Ana Gloria Carranza
Carmen Eugenia Pinto *
Crecimos escuchando a nuestros padres decir “que su época fue mejor”.
En la generación nuestra, de los años 50, construimos sueños y los accionamos para mejorar nuestros estilos de vida. Enfocados en el bien común.
Aprovechando el auge económico que surgió al finalizar la segunda guerra mundial, con los Estados Unidos como uno de los vencedores, se convierte en nuestro modelo a seguir.
No entendíamos los desaciertos históricos que cometieron opacando su victoria. Ejecutando planes políticos que limitaban el desarrollo de Latino América ya pujante en crecimiento y liderazgo.
Esta es nuestra generación, que buscó un modelo propio de desarrollo y de libertad.
En esa búsqueda se perdieron miles de vidas humanas surgiendo en El Salvador liderazgos sustentados por diversas corrientes filosóficas, logrando finalmente, la eliminación del militarismo en el país.
Nace la alternancia de las corrientes progresistas y conservadoras.
En la actualidad, seguras estamos que nuestra generación heroicamente cambió la historia para recuperar la dignidad perdida con la esperanza de implantar la justicia.
Ustedes jóvenes pertenecientes a los millenniums, ¿están dispuestos a afrontar y superar estos desafíos?
Por ejemplo:
¿Continuar con la profundización en la erradicación de la corrupción, esa que le quita los beneficios y servicios a las mayorías para continuar enriqueciendo a la oligarquía? ¿Esa que alimenta la violencia estructural de nuestro país?
¿Están dispuestos a modificar la Constitución de la República para cerrar los espacios que contribuyen a la injusticia?
¿Están dispuestos a velar permanentemente por la seguridad de nuestro territorio?
¿Están dispuestos a continuar mejorando la calidad de vida de la familia salvadoreña, facilitándoles educación, salud, vivienda, empleos, salarios, prestaciones, transporte dignos?
¿Continuarán creando espacios culturales para lograr una identidad nacional que nos proporcione un sentido de pertenencia y robustecimiento de valores como la responsabilidad?
¿Están dispuestos a continuar realizando cambios profundos a costa de sus propios privilegios y a ofrendar su vida si fuere necesario?
¿Están dispuestos a cuidar y proteger el medio ambiente aun en contra de los intereses económicos de los nacionales y transnacionales?
¿Están dispuestos a practicar la justicia aceptando que todos somos iguales?
¿Podrán superar las diferencias generacionales, controlar, reconocer y superar sus exabruptos?
Jóvenes, si están dispuestos a esta valiente lucha, podrán ustedes afirmar como ya lo hacemos nosotras, que sus tiempos fueron mejores.
Lo ganado no será en vano, logrando la consolidación del Buen Vivir.
*Amigas CAPI