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Diálogo en la nueva administración 2019-2024

César Ramírez
@caralvasalvador

Tarde o temprano la hora de la República se impondrá sobre la visión partidaria, me refiero al ineludible escenario de la “negociación política”, así sea con fuerzas adversarias: FMLN, ARENA, PCN, PDC etc., sector privado, instituciones (Iglesia, Ejercito, Oligarquía), fuerzas externas: naciones centroamericanas, continentales y extra continentales. Para impulsar cualquier reforma o proyecto nacional, la nueva administración necesita mayoría calificada, es decir 56 votos, condición que no posee. En relación a la economía nacional, los expertos coinciden en lo siguiente: vencimiento de la deuda, en los siguientes años será aproximadamente $2,400 millones de los cuales han sido aprobados $800 millones que deben obtener mayoría calificada; aunque otros aseguran que entre pago y servicios de la deuda la cantidad llega a $4,000 millones. La carga tributaria: nosotros y la República de Cuba somos los únicos del continente que no pagamos “impuesto al patrimonio”, fue eliminado por el presidente Alfredo Cristiani en 1994, después de haber estado vigente durante la administración del presidente Duarte, los cuales comprendían un rango entre 0.5% hasta 2.0% para personas naturales, sucesiones  y fideicomisos con patrimonios comprendidos entre 300.000.01 hasta 1.000.000.00; en el modelo actual algunos ciudadanos declaran pérdidas en sus rentas anuales, pero incrementan sus patrimonios (¿?), de aplicarse el impuesto sería a partir de una cantidad cercana a $500,000, lo cual es exclusivo de muy pocas personas. Pensar que ese decreto del presidente Duarte tiene fecha de 22 de diciembre de 1986. Fuentes gubernamentales, afirman que es necesario un ajuste a la carga tributaria, lo cual debe ser para este año de un aproximado de 17.9 %, en ascenso hasta llegar a 18.5 % en 2021.

Como si fuera poco el déficit fiscal (ingresos y gastos), implica un horizonte poco alentador. La nueva administración deberá impulsar sus proyectos y elevar el nivel de los servicios públicos, que por el momento hacen crisis (agua, seguridad, pensiones, educación, programas sociales etc.); en general estas realidades no podrán resolverse en los próximo cinco años, pero la negociación política puede acercar puntos de coincidencia así: abandonar la bandera política, desechar la campaña electoral para 2021, comprender que la nación tendrá pocas opciones si predomina el discurso : “amigo-enemigo”, lo cual hemos conocido durante décadas. Advertir una potencial crisis económica internacional, como en 1931 el Ing. Arturo Araujo solo gobernó nueve meses, pero le acreditaron el desastre económico. El diálogo no es la solución definitiva, será el principio de la racionalidad pública.

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