Óscar Sánchez,
Investigador e intelectual
La diagnosis y prognosis son dos términos griegos que tienen un componente léxico común: Gnosis (diagnosis, diagnóstico, prognosis) cuyo significado es conocimiento. La diagnosis o diagnóstico contiene el prefijo “dia” que en griego significa “a través de”. Diagnóstico significa entonces “a través del conocimiento”. Antiguamente no era término médico, sino que sólo indicaba la capacidad de reconocer. No fue hasta el Renacimiento que se especializó en sentido de entender la causa de enfermar.
La palabra prognosis se hace acompañar del prefijo “pro” (antes, delante) y “gnosis” (conocimiento). Significa prognosis, entonces, “conocimiento anticipado de algún suceso”.
La estrategia sanitaria alternativa a la cual nos referiremos en este escrito es a la promoción de la salud. La promoción de la salud como proceso conlleva, por lo tanto, una diagnosis y una prognosis. La promoción de la salud, refiere entonces a una lectura o un conocimiento sobre esta estrategia, así como una prospección, proyección de futuro o rumbo que ésta tomará en el tiempo.
La Carta de Ottawa para la promoción de la Salud (Canadá, 1986) la define como el proceso que permite a las personas incrementar el control sobre su salud para mejorarla y que se dedica a estudiar las formas de favorecer una mejor salud en la población… La promoción de la salud permite que las personas tengan un mayor control de su propia salud. Abarca una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales destinadas a beneficiar y proteger la salud y la calidad de vida individuales mediante la prevención y solución de las causas primordiales de los problemas de salud, y no centrándose únicamente en el tratamiento y la curación (OMS, 2016). El término fue incorporado al discurso de la medicina y la salud pública a mediados del siglo XX.
El interés por la promoción de la salud hace necesario revisar los antecedentes que le dieron origen, teniendo como marco histórico el desarrollo de la salud pública señalando los hechos más relevantes con relación a los elementos esenciales de la promoción de la salud.
Las creencias primitivas sobre cómo mantener la salud y prácticas para evitar enfermarse, como el uso de amuletos, talismanes, hechizos han existido y persisten aún en muchas culturas, el uso de pulseras magnéticas, fetiches, semillas en las muñecas de los niños, el uso de colores como el rojo utilizado para conservar la salud como bien preciado.
En los tiempos de los griegos la higiene tenía una connotación más amplia, a Hygia se le reconocía como diosa del arte de estar sano, Panacea era la diosa de las medicinas y de los procedimientos terapéuticos. El balance entre Panacea e Hygia se rompió con la supremacía de lo curativo sobre lo preventivo. Con los romanos se tuvo una visión más realista de la salud, menos contemplativa, pero se conservaron principios higiénicos tomados de los griegos y egipcios. Apareció una concepción más amplia de salud “mente sana en cuerpo sano”.
Una de las grandes contribuciones del imperio romano fue el sistema sanitario y la construcción de los famosos acueductos a partir del siglo III de nuestra era, lo que permitió traer agua desde fuentes lejanas para el consumo humano de los sectores dominantes principalmente.
Durante el cristianismo se reaccionó contra el cuidado del cuerpo, y se exaltó el espíritu como principal elemento de la salud, se definió que la “higiene pagana” no podía preservar la salud y no eran necesarias dietas ni ejercicios, sino los bautismos.
La contribución de los árabes fue muy importante para la medicina, hubo cirujanos y terapeutas. En los tratados árabes del siglo XII se consignan consejos sobre la guía de la salud personal, relación de la salud con el aire libre, relación entre salud física y mental, prioridad sobre la moderación.
En la Edad Media fueron muy pocos los avances en higiene y salud pública, experimentando epidemias que diezmaron a la población; debido a la peste o muerte negra, surge la cuarentena como única medida válida de protección de la salud.
El Renacimiento, contrario a lo esperado, no se caracterizó por grandes avances en la conceptualización de la salud, ni por innovaciones en la salud pública. En medicina se destaca el humanismo de Paracelso. En la historia se registra a Girolamo Fracastoro, considerado como el primer epidemiólogo, por su interés en las enfermedades epidémicas y los mecanismos de transmisión.
En el siglo XVII se registran importantes avances en la medicina, no así en la promoción de la salud y la salud pública. El descubrimiento más trascendental fue el microscopio y el reconocimiento de seres vivos como causantes de enfermedades. Se inician las bases de la bacteriología y de la microbiología.
El siglo XVIII marcó grandes cambios, se realzó la importancia de la salud física y mental para el individuo y la sociedad. Se impuso una corriente absolutista, autoritaria, que consideraba que la protección de la salud debía ser hecha por el Estado autocráticamente, por medio de leyes y regulaciones coercitivas.
El siglo XIX fue de gran riqueza en adelantos científicos, tanto en medicina clínica como en microbiología, patología, fisiología y medicina preventiva. A mediados de este siglo es cuando surgen los conceptos de medicina social y la toma de conciencia sobre las relaciones entre el estado de salud de una población y sus condiciones de vida. El máximo representante de esta época, considerado el padre de la medicina social, fue Rudolf Virchow quien entró -en 1882- en confrontación histórica con Roberto Koch sobre enfoques diferentes respecto a la medicina y la salud. En términos prácticos lo que Virchow propuso fue “empoderar a los grupos excluidos” y que “las causas fundamentales de la mala salud están en la sociedad y hay que luchar para cambiarla”…
El siglo XX tuvo como gran exponente a Henry Sigerist, defensor de la medicina social, atacó las tesis conservadoras de la sociedad médica americana, concibiendo las cuatro funciones de la medicina: Promoción de la salud, prevención de la enfermedad, restauración del enfermo y rehabilitación. Sigerist fue el primero en usar el término de promoción de la salud para referirse a las acciones basadas en la educación sanitaria, las acciones del Estado para mejorar las condiciones de vida, un sistema de instituciones de salud y de personal médico accesible para todo el mundo, responsable por la salud de la población, listo y capaz de aconsejar, ayudar a mantener la salud y su restauración cuando la prevención ha fallado, es parte del legado programático que propuso. El programa de salud propuesto por Sigerist consistió en: Una educación libre para toda la población, incluyendo educación para la salud; mejores condiciones posibles de trabajo y de vida para la gente; mejores medios de recreación y descanso y centros médicos de investigación y capacitación.
A manera de antecedente, a nivel nacional, la promoción de la salud fue adoptada por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social-MSPAS- en la década de los años 40 del siglo recién pasado (el MSPAS se crea mediante Decreto de Asamblea Legislativa con fecha 14 de octubre de 1946, siendo el primer ministro de salud, en 1948, el Dr. Eduardo Barrientos).
Para ese entonces, la promoción de la salud es concebida como educación para la salud bajo la responsabilidad de la división de educación higiénica, siendo su función principal dar respuesta a las necesidades de salud de la época, con enfoque curativo.
Durante el periodo 1947 a 1957 los educadores higiénicos debían ser maestros, ubicando su quehacer en el área escolar.
En el ámbito institucional, durante la década de los 60, se incorporó a la División de Educación Higiénica la Oficina de Relaciones Públicas. Como un hecho relevante en el año 1969 se creó el área de Promoción y Educación en Salud incorporada en la División Materno Infantil y Planificación Familiar; a su vez se contrató personal con el cargo de educadores en todas las regiones del país.
En 1979, se estableció la División de Educación para la Salud como apoyo a los programas existentes en el MSPAS.
En los años 80 con la propuesta de Atención Primaria en Salud se implementa el “Plan de Salud para Comunidades Rurales Marginadas”, el cual inicia con los Ayudantes Rurales de Salud (ARS), figura que evolucionó y que en la actualidad tienen el nombramiento como promotores de salud.
Así mismo se retomaron los compromisos adquiridos en la Conferencia de Alma Ata, con la declaración de “Salud para Todos en el año 2000”, compromisos que fueron retomados por los países participantes. A partir de las tres primeras Conferencias Internacionales sobre Promoción de la Salud se fortalecieron programas como Ayudantes Comunitarios de Salud (ACS), los Centros Rurales de Nutrición (CRN) y otros orientados a la participación comunitaria.
En el Diario Oficial del 22 de diciembre 1989 se identifica un presupuesto para este personal. Desde 1990 se cuenta con promotores de salud para brindar atención en salud en el área rural, principalmente en el cuidado de las madres, los niños y niñas menores de cinco años, promoviendo el desarrollo de saneamiento básico en los componentes de agua, letrinización y manejo apropiado de desechos sólidos. A partir de 1991 se integraron todas las iniciativas de salud comunitaria en el área rural; debido a los resultados favorables se fortalece la contratación gradual de promotores de salud como estrategia básica de atención a la población rural y periurbana.
En 1992 se inició el curso básico de promotores de salud, se incluyeron a las Organizaciones no Gubernamentales –ONG-, para las actividades de atención a la comunidad. En este contexto fue creada la Unidad de Salud Comunitaria como una estrategia para sistematizar los procesos en esta área y ampliar coberturas de Atención Primaria en Salud. En la segunda mitad de la década de los 90 se retomaron algunas iniciativas de salud implementadas a nivel internacional en el marco de las estrategias de espacios saludables, ejecutados en escuelas, mercados, centros penales, comunidades y municipios, contando con la participación activa de la población.
En la construcción de la estrategia de Municipios Saludables se evidenciaron experiencias que tienen como punto de partida las situaciones siguientes:
• Municipios que iniciaron sus procesos de mejoramiento de calidad de vida de la población, impulsando la estrategia de Espacios Saludables.
• Municipios que impulsaron esos procesos con una estrategia de desarrollo local.
• Otros, como algunos pueblos indígenas, que han mantenido procesos de mejoramiento de la calidad de vida de su pueblo, teniendo como marco de referencia su propia cosmovisión ancestral.
La experiencia de desarrollo local ha evidenciado que para incursionar en procesos de promoción de la salud es indispensable la organización y participación ciudadana y entender la promoción de la salud como un proceso continuo, en constante transformación para alcanzar el objetivo de lograr poblaciones saludables y empoderadas en la toma de decisiones relacionadas con su salud y otros factores que la determinan.
El Salvador es uno de los pocos países de Latinoamérica que cuenta con la figura de promotores y promotoras de salud a nivel rural, institucionalizado desde hace más de 30 años.
(Continuaremos en la próxima entrega)