Río de Janeiro/dpa
Al final no fueron lágrimas, sino una sonrisa lo que apareció en el rostro del argentino Juan Martín del Potro en su última noche de competición en Río de Janeiro, incluso cuando parecía quejarse del deporte que le ha dado todo.
“He tenido suficiente tenis”, dijo Del Potro después de perder la final de los Juegos Olímpicos frente al británico Andy Murray, y todos en la sala de prensa sabían que el gigante sudamericano que hace apenas un año parecía encaminado a la retirada, sólo bromeaba.
De su cuello colgaba ya la medalla de plata del singles masculino de Río de Janeiro 2016 y Del Potro acababa de cerrar una semana mágica en su carrera. “Esto va a estar en mi memoria por el resto de mi vida”, aseguraba apuntando a los ochos increíbles días que vivió en Río, durante los Juegos que eligieron la frase “Un mundo nuevo” como eslogan.
Para Del Potro fue un mundo nuevo. Arrancó en Río casi sin esperanzas frente al mejor tenista del momento, el serbio Novak Djokovic (“Cuando vi el sorteo y vi que era Djokovic, pensé: ‘Ok, va a ser un torneo corto para mí’”, bromeaba el propio Del Potro el domingo), pero el argentino no tuvo que hacer pronto las maletas.
Sucumbió a sus derechazos el actual número uno y días después cayó en semifinales otra de las raquetas más potentes del circuito, la del español Rafael Nadal. También el campeón olímpico, Murray, pasó apuros en varios momentos de la final en la arena carioca de Barra da Tijuca.
“Fue uno de los partidos más duros que tuve que jugar por un título grande”, admitió después el escocés, que consiguió batir a “Delpo” sólo en un maratónico partido de cuatro horas y cuatro sets (7-5, 4-6, 6-2 y 7-5).
La gloria del oro se quedó a dos sets para Del Potro, pero su verdadero triunfo es haber regresado por la puerta grande al tenis.
En ese momento, los últimos dos años y medio de pesadilla, con tres operaciones en su maltrecha muñeca izquierda y una más en la otra mano, parecían muy lejanos para el gigante de casi dos metros de estatura natural de la ciudad de Tandil.
“El tenis es mi vida, he sufrido cuando no pude jugar, y hoy el tenis me está haciendo muy feliz de nuevo”, resumió.
Hace mes y medio, en realidad, el campeón del US Open de 2009 ya empezaba a avisar que estaba de vuelta: en Wimbledon tumbó al actual número cinco del mundo, el suizo Stanislas Wawrinka, y aunque cayó luego frente al francés Lucas Pouille, Del Potro se sentía renacer: “Tengo el fuego dentro mío”, dijo entonces.
En Río brilló con un potente drive que desquició a Djokovic y con la pegada de su saque, pero el propio “Delpo”, actualmente sólo en el puesto 141 del ranking, sabe que aún no ha recuperado todo su repertorio: le falta, por ejemplo, el golpe de revés de otras épocas.
“Cuando enfrento a los mejores y me juegan inteligente tengo todavía una debilidad, que es mi revés”, admitió el domingo. “Es muy difícil ganarle a los mejores del mundo sin hacer un winner de revés”, consideró.
El regreso a la élite del jugador que llegó a escalar hasta el puesto número cuatro del ranking ATP, sin embargo, parece casi un hecho para sus rivales después de Río. “Si se mantiene en forma no hay razón para que no vuelva a tener el nivel de antes”, analizó Murray. Es el nuevo mundo de Del Potro.