México / AFP
Yemeli Ortega / Jean Arce
Una importante delegación de funcionarios de Estados Unidos visita México como puente entre el presidente Donald Trump y el recién electo Andrés Manuel López Obrador, quien asumirá la presidencia en medio de una tensa relación bilateral, especialmente tras la última crisis migratoria en la frontera.
«Un placer visitar a México en mi primer viaje como secretario de Estado», escribió este viernes en Twitter el estadounidense Mike Pompeo, tras aterrizar en el hangar presidencial de Ciudad de México.
Con él, llegaron en un avión oficial el asesor y yerno de Trump, Jared Kushner; la secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
Pero el «placer» estará ensombrecido por lo áspero de los temas a tratar: la atorada renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); el tráfico de armas, drogas y personas a través de los más de 3.000 km de frontera compartida; y la «tolerancia cero» de Trump para los migrantes indocumentados, que recientemente resultó en la separación de miles de niños de sus padres tras cruzar la frontera.
El presidente saliente, Enrique Peña Nieto, expresó a la comitiva visitante «su preocupación por la política de separación de familias migrantes instrumentada por el gobierno estadounidense», según un comunicado tras un encuentro en la residencia oficial de Los Pinos.
Peña Nieto, quien entregará el poder al izquierdista López Obrador el 1 de diciembre, «solicitó al secretario de Estado la rápida reunificación de las familias separadas», añadió el parte.
El Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, en tanto, había anunciado que Kirstjen Nielsen debía hacer hincapié en que los migrantes centroamericanos «permanezcan dentro o más cerca de sus países de origen».
También debía subrayar «la necesidad de continuar, agresivamente, con los esfuerzos conjuntos para combatir a las peligrosas organizaciones criminales internacionales y los traficantes de drogas», según un comunicado de su despacho.
Las relaciones entre Estados Unidos y México se han tensado desde que Trump llegó a la Casa Blanca en enero de 2017, tras una campaña cargada de insultos contra los mexicanos, ataques contra el TLCAN, vigente entre ambos países y Canadá desde 1994, así como promesas de construir un muro fronterizo y hacer que México lo pague.
Por primera vez en la historia, los presidentes no se han hecho visitas oficiales.
El magnate y el antisistema
A sus 64 años, el izquierdista López Obrador ganó por aplastante mayoría las elecciones presidenciales del 1 de julio con una propuesta antisistema, prometiendo un gobierno austero que acabe con la corrupción, impulse el desarrollo de los jóvenes y mitigue la rampante violencia del crimen organizado.
La delegación del magnate Trump se reunió con López Obrador por unos 40 minutos a puerta cerrada en la «casa de transición» del mandatario electo. Pero al salir, se encontró con una lluvia de insultos.
«¡Racists, cowards, deported but not forgotten!» (Racistas, cobardes, deportados pero no olvidados), les gritaron miembros de la ONG binacional Otros Dreams en Acción, que agrupa expatriados estadounidenses que abogan por los derechos de los migrantes.
«¡Ni un niño migrante más separado de su familia!», se leía en una de las pancartas que llevaron los contados manifestantes que se congregaron afuera de la casa.
Julia Klug, una activista de 65 años contra el abuso infantil, exigía «no intervención y respeto a nuestros migrantes en Estados Unidos».
Pese a que AMLO y Trump parecen estar en trincheras diferentes, Carin Zissis, analista del estadounidense centro de reflexión Americas Society and Council of the Americas, cree que «hay una oportunidad» de mejora.
«Antes de las elecciones, había mucha especulación de que López Obrador llegara (a la presidencia) y fuera muy anti-Trump», pero hay «una oportunidad para ambos lados para trabajar juntos» y «reconsiderar la relación en este momento crucial», dijo Zissis a la AFP.
Sin embargo, «no creo que este encuentro represente que López Obrador no se opondrá de alguna manera si hay abuso o retórica anti-México», añadió.
Trump y López Obrador conversaron al día siguiente de la victoria electoral del mexicano, en una llamada telefónica que ambos calificaron de positiva.
El izquierdista propuso al magnate «un acuerdo integral de proyectos de desarrollo» que generen empleos, logrando con ello reducir la migración ilegal y mejorar la seguridad.