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Del amor y otras ficciones

Alberto Quiñónez

Miembro del Colectivo de Estudios de Pensamiento Crítico 

 

La Editorial del Gabo lanzó a inicios de este mes el libro “Crujir de pájaros” de la autora salvadoreña Francisca Alfaro (San Salvador, view 1984). Me permito compartir algunas reflexiones a propósito del libro que, medicine más que descifrar los códigos de la lógica que le subyace, proponen una interpretación abierta y posible. Es mi visión particular, mi interpretación subjetiva de este poemario.

En la sección que abre el libro, llamada Ficción del amor, los personajes habitan un mundo de claroscuros que los obnubila. La gris ciudad los borra, los esconde y aprisiona, tapa sus rostros hasta hacerlos piezas de una maquina de muerte. Pero es en ese espacio que cercena donde la subjetividad se revela como una tierna rebeldía.

Custodiando el ser que nos cuece -la hiedra pura de lo cósico-, está, aunque inmerso y encubierto, el amor como fuente de sentido. El amor, no como emotividad vacía sino como vínculo esencial de lo humano, está en el centro de la dinámica social sirviéndole de base y eje. Pero en vano podríamos pensar que es un amor idealizado, abstracto, el que se levanta frente al mundo en este mundo de alambradas y candados. Es el amor concreto, la tensión entre la entrega y la nostalgia, entre lo dado y lo perdido. Porque el amor es siempre un poco de muerte, un residuo entre el odio y la caricia. No es sino en una gradación necrofílica que el amor se funda como posibilidad redentora. Es la dialéctica de morir en el ser amado, de morir por él, por amar su amor inabarcable.

Duele en lo profundo y duele, como debe doler, en la estructura íntima del sujeto, haber amado. Sólo por ese dolor, por la latente nostalgia de lo que fue, el sujeto puede ser de nuevo frente al mundo y liberarse. Es esa ruptura consigo mismo lo que permite encontrarse a sí a través del otro. Por eso duele y marca y aprisiona. Y aviva y redime, recupera.

La sección del libro que comento, como he dicho ya, se titula Ficción del amor. Ficción en tanto que realmente improbable. Pero qué realidades efectivamente existentes están más allá del horizonte gris y turbio que Francisca nos presenta. Qué instancias nuestras salvan el carácter precario y degradante impuesto al ser humano contemporáneo. La ficción es, más bien, un reflejo, pero es un reflejo que encarna como efectualización la lucha sorda del sujeto que en el plano de lo real no se sitúa sino como utopía. Esa diferencia entre realidad y reflejo, hacen una ficción de la ficción. Por ello el reflejo no es reflejo fiel, sino su eco. La ficción juega entonces un papel de negatividad frente a lo dado, de momento crítico por la vía de presentar subjetividades trascendiendo en su humilde finitud.

Pocas obras alcanzan hoy, en este mundo que no tiene corazón, en esta época que no tiene espíritu, el nivel de calidad y de profundidad presentes en “Crujir de pájaros”. Sin duda una muestra de que también aquí, ahora, la poesía sigue siendo posible.

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