César Ramírez
@caralvasalvador
Existe un hilo conductor para encontrar el origen de la violencia en nuestra nación, ésta es la asociación de la clase política con el crimen organizado, una saga que produce muerte y dolor en la familia salvadoreña. La corrupción pública en la dirigencia del partido de oposición muestra casos ejemplares con el caso del expresidente Francisco Flores, luego la condena de los implicados en CEL-ENEL calificado de peculado culposo, la reunión de un dirigente de ese partido junto al alcalde de Ilopango con estructuras criminales con el objetivo de ganar las elecciones presidenciales, aunado a sospechosas auditorías del ISSS que fueron ocultadas hasta su prescripción, y más reciente el allanamiento de la Alcaldía de Apopa donde existía un centro de operaciones de la pandilla 18 según el director de la Policía Nacional, además el Alcalde es acusado de homicidio agravado -07JUN016- etc., éste panorama muestra un esquema decadente y en plena descomposición de algunos miembros de ese instituto político, es una lectura alarmante puesto que connota una agenda de directrices partidarias orquestadas y no únicamente la voluntad de personajes diabólicos; ya no se trata de un caso ejemplar, ni un delincuente de cuello blanco que roba al Estado los dineros del pueblo, acá parece que es una norma el enriquecimiento ilícito junto a la alianza con grupos irregulares armados, promoviendo las agrupaciones ilícitas y convirtiéndose en cómplices de los terroristas.
Esta lectura social es en extrema peligrosa para la sociedad civil, no solo por la pérdida de valores que han construido nuestra República, sino que destruyen todo concepto de confianza sobre algunos gobiernos municipales; si las autoridades son correspondientes de los delincuentes, los ciudadanos están expuestos a todas las arbitrariedades de una autoridad constitucional, un acto perverso que apunta a la legalidad de los municipios, por ejemplo si imaginamos la vertiente de falsedades documentales, suplantaciones de identidad, propiedad municipal e individual, extensiones de partidas de nacimiento, impuestos etc… el panorama es tenebroso, con mucha razón los ciudadanos no en pocas ocasiones han proclamado: “ya no existe nadie en quién confiar”.
Similar a otras naciones el crimen organizado penetra los gobiernos locales, nosotros no somos la excepción.
Ahora tiene sentido la feroz oposición a la aprobación de los fondos para la Seguridad Nacional, el aumento de crímenes en épocas electorales, la violencia extrema contra inocentes trabajadores, el terrorismo desatado contra la población civil, etc. el panorama en realidad es una descomposición de la clase política, de solo imaginar los cabildos en esos gobiernos locales, la organización de vecinos, sus proyectos municipales etc. configuran un cáncer que destruye todo el tejido social desde el barrio hasta la comunidad jurídica.
Me parece que el error político proviene de creer que el terrorismo y los grupos irregulares armados, les otorga créditos para la ingobernabilidad y futuros eventos electorales, pero eso genera el efecto contrario, provoca su aislamiento representativo, sus actos son interpretados como maniobras desestabilizadoras que solo apoyan a la delincuencia, quizás deben cambiar su estrategia y apoyar la gobernabilidad a favor de la población; la seguridad nos beneficia a todos sin excepciones; y anotemos las palabras de Jean Manes Embajadora de Estados Unidos: “Creo que las medidas extraordinarias están funcionando”.
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