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Democratizar la cultura debe ser una política prioritaria en El Salvador (Parte 1)

Ramón D. Rivas*
Ramón D. Rivas*

Ramón D. Rivas*

¿Qué cultura tenemos y nos caracteriza hoy en día a los salvadoreños? y ¿qué entendemos por cultura? En estas entregas haré énfasis en las transformaciones que ocurren en nuestro país, no rx sin  explicarse su gente el  cómo y por qué, el despojo de sus valores en su cultura. También la preocupación de antropólogo que conoce bien las maniobras y teorías de la cultura, y el psicólogo que sondea el alma de este pueblo moribundo o enfermo por un “extraño” contagio. No obstante, y esto hay que aplaudirlo, en los ámbitos académico y artístico y en las esferas del Gobierno se ha comenzado a mirar con otros ojos lo que se conoce como cultura; y su importancia no solo para la buena convivencia, sino también para el desarrollo de los pueblos. Pero es precisamente el pueblo, con sus diferentes manifestaciones y creaciones artísticas y ese deseo de rescatar para valorar su  identidad, el que se ve ansioso de desarrollar sus potencialidades; en el marco de una sociedad actual caracterizada por mirar más para afuera y no hacia sí misma, y ello por razones de índole histórica y por desinterés político.  La cultura  que buscamos debe basarse en esa relación  antropológica que engarza lo social y lo cultural en todas sus manifestaciones y dimensiones, y que es simplemente la cultura total abarcando con ello la política, la educación, el medio ambiente, la economía, la religión y la salud, entre otros aspectos.Tradiciones vernáculas en un país en constante transformación  Aunque vernáculo se refiere en particular al idioma o la lengua, se puede aplicar en otro aspecto el término y preguntar: ¿existen en nuestro país las tradiciones vernáculas? Esa es la pregunta crucial. En nuestro medio constatamos una especie de  cohesión social y solidaridad en las zonas rurales y en ciudades en transformación constante en medio de múltiples identidades; ello  es lo que ha creado una imagen de campo versus ciudad; y un pueblo que se debate entre ser campesino o simplemente ser metropolitano. Ante esto, ¿cuál es la respuesta de la antropología y qué entiende esta ciencia por cultura?… en ese híbrido cultural del campo y la ciudad y viceversa. Edward Tylor plantea que la cultura es  “Aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias. El arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad”. Dentro de esta definición resalta la importancia de exponer los hechos históricos, pero no solamente como una sucesión, sino de su conexión. Por otra parte, plantea cómo los fenómenos naturales son eventos concretos que parten de una lógica dentro del orden causa y efecto. Para Tylor, la importancia del análisis de lo individual y lo colectivo, radica en la coherencia entre las dos realidades —sucesión y conexión—, pues si esto no se tiene en cuenta, pueden llegar a ser excluyentes. En la relación cultura y ser humano va traslapado lo individual con lo colectivo. Entonces, la dinámica en cuestión es: ¿cómo incluir esas dos visiones campo-ciudad en un solo orden y de un mutuo aprendizaje, sin imponerse una a la otra, para la sana convivencia y creativa producción cultural? El antropólogo norteamericano Clifford Geertz define la cultura como “ideas basadas en el aprendizaje cultural de símbolos”; y concibe las culturas como mecanismos de control, algo así como un programa por el cual nosotros nos regimos; un programa mental, pero que se hace realidad en la práctica concreta y del que los humanos  nos valemos para regir el comportamiento. Así, concluimos que la cultura es todo lo que el ser humano hace  en mutua relación con la gente que la rodea; pero que lo importante es buscar el simbolismo de las cosas; y que nadie nace con cultura. La cultura se hace, se transforma; y lo que hoy es de cierto modo mañana es diferente. Reitero esto con el pensamiento antropológico de Geertz, en el sentido de que es mediante el aprendizaje cultural que la gente crea, recrea,  recuerda y maneja ideas, controlando y aplicando sistemas específicos de significado simbólico. El mismo Geertz afirma que las culturas son conjuntos de mecanismos de control simbólico: planos, recetas, reglas, construcciones, lo que los técnicos informáticos llaman programas para regir el comportamiento. Todas las personas comienzan, al ir creciendo, a través de un proceso de aprendizaje consciente e inconsciente y de interacción con otros, a hacer suya, a incorporar, una tradición cultural existente. A veces la cultura se enseña directamente, como cuando los padres enseñan a sus hijos a decir “gracias” cuando alguien les da algo o les hace un favor. ¿Nos hemos preguntado sobre lo que vemos a diario, lo que escuchamos a diario, eso que se pega en el inconsciente y se hace realidad y luego es cultura? El problema es que no siempre aprendemos las cosas buenas. La pregunta es: ¿qué cultura hemos aprendido y estamos aprendiendo en El Salvador? ¿Hay una cultura vernácula o es un híbrido lo que se produce y se manifiesta? ¿Y desde el punto de vista relacional? Si se vive en una cultura del yo y vivimos inmersos en una cultura violenta, pues las manifestaciones son y serán violentas siempre, manifestándolo de múltiples maneras. ¿Encuentro con lo vernáculo? En nuestro país no podemos hablar de una sola cultura ni mucho menos de una sola identidad; hay múltiples y variadas identidades, así como múltiples y variados son los intereses, individuales y colectivos. Sin más, la cultura se trasmite y reproduce en la sociedad. El país ha tenido, de acuerdo con la clase social a la que se pertenezca, su grupo cultural y sus expresiones particulares, que lo ha persuadido y, por ende, gustado. Aprendemos nuestra cultura a través de la observación, escuchando, conversando e interactuando con la gente. Pero también somos buenos para imitar, que es algo muy diferente a aprender haciendo, creando. Además, nos inculcan unos tipos de cultura que la mayoría de veces foráneos y con otros valores y significados; y en ello los medios de comunicación y los promotores culturales juegan un papel de primer orden. Si bien es cierto no existe una definición unánime de cultura, se considera que intervienen en ella lo material, lo espiritual, lo intelectual (educativo) y lo afectivo. Asimismo, abarca pautas socioeconómicas, políticas, religiosas y naturalmente artísticas. Continuará…

*Director. Dirección de cultura. Universidad Tecnológica de El Salvador

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