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El derrumbe del dólar se acelera con la decisión de rusia de dejar a un lado esta moneda en sus transacciones comerciales y financieras: la desdolarización de El Salvador se vuelve más necesaria y urgente

Salvador Arias

Rusia, desde el año 2015, quita el dólar en sus transacciones petroleras y ahora decide eliminar esa moneda de todas sus transacciones económicas y financieras, esta medida, combinada con las tomadas por China en estos aspectos y el desarrollo de la importancia del yuan en el mundo económico y financiero, aceleran el fin del imperialismo del dólar en la economía mundial, y si a lo anterior le agregamos las acciones de Irán en esta misma lógica y la posibilidad de que el grupo BRICS se una en bloque para despegarse del dólar, deja en claro que los países dolarizados sufrirán grandes pérdidas financieras en la medida que este proceso se consolide, como resultado de una devaluación profunda acumulativa que sufrirá el dólar. Toda moneda, títulos valores, préstamos, etc., que estén en dólares, sufrirán una fuerte pérdida de valor llevando a la crisis a las personas, las empresas y las economías. Este proceso se explica en el presente artículo, pero si se quiere profundizar en el tema, pueden leer el libro “Regreso del colón a El Salvador y el derrumbe del imperialismo del dólar”.

Luego del estallido de la crisis financiera internacional en el tercer trimestre de 2007, la respuesta de las instituciones centrales de control económico fue una expansión monetaria, buscando lograr metas de inflación superiores y reducir el desempleo; de modo que dichos indicadores se han convertido en las señales que marcan el rumbo de la política monetaria, en cuanto una tasa de interés administrada que se mantiene, en términos nominales, cercana al 0% y negativa en términos reales.

La Reserva Federal (FED) lanzó la primera expansión (QE1) en septiembre de 2008, inyectando cerca de 1.3 billones de dólares. El segundo programa de expansión cuantitativa (QE2) se lanzó entre octubre de 2010 y septiembre 2011, que consistió en US$ 568.1 miles de millones. La insensibilidad de la economía que se mantuvo a tasas bajas, hizo considerar una nueva emisión monetaria (QE3) todavía más profunda en octubre de 2012, que alcanzó los US$ 1.6 billones; es decir que, desde la decisión de aplicar los programas de expansión cuantitativa en 2008, la FED ha inyectado más de US$ 3.5 billones, y el total de activos de dicha institución alcanza cerca de US$ 4.5 billones.

Esta política de expansión monetaria ha estado acompañada por tasas de interés históricamente bajas. La tasa de interés de corto plazo en Estados Unidos se mantuvo por debajo del 0.5% hasta diciembre de 2015, cuando se decide hacer un aumento de esta tasa. La FED incrementó los tipos de interés de 0.25% a 0.5%, lo que provocó una subida en las tasas de referencia financiera de hasta el 0.77% en el primer trimestre de 2016. De mantener la tendencia, las proyecciones de la OCDE prevén aumentos hasta tasas del 1.58% en 2017. Para el largo plazo, el cambio de política de la FED generó una disminución de las tasas sobre bonos del Gobierno, de 2.19% el finalizar 2015, a 1.92% para el primer trimestre de 2016. Las negociaciones que resulten entre el Reino Unido y la Unión Europea, como resultado del referéndum hacia el Brexit, afectarán estas estimaciones, en la medida que las incertidumbres aumenten y presionen para que la FED se abstenga de aumentarlas.

Dado que las tasas de interés en que cotizan en Estados Unidos se vinculan fuertemente con la tasa LIBOR, la tendencia de las tasas de interés en el Reino Unido es similar a las de la economía norteamericana, hasta las previsiones de la OCDE de junio 2016; sin embargo, el momento político entre Reino Unido y la Unión Europea genera presiones sobre el incremento de las tasas, aunque es necesario esperar el resultado de las negociaciones para tener un panorama más completo.

Por su parte, el Banco Central Europeo mantiene su política de bajas tasas de interés que, incluso en el corto plazo, llegan a ser negativas; política sostenida por una ralentizada economía de Japón.

Este manejo de la política monetaria y la sensibilidad de las economías globales frente a una lenta recuperación estadounidense, han tenido impacto en el posicionamiento global del dólar como divisa; para 2016, menos del 40% de las reservas internacionales en el mundo se encontraban en dólares, y las denominadas en euros representan el 12%.

Por otro lado, cada vez más aumenta el peso de las reservas no definidas (que son reservas de divisas de los países que no reportan a las estadísticas oficiales del FMI), por lo que se puede inferir que estas representarían, en parte, reservas de bloques contrahegemónicos al sistema financiero mundial.

Además, es importante destacar que, en el mercado financiero, los activos denominados en dólares presentan una tendencia hacia la disminución desde 2012, cuando cayeron cerca de US$ 700 mil millones; para el último trimestre de 2015 el total de activos transnacionales ascendía a US$ 26.4 billones, de los que, denominados en dicha moneda, representaban el 49.1%.

Sin embargo, de los US$ 12.9 billones en activos denominados en dólares, menos de 3 billones son manejados por bancos radicados en Estados Unidos, es decir, más del 76.8% de los activos transnacionales denominados en dólares son manejados por bancos en el resto del mundo; de ahí que las fluctuaciones que afectan al dólar están ancladas a volatilidades en los mercados financieros internacionales, más que a las decisiones de política monetaria que realiza la Reserva Federal o el Departamento del Tesoro. Dichas volatilidades son marcadas por políticas de países que acumulan los activos financieros denominados en dólares, en una tendencia de sustituirlos por activos emitidos en otras economías fuertes, como China; esto aumenta los riesgos de volatilidad en cuanto a la confianza en el dólar a nivel mundial como reserva de valor y unidad de cambio en el mediano y largo plazo.

Así, en tanto la circulación del dólar no corresponde a producción de bienes y servicios, y pierde sus funciones, se gestan las condiciones para que, desde alianzas regionales o potencias emergentes, como China, los BRICS o el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII), comience la estructura de una nueva arquitectura financiera internacional.

La economía en los costos de transacción ha llevado a que diferentes países establezcan mecanismos monetarios para el manejo de las relaciones económicas con China Popular a través del yuan. Así, Gran Bretaña y Alemania han visto incrementados en más del 100% sus pagos denominados en yuanes entre 2014 y 2015, Francia y Luxemburgo en más de 40%, según los datos actualizados a agosto 2015 de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Internacionales (SWIFT, por sus siglas en inglés).

Por otra parte, China Popular está desarrollando iniciativas propias para que su moneda se utilice en las transacciones económicas con los países en los que tiene influencia; de esa manera, a principios de octubre de 2016 se concretó la firma de un swap cambiario bilateral con el Banco Central de Rusia por un monto equivalente a US$ 25 mil millones, el segundo firmado con un país integrante del grupo BRICS, el primero fue con Brasil por un monto de US$ 30 mil millones. Por ahora, China es el principal socio comercial de ambos países.

El Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (BAII) se enmarca en este proceso de nuevas organizaciones financieras alternas al Banco Mundial y FMI. El BAII es apoyado por China, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (excepto Indonesia) y otros países de la región. El capital inicial para operar ha sido de US$ 50,000 millones, siendo el yuan la moneda principal.

Según un estudio del HSBC, las empresas mundiales han aumentado bruscamente el uso de la moneda yuan en sus operaciones durante el año 2015, los usuarios más activos de dicha moneda son Alemania, Francia, EE.UU. y Hong Kong; en total, según los cálculos del HSBC, el 22% de las empresas mundiales usan ahora el yuan en sus operaciones. Para 2016 se proponen aumentar el volumen de las mismas usando la divisa de China para sus pagos.

Como se ha dicho al inicio, ya en 2015 el presidente ruso, Vladimir Putin, ha ordenado prohibir por completo el uso del dólar como moneda de pago en el sector petrolero dentro de la Federación Rusa, el comercio de crudo dentro del país debe efectuarse, desde entonces, exclusivamente en rublos.

Ahora, luego del conjunto de sanciones impuestas a Rusia por parte de Estados Unidos y sus países aliados en la OTAN, en el Kremlin tienen claro que, mantener el sistema financiero-monetario estadounidense, es una exposición a que el país norteamericano pueda bloquear los pagos rusos en transacciones comerciales internacionales, y se proponen acabar con ello.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó recientemente una ley que impone nuevas sanciones contra Rusia, Irán y Corea del Norte. El vicecanciller ruso, Serguéi Riabkov, anunció que las autoridades del país eslavo están dedicadas a reducir la dependencia respecto a los sistemas de pago estadounidenses y del dólar; esto comenzando con fortalecer el sistema de pago nacional ruso MIR, que en la actualidad es promovido dentro del país, y la realización del comercio internacional en sistemas de pago alternativos al dólar.

Este panorama muestra (como lo hemos abordado en el libro “Regreso del colón en El Salvador…”) claramente la debacle de un sistema financiero global hegemónico dominado por el dólar y plantea una serie de alternativas en los bloques contrahegemónicos, entre las cuales están:

a. Entran como medio de transacción internacional los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI. A pesar que el dólar seguiría manteniendo importancia, esta posibilidad involucraría una fuerte devaluación del dólar y pérdida de valor de capital de los activos denominados en dólares.

b. Una guerra de divisas entre dos cestas de monedas. El bloque de países de los BRICS, que ha acumulado reservas y se están articulando financieramente, podrían crear una cesta de monedas liderada por el yuan como medio de intercambio; esta haría contrapeso a la tradicional cesta de divisas conformada por el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen. El ascenso de esta nueva cesta de monedas pondría más gravemente la situación del dólar, con fuertes presiones para una devaluación.

c. La guerra de divisas entre las cestas de monedas se lleva a cabo paralelamente al desenvolvimiento de los DEG del FMI.

d. Un retorno al patrón dólar-oro. Esta vía, luego de la ampliación de la base monetaria estadounidense, implicaría una de las más fuertes correcciones del dólar en términos de pérdida de valor que puede representar, y significaría una beta de ascenso a otras monedas.

Estas alternativas representarían una fuerte pérdida del valor del dólar y una drástica desvalorización de los activos denominados en esa moneda. Un país tan pequeño y expuesto como El Salvador, con un sistema monetario dolarizado, vería una terrible pérdida de valor y de capacidades de potenciar el desarrollo de las fuerzas productivas. Un proceso de desdolarización planificado y ordenado es de carácter urgente, antes de que las mismas fuerzas del mercado sean las que obliguen a realizar este proceso de manera atropellada y con graves consecuencias financieras, económicas y sociales.

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