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De izquierda a derecha, en el municipio de Alegría, departamento de Usulután, los escritores salvadoreños, Edgar Alfaro Chaverri, Manlio Argueta y Álvaro Darío Lara. 31 de mayo de 2013.

Diario de un suicida que no fue…

Rosario Rivas

Redacción Co Latino

“Que el suicidio es un tema escabroso no lo discute nadie, pero ello no quita que la salud mental sea más que apasionante, sobre todo por aquello de la autoestima, ya que según sabemos, algunas personas tenemos la paciencia de Job, y nos sobreponemos a todo tipo de circunstancias; y otras, en cambio, somos como la mecha corta de un cohete silbador, que, al menor asomo de alguna chispa, explotamos por los aires”, así define el poeta Edgar Alfaro el suicidio, tema principal de su última obra.

Y agrega que “sabiendo que la hipertensión es altamente traicionera, debemos estar atentos a que la depresión y la ansiedad no nos ganen la iniciativa, y que, por lo tanto, debemos asumir estoicamente nuestro papel en la vida, y no sólo en la llamada tercera edad”.

Alfaro recomienda que se  debe  hallar la manera de invertir bien el tiempo, por ejemplo, salir a caminar, como por la cintura cósmica del sur, ser puntuales con nuestros medicamentos, y, buscar, en la medida de lo posible, un pasatiempo sano, como leer y escribir. Sobre todo, ahora, que la tecnología celular parece acaparar toda nuestra atención.

Precisamente, en la contraportada del librito artesanal “Diario de un suicida que no fue…” , el poeta y escritor salvadoreño, Rodolfo Herrera, brinda el siguiente comentario: “…

“Todos, alguna vez en la vida, nos hemos planteado la cruda posibilidad del suicidio; lo que sucede es que no todos nos atrevemos a admitirlo, ni a comentarlo, y mucho menos, a confesarlo por escrito. Sin embargo, a través del Diario de un suicida que no fue, Edgar Alfaro Chaverri nos permite acceder al enfoque, lírico existencial, de su propia experiencia…”.

Rosario Rivas ¿Qué es lo que motiva este libro? 

Bueno, en primer lugar, agradezco a Dios, a usted, y a Diario Co Latino, por la amable oportunidad que me conceden… Ahora, respecto a su inicial pregunta, la respuesta es: la vida; porque a través de ella, y a falta de riquezas, he tenido muchas singulares experiencias; de modo que, a raíz de mi intento de suicidio, en 1972, la vida me fue llevando, curiosamente, con mi total sorpresa y asombro, a la Literatura.

Obviamente, sé ubicarme como los gatos, y si bien, mi abuela materna me enseñó a leer y a escribir cuando tenía cuatro años, y que mis primeros textos datan de un año antes de que las venas de mi muñeca izquierda coquetearan con el agudo filo de un bisturí, ello no garantiza que, algún día, llegaré a ganar el premio nacional de Cultura, o, mucho menos, el premio Nóbel.

Créanme, suficiente premio ha sido recibir clases con el enjundioso historiador, don Jorge Lucifer Lardé y Larín, y, posteriormente, ya expulsado debidamente del Instituto Cultural Miguel de Cervantes, estar muy atento a las enseñanzas del filósofo, poeta y escritor, don Alfredo Betancourt, en el Colegio Salvadoreño Alemán.

Sin embargo, faltaba más; la vida… (como le vengo diciendo a usted, a los amables lectores, a la noble afición, y, a la feligresía en general, que es donde pululan mis innumerables detractores), me tenía más sorpresas reservadas, pues en la UES, tuve el privilegio de las cátedras sustanciosas, con los licenciados Miguel Ángel Azucena y Julio Iraheta Santos, y con el doctor Luis Melgar Brizuela. Asimismo, conocí a los poetas de los talleres literarios, Xibalbá, Patria Exacta, y, Cinconegritos. Eso sin contar las valiosas lecciones de la calle, la guerra y la cárcel.

¿A qué se debe el título de esta obra? 

A que, en 1972, y con catorce años de edad, estuve a punto de cortar mis venas. Claro, me arrepentí y prometí no volverlo ni a pensar. Gracias a dicha promesa logré soportar todo lo que se me vendría después.

¿Cuánto tiempo le llevó escribirlo?

Poco menos de un mes…

¿Con qué obstáculos se enfrentó para escribirlo?

Sinceramente, para escribirlo no tuve ningún obstáculo; creo que, a partir de El amate de la cancha, Dispersiones ontológicas, La chica del Uber, Estigmas, Huellas, Poética, y Apunte kamikaze, Diario de un suicida que no fue, ha sido para mi alma, como un masaje con final feliz.

No obstante, los obstáculos consisten en los costos de la tinta y el papel, (el alquiler del impresor es variable); aunque el mayor de todos es la comercialización, pues con las rodillas lesionadas es difícil andar para arriba y para abajo con la mochila cargada, y con el agravante de que la gente no suelta el celular; y otro, quizá el más cruel, es que me vayan a querer decomisar la venta, con el pretexto de que pudiera atentar contra el statu quo. A mi edad, sobrevivir es algo muy complicado; esa es la verdad

¿Qué espera de los lectores?

Que no se maten, pero, si optaran por el suicidio o por la eutanasia, yo no soy quién para juzgar a nadie. Porque de alguna manera, tarde o temprano, todos nos vamos a morir, pero la vida hay que lucharla como el noble desafío que es, los problemas y las preocupaciones van a quedar, y, como dice Sir Robert Baden-Powell: “Dejemos el mundo mejor de cómo lo hemos encontrado”.

¿Cuál es el mensaje, que, usted, como poeta y escritor, pretende dar a las nuevas generaciones?

Yo digo que no sólo a las nuevas generaciones, recordemos que la ignorancia es un mal general, como la depresión, el estrés y la ansiedad… Entonces sería: Amar la vida, y a partir de ahí, amarse uno mismo y al prójimo. Porque no se puede dar lo que no se tiene. Lógicamente, una vida plena debe desembocar en una muerte satisfecha. Es decir, si doy lo mejor de mí, aunque pierda, o me hagan perder, no habré sido derrotado. Como digo desde joven, lo malo es achicarse, y aún me sirve.

Y, finalmente: ¿Quién es Edgar Alfaro Chaverri?

Un escritor independiente, un librepensador, un soñador, un viejo solitario de ojos tristes, cuya única terapia ocupacional, es el teclado de la laptop; uno que aprecia más los abrazos que los aplausos… Un abuelo único en su especie. Un rebelde, sin más causa que morir con dignidad. Uno que cree en sí mismo, pero que no se idolatra. Uno que todavía sueña con ir hasta el cementerio de Montjuic, en Barcelona, para enflorar la tumba de su papá.

Pese a todo, y como dice Silvio Rodríguez: soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdonen, por este día, los muertos de mi felicidad.

Muchas gracias por la cordial atención.

 


Zombi

Sobrevivo en un cementerio

de veinte mil kilómetros cuadrados,

sin rosas, ni epitafio;

el dos de noviembre,

dura todo el año.

*Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

Noticias

Y a pesar de tanto amor

siempre morimos

que de no ser por las noticias

pensaríamos que es la única manera que hay.

Sirenas

Si nos hubieran recetado Sylvia Plath con loratadina

algunos poemas no serían dados por perdidos

y entonces no necesitaríamos lámparas ni fósforos

para buscarlos mar adentro

a lo mejor los encontraríamos en algún libro de bolsillo

irradiando luces negras junto a Charles Baudelaire

pero la búsqueda continúa sin descanso

y el fuego sobre el agua también quema

de momento el abrumador encanto de las sirenas incita a lograrlo.

Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

Resistencia

Amaneces a la gloriosa altura del humus

elevando entre el musgo tus palabras.

Obvio, desde acá,

cualquier atormentado bonsái

parece baobab en la distancia.

Pero tu sueño de grama no escampa

y al bambú de los caminos

ofrendas tu canción enamorada.

*Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

 Antivirus 

Algo muy malo acontece por el mundo,

gente sin motivos aparentes se suicida;

mientras yo, paupérrimo y abandonado,

aún me las ingenio,

para maquinar un nuevo poema de amor.

Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

Promesa vital (1972)

La tarde era un café caliente y amargo,

el afilado bisturí, sobre la almohada,

reflejaba el agua que escurrían mis greñas.

Desnudo, y sentado a la orilla de la cama,

sentí el fragor de la vida entre mis venas.

Por la ventana que daba al cielo,

escapó mi promesa, de no volverlo ni a pensar.

Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

Testigo de cargo

Ayer y hoy, tormentoso anochecer;

y mientras el calor gruñe de rabia,

(con la cola entre las patas),

me parece que la lluvia de abril

es algo mucho más profundo,

que un cursi poema de amor

por nuestra herida patria.

Cuando el silencio es testigo de cargo,

el poeta siempre llevará las de perder.

Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

 ¿Te querías matar?

Tenías veinticinco años, y zigzagueabas por el centro,

haciendo carambola con los bares de las esquinas,

donde las rocolas se bebían tu alma en las monedas

que, por una canción de amor, aventurabas generoso,

en niqueladas ranuras de podredumbre: A4-Sereno,

Q5-Quizá sí quizá no, F1-Mentira, S3-Tú con él,

L2-Melodía desencadenada, E-6-Ayúdame a olvidar;

y de ahí, luego de esa vorágine sentimental,

expresada a medias a través de las baladas,

salías peleando, incluso, con los parquímetros

que no te debían nada, asumiendo tragedias ajenas

que no te correspondían en lo absoluto;

entristeciendo tu frágil autoestima;

solitario, te hacías nada en plena calle;

pero sin pretender ocultar siquiera

ninguna de tus espectaculares metidas de pat…

Alma atormentada

No me busques a flor de tierra,

ni mucho menos a dos metros de profundidad;

búscame en el segundo piso del infierno,

en la séptima estancia del purgatorio

o en el cielo de Venus;

enfermo del corazón, como sabes,

son los únicos lugares a donde puedo ir;

pero si la impaciencia y la curiosidad

te agobian,

búscame en alguna biblioteca móvil,

sería lo ideal.

 

*Tomado del Diario de un suicida que no fue, de edgar alfaro chaverri, junio de 2024

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