Según el Post, el gobernante junto con ‘habilitadores cobardes’ como el senador Josh Hawley (republicano por Missouri) intenta cambiar lo que debería ser un procedimiento solemne pero en gran medida superficial, para ratificar la victoria de Biden.
El resultado podría ser una desvergonzada muestra de apoyo por parte de numerosos congresistas republicanos por borrar los votos de millones de estadounidenses y, quizás, el caos incitado por el presidente en las calles de la capital norteamericana, acota el rotativo.
A principios de diciembre, el jefe de la Casa Blanca publicó un mensaje en Twitter en el que anunciaba una gran protesta en el Distrito de Columbia el 6 de enero.
¡Esté allí, será salvaje!, tuiteó Trump en un llamamiento a sus partidarios para que vinieran a la capital con el fin de respaldar su campaña para anular los resultados electorales.
El hecho de que el presidente busque activamente estimular las protestas callejeras es un tema que preocupa a los funcionarios del gobierno capitalino, quienes basándose en el comportamiento de algunos de los partidarios de Trump en dos mítines anteriores, temen un brote de violencia.
Si bien las manifestaciones diurnas fueron en gran parte pacíficas el 14 de noviembre y el 12 de diciembre, la destrucción y el derramamiento de sangre estallaron cuando llegó la noche.
Durante el evento del 12 de diciembre, cuatro personas fueron apuñaladas y miembros de Proud Boys, un grupo de extrema derecha vinculado a la supremacía blanca y categorizado por el FBI como una organización extremista, fueron vistos agrediendo a los transeúntes.
Esto es demasiado para un presidente que aboga por el imperio de la ley y el orden, e igual de hipócritas son los miembros republicanos del Congreso, que planean presentar objeciones a la certificación de votos electorales para Biden.
Ellos citan acusaciones completamente infundadas, uniformemente rechazadas por los tribunales, de fraude electoral, y su objetivo no es, como profesan, garantizar la integridad de los comicios, sino más bien satisfacer los caprichos ‘de un posible presidente autocrático y pulir sus credenciales como leales a Trump para futuras elecciones’, agrega el periódico.
Sin embargo, ahora solo podemos esperar que el daño del caos que está incitando Trump no se extienda a las vidas humanas, concluye el Post.