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Del fuego a la horca

Chencho Alas
MONCADA

Nuestro flamante presidente Nayib Bukele anunció el jueves por la noche vía twitter la instalación de la CICIES en el país. Como todo es sorpresa en nuestro paisito con la nueva administración, no dio nombres de quiénes van a ser los miembros de la nueva institución estatal. Tenemos que esperar otro twitter para conocer los nombres de los allegados a Bukele. Desde luego, la CICIES bukeliana es toda una maravilla de la democracia made in El Salvador.

Varias voces dentro y fuera del país se han levantado pidiendo una CICIES que se apegue al derecho, que tenga en cuenta la institucionalidad de nuestra sociedad representada por la Asamblea Legislativa y avalada por la Corte Suprema de Justicia, pero al señor tuitero no le importa. Le interesa la sorpresa, lo propagandístico, lo que le abone para ganar diputados en las elecciones del 2021 y colocarse como el supremo señor del orden en el país. Mucho de narcisismo al estilo de su amigo del norte.

Según el congresista Eliot Engel, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, la implementación de una Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en El Salvador (CICIES) “es un paso en la dirección correcta”, pero es necesario que tenga la asesoría de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y en algún grado de la Organización de Estados Americanos (OEA). La ONU tiene prestigio, no así la OEA (la oficina de colonias de Washington) con Almagro a la cabeza, un hombre servil y corrupto.

En El Salvador, entre otras voces se ha manifestado la del abogado penalista Ulises del Dios Guzmán, exmagistrado de la CSJ, quien ha afirmado que “no le parece serio”, “no tendrá crédito”, “servirá para investigar a sus enemigos políticos, económicos, y otros adversarios”, la creación de la CICIES tal como se ha hecho; señaló que ha sido creada “a espaldas de la sociedad, de la institucionalidad y de la Asamblea Legislativa que es la que tiene formalmente la máxima representatividad política”. La presencia de un representante de la OEA en la ceremonia de formalización de la nueva entidad no le allega prestigio, todo lo contrario. Nayib tuvo 100 días para invitar a la ONU. ¿Por qué lo hizo a última hora? se debe a la manera de operar del presidente, le encanta la sorpresa para mantener la atención del público al estilo de Trump.

Rolando Alvarenga presidente interino del partido ARENA se ha manifestado en favor de la CICIES, sin embargo, objeta el procedimiento seguido por Nayib que ha dejado de lado a la Asamblea Legislativa. Señala “la falta de transparencia”, lo cual le falta valor; yo diría, es un acto de corrupción del presidente, precisamente lo que pretende combatir.

A las voces ciudadanas se une la ONG Acción Ciudadana (AC), que no encuentra asidero legal en lo hecho por el presidente para que se apegue a las exigencias de la Constitución de la República. La negociación y ratificación de la OEA (la oficina de colonias de Washington) no tiene validez. Le toca en primer lugar al Congreso aprobarla en pleno conforme a los procedimientos vigentes. AC afirma que «existe muy poca información sobre el tema de la CICIES y por ello hacemos un llamado al Ejecutivo, para que el acuerdo sea negociado y ratificado por la OEA para luego someterse al Legislativo para que tenga facultades necesarias para el combate a la corrupción».

La aplastante victoria lograda durante las elecciones y el alto porcentaje de aprobación que recibe Nayib de la población, no le da el derecho para saltarse las leyes y procedimientos que existen en El Salvador. Tenemos que tener en cuenta que el twitter es la nueva moda de algunos gobernantes para comunicarse con los ciudadanos saltándose los medios escritos, hablados o cabildos abiertos. Twitter es corto, rápido y no ofrece el tiempo necesario para entrar en raciocinios, justificaciones, consideraciones propias de los seres intelectuales. Se ubica muy cerca de la frontera de lo irracional. La mayoría lo acepta porque es moda sin darse cuenta que conduce al anarquismo, al autoritarismo, al populismo.

La Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia y las organizaciones de la sociedad civil deben de ponerle un alto a Nayib, obligarlo a cumplir la ley. Los narcisismos presidenciales no son buenos consejeros, dañan la democracia.

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