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Devanándose los sesos

Jesús Ramírez*

Solo devánese un poco los sesos y piense en que los partidos políticos de nuestro país son empresas que contienden entre sí para ganar el mejor negocio de un país, viagra que es administrar los fondos de todos, ya sea que estos provengan por recaudación pública, donación,  préstamos y otros más.

Si lo traducimos a números anuales esta empresa o partidos políticos tiene un capital que inicia con el presupuesto de nación que es de unos 5000 millones, dejando a un lado y sin restarle importancia los millonarios préstamos que cada uno de nosotros terminaremos pagando, más el capital de cooperaciones, más la negociación y venta de bienes estatales y otros más. Póngale usted la cifra que quiera, súmelo todo y medite…. ¡bueno!!! ¿Verdad?.
Estructuran tal cual empresa, y más que partir de una ideología, filosofía o la verdadera construcción de un modelo de mercado más justo, o simplemente hacer su trabajo que es administrar bien el dinero del pueblo a cambio de sus jugosos salarios y prestaciones, dejando a un lado los ya conocidos peculado o sea saqueos, robos, la poca eficacia en sus proyectos aunado al enriquecimiento ilícito.

Parecieran estar empeñados en la varita mágica del mercadeo y la publicidad, la cual puede convertir un sapo en príncipe, sin referirme a nuestros políticos, o convertir a un grupo de la población en fanáticos.

Diseñan estrategias de mercado, encuentran las connotaciones preferidas por las mayorías y con estas modelan sus eslogan, aplican el neuro-marketing para reducir su margen de error. Y acertar en los colores, vestimenta y frases preferidas por todos.
Como resultado además de convencer y asegurar la compra de su producto que no es más que ilusión, humo colorido que se desvanece con un ventarrón, el cual lo pagamos a pocos centavos pero a mucho valor por medio del sufragio.

Ademas, se meten en nuestros cerebros de una forma violenta, nos convertimos en sus fanáticos seguidores, creemos que en estos mercaderes está la solución de nuestras vidas, de nuestro progreso, de nuestra libertad, de igual forma en la que creemos y sentimos que la felicidad está en la coca.
Nos molestamos con el de la camiseta y pensamiento contrario, el empresario amenaza o despide a la persona sin importar el beneficio que esta aporta fuera de su preferencia política; nos garroteamos entre los de la derecha y los de izquierda aunque todos seamos hermanos en comunión del gran capital, adoradores fieles del poderoso mercado y bienaventurados consumidores de la publicidad. Todo en consecuencia por el abuso del marketing que es pagado por nuestro propio dinero a las grandes empresas de comunicación.
Sépalo, la próxima vez que se moleste porque otro no piensa igual que usted, no se culpe, es un sentimiento que le ha implantado el sistema por medio de la publicidad. Si termina garroteado después de una contienda política, culpe a los que le colorean la publicidad y siéntase contento que las empresas y marcas de su preferencia siguen prósperas.

*Ocurrente  Colaborador

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