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En el Día del Médico

Dr. Roberto Tobar

Quiero dedicar estas líneas al gremio médico ya que este Julio es el día del Médico.

Cuando iniciamos nuestra formación médica no dimensionamos los alcances de cuál sería nuestra función, ya que representa un cambio de vida, y ante esto nos debemos preguntar ¿Hemos pensado bien en lo que ha de ser nuestra vida como médico? Ante esta interrogante, sabemos que tendremos que renunciar a la vida privada; mientras la mayoría de los ciudadanos la pueden tener, terminada la tarea del día, nuestra puerta quedará siempre abierta a todos, a toda hora del día vendrán a turbar nuestro descanso, ya no tendremos el mismo tiempo para dedicar a la familia, a la amistad o al estudio, ya no perteneceremos a nosotros mismos, perteneceremos a la humanidad, todos los que trabajamos en esta grandiosa profesión debemos ser nobles, ser honestos, ser generosos, ser comprensivos, ser investigativos, identificarse con el dolor ajeno, conmoverse ante una lágrima, ser solidario con el que sufre, con el incapacitado; por eso el enfermo busca en el médico, una mirada afectuosa, un oído atento, que le escuche sus penas; una mano fuerte, que se le tienda para recibir calor, una palabra de aliento, que alimente su esperanza, una actitud fraternal, que le sirva de asidero para seguir luchando.

Nosotros los médicos nos desenvolvemos en medio del llanto, del sudor, de la sangre, del dolor, de la locura, de los gritos, de la desesperación, en ese espantoso escenario dantesco, que puede ser cualquier servicio de emergencia de cualquier hospital y/o servicio asistencial de las redes de salud.

La misión tradicional del médico es aliviar el sufrimiento humano, que se puede expresar de la siguiente manera: Si puedes curar, cura, si no puedes curar alivia y si no puedes aliviar, consuela. Ante todo este clamor de la responsabilidad médica quiero traer un pasaje clínico que es muy ilustrativo sobre la actitud médica para con nuestros pacientes: Podemos Imaginar a un colega médico cirujano operando y que es interrumpido para comunicarle algo ajeno a la cirugía pero le tienen que comunicar que su padre acaba de ser ingresado en el mismo hospital, el cirujano se da por enterado, pero sigue operando; no deja el bisturí ni se lo cede a su más preparado ayudante, él sabe que la vida de ese paciente está en sus manos, en ese momento, él es el más preparado para que siga adelante la operación, el estómago del paciente está abierto y hay que seguir, él sigue la operación, pasa el tiempo y hay una nueva interrupción, doctor, su padre que también es médico, acaba de morir, el cirujano sigue operando y dijo: El señor que está encima de la mesa de operaciones no tiene ninguna culpa de que mi padre haya muerto, su padre le había inculcado que lo primero y lo último siempre es el paciente; todos los que hemos estudiado esta carrera, lo hemos hecho por ser una profesión que ostenta los grandes principios que están recogidos desde hace más de dos mil años, en el Juramento Hipocrático, por ser eternos y universales, pero hay que reconocer que hoy en día, están un tanto diluidos y desdibujados por la propia realidad social, y es que, si bien debemos admitir que no es fácil llegar a ellos plenamente, pero sí al menos, el poder tenerlos siempre presentes en nuestro horizonte profesional, tal vez sea ya un gran logro y debiera ser un objetivo irrenunciable. Uno de esos principios es a) La Generosidad, todos sabemos que trabajamos con instrumentos imperfectos y con medios de utilidad insegura, pero con la conciencia cierta de que hasta donde no puede llegar el saber, llega siempre el amor, b) Los principios morales, este principio debe ser el motor de nuestra actividad profesional, y admitiendo que en mayor o menor medida, siempre se hallarán cuestionados o amenazados desde la propia realidad social, c) La defensa de la dignidad humana, todos sabemos que no existen fronteras para el médico; su pasaporte es universal, carece de caducidad y tiene una sola nacionalidad, la humanidad d) El Entusiasmo que se manifiesta a través del estudio y actualización del conocimiento pues la medicina crece más deprisa que nosotros mismos, e) El humanismo médico. Todos los trabajos suponen cuotas de poder social, y el médico sin duda, lo posee en mayor grado, administrar ese poder con responsabilidad es tarea de todos, recordando siempre que es un poder “prestado”, y que hay que devolverlo en forma de servicio y con generosidad, evitando los abusos o borracheras de poder, por ello el servicio que se le preste a un paciente debe tener una característica de ser con un trato humano, esto fue en mi aprendizaje lo que me hizo reflexionar más, debido a que una palabra amable hace a veces más que un fármaco.

Si analizamos que cuando un médico especialista u otro médico del sistema sanitario, sea de la categoría que sea, cuando tienen ante él un enfermo, su principal función es de ayudarle a oírle cuál es su dolencia y así aliviarle el dolor en todo cuanto puedan, curarlo o salvarle la vida, no de dañarlo.

Quiero terminar este mensaje con la siguiente frase célebre

“La vida es una obra de teatro que no permite ensayos; por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida… antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.

Charles Chaplin

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