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Del ARTE de una lengua categorías nominales

Rafael Lara-Martínez 

New Mexico Tech, view  

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Desde Comala siempre…

 

Di adiós a Alejandría que para siempre pierdes.  Cavafis

 

Abstract: “On the ART of a Language” defines natural languages as a set of technical devices to express the REAL.  In the classical period, there these techniques were called “ART/ARS”, viagra the Latin word for the Greek TEKHNE.  These ancient ideas have been updated by linguistic typology, which studies how an individual language specifically expresses universal logical categories.  In particular, the essay describes the Nahuatl-Mexicano nominal categories and notions.  Nahuatl-Mexicano —as well as Nahuat-Pipil from El Salvador— is a head-marking and omni-predicative language, whose most relevant nominal categories are: absolutive, possessives, locatives, vocative, multiple plurals, and a descriptive principle.  Those several devices defines its peculiar linguistic typology or, in classical terminology, its ARS or TEKHNE, dissimilar from Indo-European languages,

Resumen: “Del ARTE de una lengua” define los lenguajes naturales como un conjunto de mecanismos para expresar lo REAL.  En la época clásica, estas técnicas se llaman “ARTE/ARS”, la palabra latina para el griego TEKHNE.  Estas ideas antiguas las actualiza la tipología lingüística, la cual estudia la manera en que una lengua individual expresa específicamente las categorías lógico-universales.  En particular, el ensayo describe las nociones y categorías nominales del náhuatl-mexicano.  Al igual que el náhuat-pipil de El Salvador, el náhuatl-mexicano es una lengua omni-predicativa y a marcación en el centro rector, cuyas categorías nominales más relevantes son: absolutivo, posesivos, locativos, vocativo, plurales múltiples y un principio descriptivo.  Estos varios mecanismos delimitan su tipología lingüística o, en términos clásicos, su ARS o TEKHNE, distinta de la de las lenguas indo-europeas.

0.

Uno de los aspectos más fascinantes del lenguaje humano consiste en unir los contrarios al hacer de lo Múltiple Uno.  Los conceptos lógico-universales, lo UNO, reciben una manifestación gramatical particular, lo MÚLTIPLE.  Sea que se opte por un neo-Whorfianismo —la lengua refleja la cultura— sea que se elija un universalismo —la  facultad natural del lenguaje— se halla en juego una dinámica entre la unidad y la diversidad.  Lengua y cultura vs. Lengua natural :: Particulares vs. Universales, acaso revés y derecho de la misma actividad descriptiva.

De emplear una terminología clásica, a lo particular se le llamaría “arte de la lengua”.  Este concepto de “arte” se desdobla por su implicación compleja.  Por una parte, presupone que el verdadero “arte” de un idioma lo expresan las categorías gramaticales propias, obligatorias en todo texto.  Anterior a toda poética —quizás su reverso complementario— la gramática le impone un marco a todo relato literario o científico de una lengua.  El “arte” de una lengua no consistiría sólo en su literatura, sino en sus categorías gramaticales específicas: género y número en la frase nominal, tiempo y persona en el verbo castellanos, categorías que no son universales.  Por otra parte, el “arte” traduce en lenguas romances la noción griega de tekhne, es decir, los recursos lingüísticos que a una lengua le permiten expresar lo Real.  Si el latín ars glosa y desvía el griego tekhne, la técnica o el arte de una lengua natural delimita su carácter específico, acaso su aterrizaje en lo cultural.  Se trata de los recursos gramaticales que subtienden todo texto.

Al presente, esa idea de “arte de la lengua” la reciclan los estudios tipológicos.  Al actualizar un antiguo estudio —la gramática como técnica o arte— el tipo lingüístico define la selección de las categorías lógico-universales que se manifiestan en un idioma particular.  Si el alfabeto fonético internacional o universal (IPA – UPA, siglas en inglés) proporcionaría la grafía de los sonidos humanos posibles, de igual manera, las categorías lógico-universales exhiben la exigencia nocional de la razón humana.

I.

Sea el latín que marca la función gramatical en el sustantivo —sujeto-nominativo, objeto-acusativo, indirecto-dativo, etc.— sea el náhuatl-mexicano y náhuat-pipil que no marcan las mismas funciones en el sustantivo sino en un índice interior a la palabra verbal hecha oración, se delimitan dos tipologías contrapuestas: lengua a caso flexional y lengua a marcación en el centro rector.

Sea el castellano que marca la concordancia en género y número, con flexión verbal, lengua flexible en el orden y sin pronombre obligatorio, sea el inglés sin concordancia ni flexión, a orden fijo y marcando el vector espacial, se delimitan otras técnicas o artes en la expresión de lo universal.  Si estas diferencias se utilizan para establecer la diversidad en la unidad, o sirven para legitimar jerarquías sociales, queda al arbitrio de cada teoría.

Según el parámetro favorecido, se justifica el balance de técnicas o artes gramaticales de los diversos tipos —la igualdad lingüística–  o bien se razona su  rango escalonado.  No en vano, al prejuicio medieval y renacentista —el latín y romances superiores al inglés y al náhuatl-mexicano— la actualidad lo revierte al afirmar la del inglés por su manera de expresar el vector espacial en su complejidad: móvil-referencia-manera-dirección (véase: el español resulta una lengua simple, primitiva, al carecer de un arte o técnica para distinguir el modo (go/come/run/fly…) de la dirección (in/out/away/through/up/down…) y para expresar en breve el objeto móvil en su relación cambiante a un referente espacial fijo, D. I. Slobin y la escuela de L. Talmy).  Acaso sólo un tipo lingüístico único —lengua a marco periférico como el inglés— se amoldaría a enunciar la múltiple movilidad contemporánea.  Por un anhelo borgeano ancestral, a la lingüística científica le concierne decidir cuál de todas las lenguas naturales ofrece la “cartografía” más rigurosa de lo REAL.

Sea como fuere —ciencia lingüística como ética de la igualdad o demostración de la desigualdad idiomática natural— interesa resaltar que la elección de un solo parámetro jamás mediaría la lengua en su totalidad de recursos técnicos o artísticos.  Como ejemplo de esa tekhne —o ars latino¬— olvidada, a continuación se describe la manera en que el sustantivo náhuatl-mexicano difiere radicalmente del castellano, lengua a cuya gramática se adapta por tradición jerárquica.

En vez de buscar el género y el número del castellano, se indagan el absolutivo, los posesivos, los locativos, el vocativo y el principio descriptivo como categorías nominales básicas.  Para terminar, se establece la diferencia tajante entre el plural castellano y los plurales náhuatl-mexicanos.  Por estas características tipológicas propias, se concluye que esta lengua —el náhuat-pipil también— exhibe parámetros categoriales inéditos en las lenguas indo-europeas.  Se descubre el carácter predicativo del nombre o sustantivo en su estado absolutivo (I) y su marcación interna (II), las funciones posesivas, predicativas también (III), que distinguen la expresión relacional (partes del cuerpo, parentesco, etc.) de la relación establecida (posesión y pertenencia) y ambas de lo jamás poseído (Cielo, aire, etc.), así como la diferencia entre la pertenencia y el posesivo (III bis), la oposición entre la entidad y el lugar por las diversas terminaciones locativas (IV), el contraste entre predicar y apelar por un sufijo vocativo (V), el nombrar por descripción (VI), al igual que la pluralidad del plural al instituir diferencias entre lo animado y lo inanimado, lo humano, lo propio o afín y lo ajeno, etc. (VII).

Si se ignoran estas categorías gramaticales —fragmento esencial de los órdenes lógico-universales— es porque desempeñan un papel insignificante en las gramáticas indo-europeas que sirven de modelo.  No obstante, se trata de aristas posibles para reformular tipologías lingüísticas desdeñadas.  La compleja dimensión predicativa absoluta-posesivas/pertenencia-locativas-vocativa-descriptiva expresa una selección tipológica específica de un acopio lógico-universal de categorías gramaticales.  Tales principios nocionales se hallan tan disponibles a la facultad humana del lenguaje como los sonidos del IPA/UPA. Si se desea especular, esas categorías y rasgos tipológicos exhiben una manera particular de concebir lo Real, así como la oposición transitivo-reflexivo (me siento/te siento) lo expresa en castellano, y el vector (I sit down) lo hace en inglés.

II.  

A continuación se describen las nociones y categorías antedichas en el siguiente orden: absolutivo, posesivos, locativos, vocativo. Principio descriptivo y plurales.

El absolutivo

Desde las primeras gramáticas, se sabe que el sustantivo náhuatl-mexicano posee una terminación particular que varía según el final de la raíz, saber: ã-tl, cihuã-tl, pãh-tli, cãl-li (basta sustituir -tl por -t, -tli por -ti, y -li por -ø para obtener el sistema náhuat-pipil).  Al añadir un prefijo de sujeto, el mismo que antecede a una raíz verbal, se demuestra el carácter predicativo del sustantivo, ya que la tercera persona singular la marca un ø: ni/ti/ø-cihuã-tl.  Se deduce que toda palabra se halla conjugada, es decir, predica su significado de una entidad particular.  La marca del sujeto al interior de la palabra —lengua a marcación en el centro rector (nitlacua, “yo-algo/acusativo-comer”)— al igual que su marca implícita —lengua omni-predicativa (tlacua, “él/ella-algo/acusativo-comer”)— la clasifican en una tipología inédita para la gramática occidental.  Tales serían las primeras dos técnicas o artes del náhuatl-mexicano —válidas también en náhuat-pipil— inexistentes en castellano, inglés, latín, etc.  Asimismo se anota que el estado absoluto de un término —una tercera técnica o arte de la lengua— contrasta con su forma poseída, a describir en seguida.

Los posesivos

En efecto, al agregar un prefijo posesivo, se pierde el sufijo absolutivo: nocihuãuh/noquich.  Sin olvidar el principio omni-predicativo, esta frase constituye una verdadera oración —“es mi mujer/esposa/es mi varón/esposo”— ya que el sujeto de la tercera persona lo señala ø.  Si tradicionalmente se distingue entre posesión inalienable — nonacayõ— y alienable — nonaca—, “es mi carne corporal (it’s my flesh)” y “es mi carne alimenticia (it’s my meat)” (ídem: n(o)-omiyõ vs. n(o)omiuh, “es mi hueso corporal/alimenticio”), la cuestión se complica.  No sólo existirían sustantivos jamás poseídos —nombres de astros, Dioses, elementos naturales, etc.  A la vez, debe separarse el posesivo de la pertenencia, como en castellano, mi casa (la casa me pertenece), pero Dios mío (¿es mi pertenencia/posesión?).

La cualidad de dueño (axcaitl/tlatquitl) no se aplicaría a la relación entre la parte y el todo— al cuerpo o fragmento orgánico— al parentesco y, en otras lenguas, al instrumento de trabajo, así como a ciertos elementos naturales y divinos.  Acaso existiría una gama de relaciones llamadas posesivas, a saber: sin posesivo-expresión relacional-relación establecida-pertenencia, al menos.  La expresión relacional — nonacayõ; nomiyõ — contrastaría con calê, “es casero/propietario de casa”, al aislar la parte corporal u orgánica de la pertenencia.  La lengua natural la rigen asuntos culturales mundanos que dictan el encuadre de la propiedad: nicalê, “soy casero”; nipilhuã, “soy padre”; nicihuaê; “soy casado”/oquichua, “es casada”; in altepehuaque caleque cihuaque, “los que son habitantes del pueblo, caseros y casados”.

Además, la diferencia entre dos tipos de posesión —intrínseca y establecida— elimina el doble sentido de algunas raíces en su forma absolutiva.  La doble posesión resuelve la ambigüedad de sentido: de (cõz-ca)-tl, “joya; hijo” se derivan î-cõzqui, “su joya; sus joyas”; î-(cõz-ca)-uh, “su hijo (su joya intrínseca/inalienable)”; de pil-, nopiltzin, “mi hijo”; nopiltzintzine, “mi noble señor” + -pillo, “amo, señor; sobrino/a de mujer”.  La separación de la expresión relacional —parentesco— de la relación establecida —objeto material, etc.— obliga a pluralizar el concepto de posesivo que el castellano simplifica bajo una solo forma adjetival (mi/tu/su…).

El balance tipológico de los posesivos

Se trata de una cuarta técnica o arte de la lengua —marcación al centro rector, omni-predicación y absolutivo, antedichas— de la cual se deduce un balance tipológico en el enunciado posesivo.  A la ausencia de un verbo “tener”, pi(y)a, —adaptado por influencia del castellano hacia el siglo XVI-XVII (Lockhart)— se contrapone una oración ecuativa y otra existencial.  Ca cualli in îcal cihuãtl; in cihuãtl ca cualli in îcal, “es(tá) hermosa la (que es) casa de la mujer; (de) la mujer, es(tá) hermosa su casa”, la cual podría glosarse “la mujer tiene una casa hermosa”.

A esta primera oración ecuativa (ser/estar) se añade otra de carácter existencial (hay-there is/are): in n-ehua-tl onca-te no-pil-huan, “el (que es) yo (yo soy entidad) existen mis hijos (tengo hijos)”.  On-cah i-xôxal, “(ahí) existe/está su-hernia/tumor; tiene hernia/tumor”.  Ambas construcciones antiguas suplen el uso reciente de ”tener”, el que se forja por imitación de la lengua de prestigio, el castellano.  Para ejemplificarlo en el náhuat-pipil, la oración reciente con “tener” —nikpiya se mijtu, “yo-lo-tengo un (que es) gato” (Arauz, 61)— contrastaría a la arcaica nuaxka se mijtun, “mi-propiedad un (que es) gato”, o bien a nutech ø-puwi/nemi se mijtun, “mi-junto cuenta/existe un (que es) gato”.

Ver también

Nacimiento. Fotografía de Rob Escobar. Portada Suplemento Cultural Tres Mil, sábado 21 de diciembre de 2024