William D. Martínez
Mi abuela decía: “Mijito, para conocer cómo será alguien en el futuro, escucha lo que habla, luego observa su conducta. Si lo que hace acompaña lo que dice será una gran persona, sin embargo, si la conducta contradice lo que habla será un desastre, por más que trate de presentar lo mejor de sí”. Vaya que tenía razón la abuela, pues de los salvadoreños que he conocido son pocos los que sus acciones fueron conforme a lo que predicaron sus labios y su legado fue tan grande que se volvieron seres imprescindibles. Con seguridad puedo mencionar personajes como: Schafik Hándal en política, Rutilio Grande en religión, Cariota Barraza en fútbol, Fabio Castillo en educación superior, Roque Dalton en poesía, Albertico Hernández en locución, Enrique Alvares Córdova, terrateniente solidario con la clase campesina. Y, el más grande salvadoreño parido en estas tierras, monseñor Romero (la voz), quien ofrendó su vida por el pueblo salvadoreño. Lo que trato de exponer es que a las personas por sus frutos las conoceremos y no es necesario tratarla tanto tiempo para saber el rumbo que llevan y qué quieren de los demás. Quien dirige el Gobierno actual, al final salió peor a los mismos de siempre que tanto critica. Su fusión con la derecha tradicional, como son aquellos personajes reciclados supra conocidos de GANA y ARENA, va contrario al discurso de lo que prometió durante su campaña presidencial, aunque mantenga un nivel aceptable de popularidad, pero eso es debido más a la propaganda millonaria que se hace a sí mismo, que, a los logros sociales, ya que hasta la fecha no se le conoce una buena obra social partida por la mitad. El general Martínez fue popular en su época y no por ser popular fue un gran mandatario.
Antecedentes
En tiempos del presidente Funes, Nayib Bukele era un perfecto desconocido y su oportunismo fue tan descarado que para entrar al FMLN lo hizo aprovechándose del apellido de su padre, quien aparentaba ser un crítico al sistema y amigo del partido de izquierda. Con las elecciones municipales de 2015, como partido político el FMLN nunca había podido arrebatar la municipalidad de Nuevo Cuscatlán y quien mejor que alguien proveniente de la clase dominante para lograrlo. Así fue como Nayib llega a ser alcalde de dicho municipio, no sin antes y por vez primera hacerse la víctima, ya que, ARENA no iba a soltar dicho municipio fácilmente. Sin embargo, después de movilizaciones de protesta por simpatizantes de la izquierda denunciando el robo descarado que quería hacer ARENA, Nayib fue ratificado como ganador del municipio, lo que sorprendió a la comunidad política. Después de tres años de un falso y bondadoso gobierno, donde nunca hubo una hoja de ruta ni un plan de desarrollo del municipio, se evaluó como aceptable su gestión, lo que catapultó a Nayib como candidato por la izquierda para disputar la alcaldía del municipio más importante del país: San Salvador. Además, quien lo apadrinaba era ni más ni menos que el coordinador General del FMLN, Medardo Gonzales. Y sucedió lo mismo que la elección del 2015, ante unos reñidos comicios pudo alcanzar la alcaldía del mal llamado Gran San Salvador. Sin embargo, se supo años después que para ganar dicha alcaldía Mario Durán, su mano derecha en la alcaldía y Carlos Marroquín, director de recuperación del tejido social en el actual Gobierno, entre otros, negociaron directamente con la pandilla MS 13, para lograr apoyo de la base social de dicha pandilla.
Antes de finalizar su periodo como alcalde de San Salvador, dio una muestra de su conducta impulsiva y, en discusión con una concejala del municipio, le lanzó con violencia una manzana, demostrando con dicha conducta su mal carácter y la no disposición a aceptar opiniones contrarias a sus intereses. Lo anterior, puso en duda su candidatura como candidato presidencial por dicho partido y, haciéndose la víctima ante los medios, esperó como cualquier militante sumiso el resultado del debate interno del Tribunal de Ética del Partido, que al final determinó expulsarlo del FMLN. Con la expulsión del partido de izquierda y como quien suelta la rienda a un caballo relinchón, Nayib orquestó la manera de presentarse como una víctima del sistema y que tanto la izquierda y la derecha tradicional, lo querían eliminar de la palestra electorera, lo que lo llevó a fundar en pocos días, con mucho dinero de por medio y con personajes reciclados de GANA, ARENA y del FMLN el partido Nuevas Ideas, que, de nuevo, solamente el nombre tuvo. Y es así como comienza a verse ante la población, como una víctima luchando solo contra el sistema.
Sin tiempo para inscribir formalmente a su partido Nuevas Ideas, decide refugiarse en la incisión más retrograda de la derecha, en GANA, llegando a la presidencia dando la apariencia ante el pueblo salvadoreño que él solo combatiría contra los gigantes tradicionales, que eran los que dominaban el sistema y de ahí en adelante todo era nuevo. Algunos intelectuales creyeron en sus palabras y le dieron, aún con los sucesos antes mencionado el beneficio de la duda votando por él, no por GANA, aunque votar por Nayib era votar por la derecha retrograda. Ya en el poder, sobresale su delirio de grandeza y comienza la repartición de su piñata, entregando en manos de familiares y amigos de confianza la conducción del país.
Sentado en la silla presidencial, cualquier salvadoreño con dos dedos de frente puede advertir que dos años de gobierno son suficientes para vislumbrar el rumbo que lleva el país, ya que, hasta la fecha ni el gobierno en sí, ni ningún ministerio público ha presentado la hoja de ruta que señale el camino durante los siguientes tres años que les quedan, y lo peor, cada ministerio y secretaría improvisa sin una conducción clara de la meta a donde quieren llegar. Cuando no se planifica adecuadamente se naufraga o se navega hacia ningún lugar. Uno de los síntomas de esta falta de rumbo es sentir desbordamientos por estar de apagafuegos continuamente y no distinguir lo urgente de lo importante. Además, cuando no hay una hoja de ruta preestablecida y un plan de acción predefinido tampoco se puede medir el progreso, el avance, el retroceso o, el estancamiento de un país. Lo que ofreció Nayib en la campaña electoral presidencial, así como lo que escribió en aquel mal hecho plan Cuscatlán con lo que hoy hace, está lejos de plasmarse en un verdadero plan de desarrollo de nación.
¿Qué hacer?
Con la llegada de la Pandemia el principal problema que los ciudadanos de a pie recienten es el desempleo. Es sabido que si no hay empleo el pueblo emigra y por ende se produce la desintegración familiar. La falta de políticas serias de una cultura de recreación para niños, jóvenes y adultos es otro grave problema. Para superar tales problemas habrá que bajar el presupuesto a algunas carteras de estado que realmente no son necesarias, al menos en esta coyuntura de crisis económica, en donde el presupuesto 2021 es mayor que los ingresos percibidos. El presidente tiene que cumplir con aquel trillado eslogan que repetía: “devuelvan lo robado” y con el que ganó la confianza del electorado, también, debe consumar aquella promesa de obligar que paguen impuestos las instancias que los evaden y de estas hay una larga lista extensa que no es de hoy sino de años que vienen evadiéndolo. Nayib debe rendir cuentas claras sobre los gastos millonarios realizados durante la emergencia de la pandemia, pues hay una percepción en la población que ha habido corrupción en todo su gabinete. O sea, aquel eslogan del dinero alcanza cuando nadie roba, pues pareciera que al gobierno actual el dinero no le alcanza porque todos roban.
Lo poco que hay tiene que ser para aumentar el presupuesto a educación, cultura y deporte, que son las bases fundamentales para tener una niñez y juventud sana física y mentalmente. Si nuestros niños y jóvenes se desarrollan en un ambiente sano, la sociedad en general se desarrollará sana. Nadie planea fracasar, pero la mayoría de los que fracasan es porque no tenían un plan. Planificar con antelación los objetivos y detallar en un plan de acción las tareas necesarias para lograrlos, no garantiza el éxito gubernamental, pero reduce en gran medida las posibilidades de error y fracaso. Ahora bien, no planificar sin lugar a dudas conlleva una serie de problemas graves. Es posible que el gobierno actual no lo sienta porque recién comienza, pero a corto plazo los efectos de estos problemas originados por la falta de planificación serán tan graves como insostenibles. Quizá al principio se trate de pequeños inconvenientes sin importancia que se van sorteando, pero a la larga las sumas de la suma de todos esos pequeños problemas originan un grave problema social de difícil solución.
Del porque los intelectuales no votarán por Nayib
Como la propaganda millonaria de mentiras de los partidos de derecha giran en torno al presidente, pues no votar por dichos partidos significa no votar por él. Incluso, el candidato a alcalde de ARENA, saca spots publicitarios dándose de codo con el presidente, lo que significa que ARENA y Nuevas Ideas son más de los mismo.
¿Qué les deparará a los salvadoreños si este Gobierno continúa improvisando tres años más? De seguro que traería más improvisación y ningún logro social. Nayib debería leer el mapa de comportamiento social. Debe dar autonomía a su gabinete y ser menos dictador. Los ministros deben de dejar de ser sumisos, de rendir tanta pleitesía a Nayib y mejor dedicarse a servir al pueblo, al final, es al pueblo al que tienen que rendir cuentas y es el pueblo salvadoreño quien este 28F decidirá por sí mismo.