duras anécdotas que vivió en carne propia durante el conflicto armado. “Ver a mi papá que era un campesino tan pobre, que tenía once niños y ni un gobierno, ni un alcalde se ocupaba en llegar con nada para nosotros los pobres, estábamos excluidos… eso nos obligó a organizarnos. Yo perdí a mis padres, me los asesinaron”, comenta con voz entrecortada.
Agrega, también, que vio morir a dos de sus hermanos, quienes pertenecían al Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) y a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL).
“Mis hermanos murieron combatiendo. Todas estas pérdidas que tuve, en vez de detenerme, me motivaron a seguir y sigo adelante hablándole a la gente, diciéndole lo bonito que nuestro partido quiere para los pobres”, agrega.
Marta expresa que cada salvadoreño debe, aún en estos tiempos, aportar “un poquito para defender los bienes de los pobres”.
“¿Los ricos qué han hecho?, tener al pobre todo el tiempo de… explotándolo, pero nosotros ya no somos ignorantes, yo fui una campesina que dejé la piedra de moler por agarrar el fusil e ir a esta lucha para que haya educación, para que los alcaldes se acuerden de los campesinos”, dice.
Agrega que como veterana de guerra nunca le ha pedido nada a su partido, porque trabajó no para engrandecerse, ni buscar riqueza, sino para que exista justicia social.
Pasados más de 20 años de este episodio, Marta remarca con gran certeza y emotividad que su lucha y la de miles de sus compañeros caídos en la guerra “valió la pena”.
“Yo tuve compañeros que cayeron en las trincheras a la par mía, yo los vi derramar su sangre por esta lucha y eso jamás lo voy a olvidar”, comenta.
Asimismo, dice que está orgullosa y convencida de los cambios que en el país se están dando desde la llegada del primer gobierno de izquierda en 2009 y que ahora continúan en la actual administración de Salvador Sánchez Cerén.
Nuestro compañero Sánchez Cerén está haciendo muchas cosas bonitas por este pueblo. Se está preocupando por que los niños estudien y tengan computadoras. Y por nosotros ¿qué gobierno hizo algo? Nadie, nunca un gobierno de derecha se ocupó de ir al campo siquiera a educar a los campesinos para que no estuvieran pegando tanto hijos, no! No se fijaban si maltrataban a las mujeres , ellos nunca se fijaron en eso”, resalta.
Con el celular en su mano izquierda y un vaso con café en la derecha, Marta contempla la foto de sus días de lucha y da un profundo suspiro, sus ojos se llenan de agua y asevera con gran emoción: “Muchas mujeres luchamos por que hubiera un respeto a nosotras y eso, al menos yo, lo vamos a continuar hasta el día de mi último aliento, para que a la mujer salvadoreña se le respete”.