José Flores
@DiarioCoLatino
Durante la mañana del 14 de junio el ISRI celebró el día del padre, para las personas adulto mayor que resguarda, presentando puntos artísticos, comida y sus respectivas atenciones.
Voluntarios de atención, psicólogos y médicos corren de un lado a otro, ayudando al paso de bastón y silla de ruedas de los adultos mayores albergados en el Instituto Salvadoreño de Rehabilitación Integral (ISRI) “Sara Zaldívar”. Del área de terapias, cocina, dormitorios, lavaderos, todos los ancianos reunidos danzando, manos, ojos y boca al compás de las cumbias que ambientaban la celebración.
Son 226 los albergados en la institución, según el director del “Sara Zaldívar”, Juan Aparicio. “Hay que recordar que todos o la mayoría de las personas, que atendemos están acá por problemas sociales o familiares”, agregó el directivo, pues la situación de muchos es de abandono por parte de sus tejidos sociales.
Graciano Rivas tiene 73 años de edad y un año y medio de habitar en el ISRI, mientras las luces de colores, la máquina de humo y la música en vivo adornaban el salón del Sara Zaldívar, comentaba con pesar: “yo tengo 5 hijos, pero, no los veo desde hace tiempo, tuve problemas con cónyugues y ellos se fueron a Estados Unidos, allá viven”. Menciona que la celebración no es lo mismo compartirlo con la familia, pero, comenta que es gratificante recibir ese estímulo emocional y el sentimiento de apoyo moral y material por parte de personas que velan por su bienestar.
Según Aparicio, esta celebración, junto con el día de la madre, son fechas exclusivas en las cuales ellos salen de sus rutinas institucionales. “Lo que tratamos es que su estancia sea como el de sus sociedades, donde ellos siempre pudieron disfrutar de una celebración como la del día del padre”, agregó.
Y es que estas rutinas son desgastantes para muchos, según Ricardo Martínez, psicólogo del ISRI, pues su situación sanitaria, psicosocial y afectiva les obliga a un estilo de vida rutinario; es decir, reciben su atención, interactúan, comen y duermen. Además, “el convivir entre ellos, con personas en la misma situación que tu vuelve las rutinas más complicadas; todos requieren y solicitan atención”, agregó el psicólogo.
“Aquí nos encontramos de diferentes caracteres y diferentes edades, ese ambiente es difícil asimilarlo. Estamos obligados a aprender a convivir”, comenta Graciano. Sin embargo, comenta que el apoyo que se les brinda es bastante completo, mientras tomaba su plato de pastel, pidió el micrófono y declamó un poema para cerrar parte de los espacios artísticos.