Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
Jesús y Calixto Alas aún no pueden creer como salvaron sus vidas y la de sus familias. “Misericordia de Dios”, opinan, cuando narraron los acontecimientos del jueves 29, a las once de la noche, cuando recién habían conciliado el sueño de las preocupaciones por la falta de empleo y la precariedad económica que les generó la cuarentena del COVID-19, mientras la fuerte lluvia azotaba sus humildes casas de láminas.
El escenario es desolador la tierra tiene una consistencia de lodo pegajoso, que envuelve troncos de grandes árboles, rocas, y las pertenencias de los habitantes de la comunidad Los Angelitos II, y apenas se logran distinguir bicicletas, zapatos, ropa y utensilios de cocina o de cultivo. La zona se encuentra sin energía eléctrica, sin agua, y hay que remover cuatro kilómetros de escombros y tierra, para que estas familias vuelvan a “normalizar” sus vidas.
“Había muchos truenos, rayos, relámpagos y la lluvia hacían mucha bulla, así que, eso confunde de lo que podía estar pasando en ese momento afuera, pero comenzó a temblar la tierra allí si, salimos el agua nos llegaba arriba de los pies y alcanzamos a ver a un vecino que se tiró al agua para rescatar a una muchacha y el niño que llevaba en brazos pero no se pudo hacer nada los dos murieron. Aquí, en mi casa una gran cantidad de agua, los troncos de grandes árboles y las piedras pasaban por esta quebrada seca, y al otro lado teníamos una vereda y también pasó de todo y hasta más ancha quedó ese camino, y esta quebrada seca ahora tiene agua y supongo, que es una vertiente natural que se destapó y ahora suelta el agua”, explicó Calixto.
Sobre los riesgos y vulnerabilidades que existen en el territorio nacional y en estas zonas en específico, se pronunció la Mesa Permanente por la Gestión de Riesgo (MPGR), que han reiterado la “falta de planificación ordenada del territorio por parte del Estado salvadoreño”. Así como, la prevalencia de los intereses económicos, por sobre los derechos de integridad y seguridad de numerosas familias salvadoreñas.
La MPGR considera que la vulnerabilidad que se transforma en desastres de gran magnitud, debe ser atendida por Gobierno, creando estrategias de trabajo en materia de prevención y frenar el otorgamiento de permisos ambientales, que llevan al riesgo a numerosas familias que no cuentan con suficientes ingresos económicos para aspirar a una vivienda digna.
Jesús, un joven que trabaja en la construcción, tuvo que migrar de su antigua colonia, por problemas de delincuencia que le costó su motocicleta, el dinero de su salario, su teléfono y el riesgo de violencia física. Por lo que decidió migrar hacia Los Angelitos II, junto a su compañera de vida y su pequeño hijo, de dos años.
“Mi niño estaba abrazando su peluche, estábamos en la cama, cuando comenzamos a escuchar el estruendo y la tierra comenzó a temblar y sonaba toda mi casa de láminas, cuando lo agarré y salí corriendo, llevaba el agua un poco más abajo de mis rodillas. Y fueron un par de árboles grandes y una rocas que estaban acá, las que nos salvaron que nos fuéramos con todos y los escombros que venían de arriba. Me llevó el baño, y un pequeño patio, solo nos dejó la casita, pero fue terrible. Y sin empleo, esto es más preocupante, pero no me puedo ir de aquí, han dicho que FONAVIPO, dará viviendas a quienes se anoten en una lista, pero quisiera saber a dónde nos llevarían, está difícil la situación”, sostuvo.
Michelle Sol, ministra de Vivienda, en su cuenta de twitter, quien afirmó que tenía la orden presidencial de reconstruir 135 viviendas dañadas y otro número que resultó con graves afectaciones a la estructura de las viviendas, que significa un aliciente para miles de familias que resultaron damnificadas por el deslave de El Picacho, zona norte del volcán de San Salvador.
No obstante, la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima (FUNDASAL), reportó para 2019, que del 1.7 millones de hogares salvadoreños, el 1.3 cuenta con algún tipo de carencia o déficit habitacional. Es decir, el 91 % de la población salvadoreña habita con temor al desalojo o sin título de propiedad de la tierra. Que son personas que trabajan y ganan menos de dos salarios mínimos. O sea, forman parte del 80 %, del déficit habitacional. En el albergue municipal, establecido en la Escuela José Matías Delgado, en el casco urbano de Nejapa, Mariano de Jesús Barrera, está junto a su esposa, desde el viernes 30, su esposa entre lágrimas solo alcanza a decir, “estamos traumados todavía por lo que pasó en los Angelitos”. Mariano agregó “estábamos oyendo la gran tormenta que caía, cuando un estruendo y un temblor aflojó todo el suelo, cuando salimos ya no estaba el servicio, un gallinero que tenía 35 aves de corral, una docena de láminas nuevas para la casa, el cerco y mi hacha, piocha y otras cosas. Fue rápido y toda esa agua llevaba una gran fuerza, salimos como pudimos con el agua por las rodillas. Nos han ofrecido una casa FONAVIPO, dicen que será en otra parte, porque ya no quieren a la gente ahí donde estábamos. Y dicen, que CAESS ha dicho que si es así, no pondrá otra vez el alumbrado eléctrico, porque si, que les botó todos los postes, no sabemos si es incierto todo, lo único que se, es que nos quedamos sin casa”, manifestó.
Miguel Ángel Maldonado es la persona desaparecida que aún buscan en la zona, el ministro de Gobernación, Mario Durán señaló que permanecerían en la zona, para remover los cuatro kilómetros de escombros del lugar y las comunidades. “Seguiremos con tareas de búsqueda y rescate, nosotros buscamos a las personas desaparecidas y es pareja de la señora que encontramos ayer, fallecida (viernes 30), es la única persona que nos queda en la lista de desaparecidos. Por el momento no han sumado más a ese número, tenemos Unidades Caninas en la zona baja por el centro de Nejapa, que es un tramo de un kilómetro. Y los reos en Fase de Confianza, serán quienes remuevan los escombros y colaborar junto al equipo del FOVIAL y MOP”, explicó el funcionario.
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