Por: Rolando Alvarenga
Producto de sus limitaciones técnicas y con muy pocas excepciones -encabezadas por los medallistas y atletas que con su desempeño justificaron su presencia en Lima-, la delegación salvadoreña volvió a quedarse corta con respecto al nivel panamericano o preolímpico.
Lo anterior se sustenta en la sequía de medallas que hubo durante la mayor cantidad de días de competencia, que sólo fueron maquillados por el bronce en surf y los oros en físicoculturismo y tiro con arco.
Así, en una evaluación técnica preliminar, solo estuvieron a la altura 10 de los 59 atletas que asistieron a Lima 2019: el surfista Bryan Pérez, el arquero Roberto Hernández, los físicoculturistas Yuri Rodríguez y Paulina Zamora, y el velerista Enrique Arathoon, quien clasificó a Tokio 2020.
Además, los nadadores Marcelo Acosta y Celina Marquez, esta última con marca B para Tokio 2020 en los 100 Metros Dorso. Asimismo, la boxeadora Argentina Solórzano, quien sufrió el robo de los jueces; la gimnasta Paola Ruano y el vallista Pablo Ibáñez, que tuvo una gratificante carrera en un heat imposible.
Ahora bien, ¿y el resto por qué no estuvo a la altura? Porque un día ganaron la clasificación para ir a Lima, pero -de acuerdo a lo visto en la televisión o resultados finales- no se prepararon bien o no alcanzaron el nivel preolímpico.
Un nivel en donde los Estados Unidos, Cuba, Argentina, Brasil, México y otros países llegan a foguearse en su ruta olímpica.
A raíz de ello nace la pregunta: ¿Adónde fue a parar el más de millón de dólares que el titular del Comité sostuvo que se invirtió en este contingente? ¡Habrá que ver los papeles!
Y para concluir aclaremos: ¿Qué es el nivel panamericano? Es ser protagonistas, llegar a fajarse de tú a tú con los favoritos y ganarles -como demostraron los medallistas- o perder con las botas puestas. ¡Así de sencillo! Y si solo diez atletas tenemos, solo esos mandemos, pero no estemos queriendo impresionar a la ODEPA para aspirar a un cargo.