DESAPRENDER AL SILENCIO
Por Nathaly Campos
Antropóloga
– ¿A qué le tienes miedo? – me pregunté.
-Al silencio.
Estamos tan acostumbrado al caos, a los ruidos de los otros y al del exterior como las teclas que crujen cuando estoy escribiendo este articulo o al ladrido mi perro que no tolera algún extraño pasar. Nunca nos acostumbramos al silencio, al menos no yo. Es pertinente establecer que el silencio no es la ausencia de palabras, es en su media un igual, Le Breton considera al silencio y la palabra no contrarios, ambos son activos-significantes y que sin ellos no existiría el discurso.
El ruido es un recurso defensivo en todas las relaciones sociales, evitamos quedarnos en silencio porque es ahí cuando nuestros pensamientos emergen y se vuelven un mar profundo y oscuro, como naufragar sin la esperanza de ser salvado o inundamos al otro con nuestro ruido y terminamos por asfixiarlo. Lo evitamos porque no le queremos otorgar significados, porque estos significados en cierta media están vinculados a percepciones negativas y divergentes, como por ejemplo una persona que sufre trastorno de ansiedad lo primero que hará es pensar en los multiversos caóticos posibles de por qué el otro calla; es normal, porque el silencio es cultural, es decir se le ha otorgado ese valor social. El silencio como ausencia o como abandono y si esas son algunas de las apreciaciones, entonces huimos de él.
No digas nada, no preguntes nada.
Cuando quieras hablar quédate mudo
Que un silencio sin fin sea tu escudo
Y al mismo tiempo tu perfecta espada
El silencio- Jorge Luis Borges
Le Breton nuevamente acota la idea en la que toda conversación es un tejer de silencios y palabras, de pausas y habla, que crea la respiración del intercambio. El valor del silencio dependerá de la posición cultural de cada grupo y los juicios de valor en el plano individual que siempre son trastocado por lo cultural. Algunas veces si es abandono y como se lo explicas a alguien que lo ha sufrido o como le dices que los nuevos ritos de interacción están siendo modificados con el surgimiento de las nuevas tecnologías, con las nuevas prácticas de relacionarse con el otro a partir de las redes sociales y todo este mundo cibernético en el que hemos creado comunidades y como resultado ha marcado una brecha en prácticas que se está normalizando como ghosting u otros que surgen y se mueven en el anonimato, en el plano del inconsciente, en eso juegos en los participamos y lo nombramos como silencio. Como dice Elvira Sastre: quizá sea más triste el silencio cuando no es forzado.