Bruselas/AFP
Toni Cerdà
El período de transición posterior a la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) «no es todavía un hecho», advirtió el negociador europeo, en referencia a los desacuerdos con Londres, entre ellos sobre los derechos de los europeos expatriados.
«Reino Unido debe aceptar todas las reglas y todas las obligaciones hasta el final de la transición», un período durante el cual continuará en el mercado único y la Unión Aduanera, indicó en rueda de prensa Michel Barnier, tras una ronda de negociación.
La primera ministra británica, Theresa May, propuso en septiembre en Florencia (Italia) la puesta en marcha de un período de transición de unos dos años a partir del Brexit, previsto el 29 de marzo de 2019, para preparar así la futura relación.
La UE considera que la transición debería finalizar el 31 de diciembre de 2020 y Londres debería cumplir hasta esa fecha las reglas europeas pero sin derecho a voz ni voto, especialmente las del mercado único que establece la libertad de circulación.
Para organizar ese período, los europeos desvelaron el miércoles un documento sobre las reglas a imponer a Reino Unido que establecen incluso un arsenal de sanciones, como suspender beneficios del mercado único para Londres, para «evitar el juego desleal».
El negociador europeo rechazó cualquier «mala fe» por parte de la UE, en referencia a las acusaciones el jueves de su par británico, el ministro David Davis, asegurando que «no hay ningún deseo de castigar al Reino Unido».
Davis, que se dijo «sorprendido» por las palabras de su homólogo europeo, criticó en un comunicado una «contradicción fundamental» de la UE, que quiere de un lado una forma de resolver disputas, pero del otro descarta «la presión del Reino Unido para obtener salvaguardias razonables» para sus intereses.
Desacuerdos ‘substanciales’
Al término de una nueva ronda de negociación, Michel Barnier rindió cuenta de las discusiones ante la prensa sin David Davis, con quien se reunió el lunes en Londres. También se entrevistó entonces con la primera ministra británica.
Barnier, ex comisario europeo y ex ministro francés, dijo no entender los desacuerdos «substanciales» con los británicos, máxime cuando fue «el propio Reino Unido el que pidió un período de transición».
«Reino Unido insistió para lograr un acuerdo en marzo sobre este período de transición, pero al mismo tiempo nuestros interlocutores nos señalaron un cierto número de desacuerdos», agregó.
La primera de las tres diferencias detalladas por el negociador europeo fue el rechazo de Reino Unido a otorgar a los ciudadanos europeos que se instalen en suelo británico tras el Brexit los mismos derechos que a los que llegaron antes del 29 de marzo de 2019.
Durante la primera fase de negociaciones sobre los términos del divorcio, concluida en diciembre, ambas partes acordaron que los expatriados europeos en Reino Unido hasta el Brexit mantendrán sus derechos sanitarios, sociales y laborales.
Los europeos quieren que ese principio se aplique también a los ciudadanos que se instalen en suelo británico durante el período de transición, algo que a principios de febrero May rechazó al aducir que estos llegaron sabiendo que los británicos se iban.
Irlanda
Londres quiere además el derecho a no aplicar las nuevas reglas comunitarias adoptadas durante el período de transición, si así lo considera, así como seguir participando en algunos asuntos de la UE en materia de justicia y asuntos internos.
«Visto los desacuerdos, la transición no es todavía un hecho», resumió Barnier, quien dijo poder resolverlos en la próxima ronda de negociación, máxime cuando el objetivo de la UE es tener el acuerdo cerrado para octubre.
La cuestión de la frontera entre Irlanda, país de la UE, y la provincia británica de Irlanda del Norte fue otro de los asuntos abordados esta semana en las negociaciones, que buscan impedir la reintroducción de una frontera física entre ambos territorios.
Barnier urgió a Londres a ser realistas, ya que «la decisión británica de abandonar el mercado único y la Unión Aduanera [tras el período de transición] volvería inevitables los controles fronterizos».