Señor Nayib Armando Bukele Ortez
Presidente de la República
Presente.-
He tomado la pluma y asumo la molestia, sin que medie orden previa, de dirigir a usted señor Presidente de la República, la siguiente misiva, en relación a sus “informales tuits” mediante los cuales pretende enviar mensajes formales y en los que se ha referido en varias ocasiones a mi persona en el carácter que ostento como Presidente del Tribunal Supremo Electoral y no como Julio Olivo Granadino en carácter personal, por lo que considero un deber histórico, profesional y casi patriótico, hacer de su conocimiento las siguientes consideraciones:
Como se ha referido a mí, en el carácter de Presidente del Tribunal Supremo Electoral, le respondo en ese mismo carácter, expresándole mi total rechazo a la serie de actos que realiza pretendiendo mancillar el honor de muchos salvadoreños, salvadoreñas, y el mío propio, mediante sus tuits informales aun no reconocidos en la ley como un medio oficial de notificaciones.
Al respecto, aunque su mensaje está dirigido de forma irrespetuosa y burlesca a Julio Olivo, como Presidente del TSE y aunque no es mi nombre completo, trataré de ser lo más respetuoso con usted, sobre todo por la investidura que ostenta como Presidente de la República de mi país.
No comparto, ni logro entender las razones últimas de su insistente afán por buscar una forma de descargar todo su malestar, odio, venganza o cualquier otro tipo de sentimiento que salga de lo más profundo de su verdadero ser como “persona” o como “presidente”, juzgando y condenando a priori mis actuaciones como Presidente del TSE, y haciendo pagar a otros por las imputaciones que me atribuye, por lo que considero urgente y necesario ilustrarlo acerca de los siguientes preceptos básicos, sin los cuales le será prácticamente imposible comprender el funcionamiento de una democracia y mucho menos de un estado social constitucional y democrático de derecho:
El TSE está integrado de acuerdo al Art. 208 de la Constitución de la República por 5 magistrados titulares y 5 suplentes, en donde el Presidente del TSE, únicamente tiene derecho a un voto, que por cierto no es voto de calidad como en otras instituciones. Esto significa señor Presidente que las decisiones jurisdiccionales y administrativas que se tomen, necesitan el voto de 3 magistrados para hacer una mayoría simple o de 4 para una mayoría calificada o de 5 para lograr unanimidad.
Cae por su propio peso entonces que, si el Presidente del TSE, solamente tiene un único voto, no puede contratar ni despedir a ningún empleado, como usted publicó recientemente en sus acostumbrados tuits con “noticias falsas” que fue aclarado casi de inmediato por el Organismo Colegiado en Pleno. Para efectos didácticos sería buena idea, que usted se tomara unos minutos de su preciado tiempo para leer únicamente 2 artículos del Código Electoral, en donde se enuncian de manera muy clara las limitadas funciones del Presidente del TSE, art. 65 y en donde también se expresan las amplias funciones del Organismo Colegiado, en el art. 64.
Solo así podrá comprender que cualquier resolución que se ha tomado o cualquier decisión asumida, en donde usted ha resultado afectado o beneficiado, ya sea en forma directa o indirecta, ha sido como “Organismo Colegiado” y además en estricto apego a la Constitución y Leyes de la República, teniendo el derecho quien se considere perjudicado a interponer los recursos de revisión, revocatoria o apelación que más estime pertinente, ante las instancias correspondientes, llámese TSE, Sala de lo Constitucional, Sala de lo Contencioso Administrativo, Fiscalía General de la República, entre otros.
Que en su calidad de Presidente de la República, es el primer llamado a conocer que tiene la obligación de respetar según el art 168 de nuestra Carta Magna, la Constitución y las leyes de la República y las decisiones que tomen otros órganos de Estado distintos al Ejecutivo que usted preside, llámense Órgano Legislativo y Judicial. Así opera en el mundo un verdadero estado social constitucional y democrático de derecho, y si bien existe el deber de colaboración entre órganos, usted no puede “venir a mandar, advertir, amenazar, ni ordenar absolutamente nada”, porque el sistema democrático y representativo del siglo XXI, opera con los denominados “checks and balances” que traducido a un lenguaje asequible significa “frenos y contrapesos”, que en palabras simples y llanas consiste en un sistema de control del poder por otros poderes, precisamente para que éste no degenere en “absolutismos” ya superados por la historia.
De ahí que usted, como persona natural hoy investido por la Asamblea Legislativa como Presidente de la República de El Salvador, está obligado a respetar la separación de poderes, funciones y competencias de otros Órganos de Estado y otras instituciones con autonomía administrativa, financiera y jurisdiccional, como es el caso de la autoridad máxima en materia electoral, es decir, el Tribunal Supremo Electoral creado por los Acuerdos de Paz de 1992.
Con base en explicación anterior, llama poderosamente la atención que sus “tuits” se dirijan directamente hacia julio olivo como Presidente del TSE, cuando mis actuaciones como presidente del TSE, están protegidas por la Constitución y demás leyes en materia electoral, y solo tienen sentido en el marco de las decisiones del Organismo Colegiado del TSE. En otras palabras, las decisiones por las cuales sufro su venganza personal, las tomó el Organismo Colegiado del TSE y no Julio Olivo que solo tiene un voto.
En atención a esto último, resulta lógico preguntarle señor Presidente ¿por qué usted pretende descargar y perseguir políticamente a Julio Olivo? Si sabe perfectamente que las decisiones se toman con 3, 4 o 5 votos de otros magistrados y magistradas del TSE. ¿Por qué descarga su sed de venganza, odio, resentimiento o como se puedan calificar psicológica o antropológicamente sus recientes actuaciones mediante tuits con acusaciones falsas y órdenes de despidos haciendo alusiones en contra de mi persona?
Demás está decirle que el TSE, bajo mi presidencia consiguió importantes proyectos de cooperación internacional que se tradujeron en una modernización de nuestros sistemas informáticos, capacitación, logística electoral, seguridad informática, entre otros, que nos permitieron dar a conocer los resultados electorales en las pasadas elecciones en la misma noche del 3 de febrero, de forma autónoma, eficiente, ágil y transparente y en donde usted resultó electo como presidente. Esto ha sido reconocido por la OEA, Unión Europea, UNIORE, CEELA y otros organismos de prestigio internacional, quienes además han recalcado que “no hubo ningún indicio de fraude electoral”. Por lo que debería ser caso cerrado cualquier intento de señalamiento inapropiado hacia el TSE y hacia mi persona.
Haciendo referencia de manera especial a otros tuits informales que usted ha dirigido haciendo alusión a mi persona, en una especie de venganza personal hacia “familiares supuestos y reales”, por mis decisiones administrativas y jurisdiccionales, paso a aclararle también lo siguiente:
Hace varias semanas se ha venido atribuyendo con alevosos y oscuros fines, que tengo un primo de nombre Guillermo Olivo Méndez en un consulado de EEUU. Luego el periódico Digital 1.Com, se atrevió a publicar que el primo ya no era primo, sino que era mi “hijo”. Mientras otros aseguraban que era mi tío, sobrino, y así sucesivamente para hacer circular un falso rumor.
La bajeza a la que se puede llegar en términos humanos parece ya no importar, con tal de conseguir los fines deseados, tampoco importa caer en el absurdo o lindar con lo irracional.
El señor Guillermo Olivo Méndez no es mi primo, ni primo hermano, porque tendría que ser hijo de un hermano de mi madre o de mi padre (ya fallecido), tampoco es primo en segundo, tercero o cuarto grado, porque tendría que ser hijo de otro hijo o hija de un primo, etc. Aunque por respeto a don Guillermo Olivo me habría gustado ser pariente de él, lamentablemente no es así.
Cualquiera se podría dar cuenta de esto, con solo consultar en “Google” que Guillermo Olivo Méndez fue Diputado de la Asamblea Legislativa desde el año 2012, mientras me desempeñaba como Director de la Escuela de Ciencias Jurídicas y después como Decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.
En atención a esto último, resultaría más lógico que el señor Olivo Méndez me hubiera ayudado a ocupar un cargo público, siendo Diputado de la Asamblea Legislativa y no que yo le hubiera ayudado a él a conseguir un empleo, siendo un docente universitario que entró a fungir como Magistrado del TSE hasta el año 2014.
Aunque lo más absurdo de esta novela de mentiras de la cual hoy usted es protagonista, es que me estaban convirtiendo en padre de un hijo del que no sabía, y que lo tendría que haber engendrado a los 8 o 9 años de edad, ya que el ex diputado Olivo Méndez tiene más de 42 años de edad y yo acabo de cumplir apenas los 51…y por respeto a la inteligencia de los salvadoreños ya no sigo.
Resulta entonces…como pregunta obligada para usted señor Presidente la siguiente ¿Por qué mintió en su tuits diciendo que el señor Guillermo Olivo era mi primo? ¿Por qué no confiesa con toda transparencia…Cuál fue la verdadera razón para despedir al señor Guillermo Olivo, en tanto presidente y primer llamado a respetar el Código de Trabajo y los derechos constitucionales en materia laboral? ¿Será acaso por haber sido diputado del FMLN en la Asamblea Legislativa en periodos anteriores o por su creencia ciega que todos los olivos son parientes de Julio Olivo Granadino?
A esta alturas de su mandato, ya debe haberse asesorado que el Código de Trabajo no contempla ninguna de los casos anteriores como causales de despido y si lo hizo por ser un supuesto primo, cometió no solo un exabrupto indigno de un Presidente de la República, sino también un acto de injusticia irreparable, porque don Guillermo Olivo no es ni primo, ni hijo, ni hermano, ni pariente lejano.
Con respecto a otro de sus tuits lanzados, ordenando a la nueva Canciller que despidiera de inmediato a mi hija, expresarle que en efecto, aunque de nuevo por su rapidez no se tomó la molestia, ni de averiguar su nombre completo y mucho menos leer su curriculum vitae. Efectivamente ella es mi hija, GRADUADA CON CUM HONORÍFICO DE LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR, habla inglés y alemán, amén de otras habilidades y destrezas de las cuales estoy sumamente orgulloso. Y por tener más de veinticinco años de edad, las decisiones que ella tome en su vida personal y profesional, incluida la de presentar su curriculum en una institución pública o privada, son de exclusiva responsabilidad de ella misma, y no debería tener nada que ver con las actuaciones de su padre como Presidente del TSE y mucho menos con decisiones jurisdiccionales y administrativas, para ser objeto de la descarga del odio, venganza, acoso laboral y persecución o como se pueda calificar la campaña que usted pretende ejecutar en contra mi persona.
Debería darse cuenta que con su manera de actuar está difamando y acabando con los sueños de jóvenes con capacidad suficiente para sobresalir por sí mismos y por sus propios méritos ¿En dónde quedó la meritocracia de la que una vez le escuché decir que sería valorada? ¿O será esto una parte de su política de apoyo a la Juventud Salvadoreña contenida en el verdadero Plan de Gobierno, hasta ahora guardado celosamente como secreto de Estado? Ordénese a usted mismo, preguntar a cualquier estudiante universitario ¿Cuánto cuesta obtener una nota sobresaliente y ya no digamos un CUM HONORÍFICO en una universidad privada y ya no se diga en nuestra Alma Mater? Tampoco se trataba de una empleada de confianza, de lo cual la nueva Canciller, si la dejara tomar sus propias decisiones, podría haber practicado una exhaustiva evaluación de sus funciones y a partir de ello, tomar una decisión definitiva. En cualquier caso, el daño ya está hecho con twitter o sin twitter, a menos que se le ocurra la nueva idea de ordenar a su brillante Ministra “despedir otra vez, a una empleada que ya ha sido despedida”.
Señor Presidente de República, precisa que haga un alto en el camino, respire profundo…un buen sorbo de racionalidad cotidiana y sobre todo de atinada justicia. Porque de continuar con su cruzada de despidos injustificados por razones de apellidos y persecución política en contra de funcionarios, no le alcanzaran los 5 años que dura su mandato para contestar la cantidad de demandas laborales que acumulará, la cantidad de amparos ante la nueva Sala de lo Constitucional que con toda certeza serán admitidas y resueltas en favor de los trabajadores, con base en la jurisprudencia ya existente.
Habría que preguntarse además, ¿quién asumirá los costos de los centenares de indemnizaciones que se tendrán que pagar por sus despidos injustos? Los salarios caídos, vacaciones anuales, etc. ¿Los cargará a nuestros impuestos y saldrán de las arcas del Estado o los pagará con su chequera a título personal? Recomiendo también leer junto a sus obedientes ministros, el art. 245 de la Constitución que establece que los funcionarios y empleados públicos: “responderán personalmente y el Estado subsidiariamente, por los daños materiales o morales que causaren a consecuencia de la violación a los derechos consagrados en esta Constitución”.
Con efectos exclusivamente ilustrativos, debe conocer que el padrón electoral con el cuál usted ganó las elecciones, incorpora 169,127 personas con apellido Martínez, 126,669 con apellido López, 56,900 con apellido Reyes, 51,000 con apellido Portillo y finalmente cerca de 800 personas con apellidos Olivo y Granadino, los cuales puedo asegurarle que no todos son parientes entre sí, ni todos los olivos y granadinos son parientes míos y con toda seguridad más de alguno estará trabajando desde hace muchos años en alguna institución del Estado.
A manera de ejemplo, usted acaba de nombrar en un cargo de confianza al señor Willian Granadino Flores, como Presidente de la autónoma CEL, el cual antes que se le ocurra otra cosa, le juro que no es pariente mío, pero podría cruzársele por la cabeza DESPEDIRLO simplemente por llevar el apellido Granadino.
Las actuaciones señaladas, si bien son celebradas por miles de sus fans y seguidores, sedientos de emoción y de venganza, no pueden ni deben ser aceptadas por millones de salvadoreños que sueñan con heredar a sus hijos un país en donde reine la tolerancia, solidaridad, la paz y la justicia social. Por lo que resultan preocupantes sus actuaciones, ya que generan inseguridad jurídica y dañan el honor y la imagen de las personas protegidos por la Constitución de la República en sus art. 1 y 2, que también le recomiendo leer detenidamente para que sea capaz de comprender antes de terminar su mandato que, la más noble y valiosa obligación contenida en la Constitución y que da sentido a la existencia misma del Estado, es el ser humano. Lo que significa que el centro de todas sus actuaciones como Presidente y de las actuaciones de cada uno de sus funcionarios, debería ser la tutela efectiva y promoción de los derechos fundamentales y derechos humanos, entre ellos la vida, la libertad, la seguridad, integridad física y moral, derecho al trabajo y propiedad.
La misma constitución reitera que el Estado, debe garantizar de manera especial “el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen”, estableciendo una indemnización por daños de carácter moral. Por esta razón son condenables y considerados una flagrante violación a la Constitución, sus tuits informales y sus señalamientos públicos que pretenden dañar el honor y la propia imagen de las personas.
Lo más peligroso del panorama inaugurado, es la sensación de incertidumbre e inseguridad jurídica que se está generando a raíz de su peculiar manera de gobernar (omito por respeto adjetivos calificativos), sobre todo, porque proviene del Presidente de la República y Comandante General de las Fuerzas Armadas, quien tiene a su cargo la seguridad pública de todos los salvadoreños por medio de la Policía Nacional Civil y además tiene el control total del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE) ¿Qué seguirá después de saciar su sed de venganza, odio y resentimiento hacia todos aquellos que por acción u omisión usted cree que le causaron un daño emocional irreparable? ¿Qué faceta o capítulo seguirá a continuación de los despidos injustos de los primeros días de su gobierno? ¿Decidirán sus seguidores pasar de los insultos, difamación y atropellos en las redes sociales a las acciones de violencia sistematizada? Como sucedió con las amenazas proferidas en contra de algunos magistrados del TSE que terminó con la irrupción violenta a nuestras instalaciones por grupos de sus seguidores. ¿Qué seguirá después?…
Señor Presidente de la República, con el debido respeto que me merece, sobre todo en atención a su investidura como dignatario de El Salvador, recordarle sus atribuciones y obligaciones establecidas en el art. 168 de la Constitución de la República: “cumplir y hacer cumplir la Constitución, los tratados, las leyes y demás disposiciones legales”. Esto implica el irrestricto respecto a las leyes en materia laboral y tratados internacionales en esta y otras materias, el respeto a las mismas funciones del Consejo de Ministros consignadas en el art. 167, ordinal 8, que establece la facultad de: “conocer y decidir sobre todos los asuntos que someta a su consideración el presidente de la República”; por lo que no son órdenes las que deberían recibir de manera obediente y simplemente aceptar, sino tener el coraje y valentía de asesorarlo y corregirlo en cada una de sus actuaciones.
Sería muy sensato, consultar a sus asesores o expertos en temas políticos, jurídicos, económicos, sociales, antropológicos y culturales (que albergo la esperanza haya nombrado), si las decisiones que ha tomado en los primeros días de su mandato, son las más acertadas. Si sus decisiones y exabruptos que promueven el odio y la venganza (no solo para sus adversarios y enemigos políticos, sino también para todos aquellos que no estén de acuerdo con su forma de pensar) están abandonando el camino de la paz, firme y duradera y la institucionalidad democrática construida por los firmantes y demás actores de los Acuerdos de Paz.
Me permito recordarle también que, el art. 168 de la Constitución, ordinal 3, establece como una de las obligaciones del Presidente de la República: “procurar la armonía social y conservar la paz y tranquilidad interiores y la seguridad de la persona humana como miembro de la sociedad”. Por los hechos que estamos presenciando, los derroteros por los que ha decidido transitar, están muy, pero muy alejados de esta función que le manda la Constitución.
Tal parece que lo que se está construyendo, es un nuevo escenario de polarización y violencia social, que se expresa en múltiples confrontaciones, lenguaje ofensivo y amenazas a muerte que circulan a través de las redes sociales. Nada saludable para nuestra democracia, señor Presidente, omitiendo hacer mención de un posible polo de confrontación religiosa.
Cabe preguntarse en esta misma línea de pensamiento, ¿Cuándo publicará el tuits convocando a un proceso de unificación y reconciliación nacional, asumido por todos los gobiernos después de la firma de los Acuerdos de Paz? ¿En dónde quedaron los esfuerzos encaminados hacia la reconstrucción de los tejidos institucionales de cara a la construcción de una sociedad democrática y un estado social constitucional y democrático de derecho? o el Plan de Nación que debería encabezar el mismo Presidente de la República, para delinear los principales ejes en materia social y económica, entre otros y los problemas a resolver en los próximos 5, 10 o 25 años.
¿Cuánto tiempo más empleará, señor Presidente y cuántos tuits más de despidos y mensajes de violencia y confrontación social, serán necesarios, antes de iniciar en serio y sin rodeos el camino hacia la construcción de una sociedad salvadoreña, simple y complicadamente justa, en el campo social, económico, jurídico político y cultural.
Señor Presidente: Si usted NO está dispuesto a transitar de la “locura a la esperanza” como se tituló con sabiduría el informe de la Comisión de la Verdad, tampoco puede darse el lujo de dar marcha atrás en la construcción de 27 años de institucionalidad democrática de nuestro país. No está permitido transitar en el rumbo contrario que usted nos quiere llevar, es decir, “De la esperanza a la locura” como parece hacer girar las manecillas al revés de nuestra historia con la habilidad y la velocidad que pone en sus pulgares para escribir sus temerarios “tuits”.
Sería muy sabio, preguntar a la Embajadora en la ONU, si acaso no ha suprimido esta figura, acerca del enorme legado de los Acuerdos de Paz (que nunca debe confundir con sus Recuerdos de Paz), tanto a nivel mundial como en los procesos de pacificación de muchos países de la región.
En todo caso, el camino hacia un futuro de inestabilidad política social y económica, ingobernabilidad, violencia social, degradación de nuestras instituciones, la construcción de más o menos democracia, el retroceso hacia modelos de absolutismo feudal o dictaduras con disfraz de democracia; será una responsabilidad compartida de todos y todas, salvadoreños y salvadoreñas, de los diputados y diputadas como representantes directos del pueblo ante la Asamblea legislativa, de los magistrados y magistradas de la Corte Suprema de Justicia, Fiscalía General de la República, Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos y otros funcionarios de segundo grado. Así como de los representantes de las iglesias, sociedad civil organizada, ONGs, fundaciones, empresa privada, libres pensadores e intelectuales pertenecientes a las universidades públicas y privadas del país y otros grupos de interés.
Finalmente recordarle, las bellas parábolas del jesuita Antonhy de Mello que estoy seguro les puso mucha atención al momento de dictar mi discurso en ocasión de la entrega de sus credenciales como Presidente de la República:
Día y Noche: Preguntó un gurú a sus discípulos, si sabrían decir, cuándo acababa la noche y cuándo empezaba el día. Cuando ves a un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo. No. Dijo el gurú. Cuando miras un árbol y puedes distinguir, si es un mango o un anacardo. Tampoco dijo el gurú. Está bien. Dijeron los discípulos, dinos entonces cuándo es. Y respondió el gurú. Cuando miras a un hombre al rostro y reconoces en él a tu hermano; cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, aun es de noche.
Dr. Julio Olivo Granadino, Abogado y Notario de la República. Doctor en Derecho Público y Privado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), con Maestría en Educación Superior por la Universidad de El Salvador y la Universidad Autónoma de México UES-UNAM. Ex Decano de la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador. Actualmente se desempeña como Magistrado Presidente del Tribunal Supremo Electoral y como Executive Board Member EB de la Asociación Mundial de Organismos Electorales.
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