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Ni deportaciones masivas ni uso del ejército, promete Estados Unidos para calmar a México

Ayuda a Centroamérica para evitar migración ilegal

Por Anna Cuenca

México/AFP

El secretario estadounidense de Seguridad Interior, John Kelly, afirmó este jueves que no habrá «deportaciones masivas» ni «uso de la fuerza militar» por las nuevas directrices migratorias de su país, durante una visita a México destinada a recomponer las maltrechas relaciones bilaterales.

En una comparecencia ante la prensa en la capital mexicana junto al secretario de Estado, Rex Tillerson, y sus homólogos mexicanos, el canciller Luis Videgaray y el ministro de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, Kelly se esforzó por mandar un mensaje tranquilizador.

«Dejénme ser muy, muy claro: no habrá deportaciones masivas». «No se hará uso de la fuerza militar en los operativos migratorios», subrayó.

Poco antes en Washington, el presidente estadounidense Donald Trump había afirmado: «por primera vez estamos expulsando a pandilleros, a capos de las drogas. Estamos echando a esos tipos malos, a un ritmo nunca antes visto. Y es una operación militar».

Aunque estas declaraciones parecían contradecir las de Kelly, posteriormente el portavoz de Trump, Sean Spicer, explicó que el presidente había utilizado el término «militar» simplemente «como un adjetivo» sinónimo de «eficaz».

Trump también calificó la visita de sus emisarios a México como «un viaje duro». «Porque tenemos que ser tratados de manera justa por México», apuntó.

Las diplomacias de ambos países llevaban varios días asegurando que se está construyendo una relación de diálogo respetuosa. Sin embargo en la comparecencia de los cuatro ministros, que como estaba previsto no aceptaron preguntas, se respiró incomodidad.

«Dos países fuertes y vibrantes, de vez en cuando, van a tener desacuerdos», afirmó Tillerson.

«Será un largo camino de construir acuerdos con Estados Unidos pero hoy hemos dado un paso en la dirección correcta», consideró Videgaray.

Rebajar las tensiones

Tillerson y Kelly viajaron a México en un esfuerzo por acercar posiciones y tratar de rebajar las tensiones bilaterales que estallaron desde la llegada de Trump a la Casa Blanca hace un mes.

Primero ordenó la construcción de un gran muro en la frontera común y exigió que México corra con sus costos.

Después, amenazó con imponer aranceles a las importaciones mexicanas, bloquear las remesas y renegociar, o incluso derogar, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

A esto se sumaron el martes las severas directrices para detener y deportar a gran parte de los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

Son en su mayoría mexicanos, pero las nuevas disposiciones prevén también que sean expulsados a México los indocumentados de cualquier otra nacionalidad.

Osorio expresó la «preocupación» de su gobierno «ante un eventual aumento de las deportaciones y ante la posibilidad de que los ciudadanos de otros países puedan ser retornados a nuestro territorio».

Durante su visita de poco más de un día, los funcionarios estadounidenses se reunieron también con los responsables mexicanos de Defensa, Marina y Finanzas, para dialogar de lucha contra el narcotráfico, seguridad en la frontera y comercio.

Y con el presidente de México, Enrique Peña Nieto quien, ante la retórica desafiante de Trump, en enero había anulado una visita prevista a Washington. Tras el encuentro privado con el mandatario mexicano, Tillerson y Kelly volaron de regreso a Washington.

‘Patio trasero de Estados Unidos’

«Construyamos puentes y no muros», podía leerse en las pancartas de un pequeño grupo de manifestantes ante la embajada de Estados Unidos en México.

«Todo lo que el secretario Tillerson dijo hoy quedará completamente anulado por la siguiente cosa que el presidente Trump tuitee acerca de sucios mexicanos que roban empleos o de migrantes ilegales», afirmó Douglas Keyler, un estadounidense de unos 30 años residente en México.

A su alrededor familias con niños ondeaban banderas mexicanas y estadounidenses.

Adolfo Laborde, experto en la relación México-Estados Unidos en el Instituto Tecnológico de Monterrey, es de la misma opinión. «No puede haber un abismo tan grande» entre las declaraciones de los secretarios estadounidenses y la retórica de Trump, dijo a la AFP.

Sin embargo, «por encima está lo que dice Trump», consideró. «Va a haber deportaciones masivas y en eso deberán enfocarse las autoridades mexicanas».

Para definir y limitar la negociación del gobierno de Peña Nieto con Estados Unidos, el Senado mexicano está elaborando un decreto que incluirá las cinco cuestiones clave de esta crisis: migración, derechos humanos, comercio y economía, seguridad en la frontera y la construcción del muro.

«No aceptamos ser el patio trasero de Estados Unidos, al que quiere deportar a todo aquél que él quiera», declaró a la AFP el senador mexicano Fernando Herrera, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.

Ayuda a Centroamérica para evitar migración ilegal

Los gobiernos de México y Estados Unidos acordaron unir esfuerzos para propiciar el desarrollo y la estabilidad de América Central, como mecanismo para combatir las causas de empujan a los centroamericanos a emigrar ilegalmente.

«Estados Unidos está comprometido a trabajar con México y con otros socios en la región para enfocarnos en las causas subyacentes de la migración ilegal desde Centroamérica. Lo que la propicia es la falta de oportunidades económicas, las peligrosas condiciones de vida», dijo el secretario estadounidense de Seguridad Interior, John Kelly, en la capital mexicana.

Kelly realiza junto al secretario de Estado, Rex Tillerson, una visita de trabajo en Ciudad de México durante la cual se reunieron con el canciller mexicano Luis Videgaray y el ministro de Gobernación (Interior) Miguel Angel Osorio Chong, entre otros responsables.

Los cuatro ministros explicaron en comparecencia ante los medios haber discutido ampliamente el espinoso tema de la migración ilegal hacia Estados Unidos.

Videgaray resaltó que el fenómeno migratorio se ha transformado y que México se ha convertido de ser un país fundamentalmente expulsor de migrantes a un punto de paso.

El canciller mexicano anunció que en los próximos meses México convocará junto con Estados Unidos a una reunión con el Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) y otros países como Canadá y Colombia.

«Para que tengamos un diálogo y asumamos una responsabilidad regional conjunta para el desarrollo de América Central, entendiendo que es a través del desarrollo y la estabilidad como pueden atenderse las causas de la migración», dijo.

Se estima que unos 200.000 migrantes indocumentados, en su mayoría centroamericanos, ingresan anualmente por el sur de México en un intento de llegar a Estados Unidos, una travesía en la que son víctima de abusos y agresiones por parte de autoridades y criminales e incluso muchos son asesinados.

«Se ha hablado de la necesidad de enfocarnos en las necesidades de América Central para tratar de cambiar el ambiente que hace que gente tan maravillosa se lance a ese peligroso recorrido hacia Estados Unidos. Estamos comprometidos a unir esfuerzos», añadió Kelly.

El funcionario estadounidense había estado en Guatemala el miércoles donde también abordó la problemática migratoria con las autoridades locales, a las que prometió que no habrá deportaciones masivas, compromiso que ratificó en México.

Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos se han endurecido las normas migratorias y se han multiplicado las detenciones de indocumentados para ser deportados con la intención incluso de ser devueltos al país por donde entraron y no a su nación de origen.

México ha expresado su inconformidad y ha advertido que sólo recibirá a los migrantes que demuestren ser mexicanos.

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