Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
La desinformación es todo proceso mediante el cual, utilizando toda suerte de recursos a la disposición, se deslegitima, erosiona, desvirtúa, desnaturaliza, oculta, etcétera, toda información fidedigna y objetiva, para ser reemplazada por una versión interesada de los hechos, con el propósito de instrumentalizarla para favorecer el objetivo perseguido por esta desinformación, manipulando así a la población.
El recurso ulterior que permitirá que esta treta sea efectiva es que la población lo favorezca, siendo previamente alienada, sometida ideológicamente, contribuyendo así al engaño perpetrado en contra de ella misma, pues no busca otra fuente para confirmar lo que le han dicho, ni mínimamente contrastar la supuesta verdad, sino que la acepta sin más, convirtiéndose así en cómplice de su propia perdición.
Entonces hay otro elemento en la ecuación que admite que esto sea posible: el nivel y calidad de educación al que la población tiene acceso, pues el aparato educativo no ha realizado la tarea de promover entre la población el reflejo mecánico de la confirmación, sino en cambio el aprender memorísticamente, lo que le permitirá al educando la promoción de nivel, sin que la reflexión objetiva y crítica en torno a la información a la que accede sea parte de la ecuación.
Entonces las condiciones están dadas para poder así engañar a la población, cuando esta favorece el que dirán, es decir, “…el dicen, que dicen, que quizá dijeron, que quizás dijeron, que quizás pasó…”, lo que a vistas de la población es la verdad inobjetable porque simplemente todo mundo así lo afirma.
Es decir, existe acá un vicioso circulo favorecido por los sectores que promueven la desinformación, pues los favorece, por lo que hacen lo que se encuentre a su alcance para que este recurso sea además practicado por la población, que es la receptora de este desleal y amoral medio de manipulación.
Todo se reduce a lo afirmado por el padre de la moderna manipulación: Joseph Goebels, ministro de propaganda nazi que en su día recomendará: “…repite una mentira como verdad cien veces, y lo será…”, y que aplicó utilizando la radio y el cine en aquel momento, dirigiendo a la población de la culta pero resentida y por tanto enardecida población alemana, con un abanico de mentiras que aquella acepto incluso después de la caída del régimen, cuando los mas fanáticos negaron los crímenes cometidos, lo que aún en la actualidad los revisionistas siguen haciendo, mientras alaban los supuestos logros de los nazis.
Un día antes de su suicidio junto a su mujer y el asesinato de sus hijos afirmó: “…los alemanes son los responsables de esto, ellos nos eligieron, ellos nos dieron el poder…”, una de las últimas afirmaciones del tristemente célebre ministro nazi, luego de lo cual solo aguardaba el infame asesinato de sus cinco hijos, como su cobarde suicidio.
Y es que el desinformante no solo es un manipulador, es también un cobarde que se vale de las desventajas de aquellos a los que manipula, y como a aquellos, también le aguarda un fin desventurado.