a Farabundo, Luna
y Zapata.
Siempre que cuento
una historia
Que dicen que dicen
que estaba en el sur,
pero las señales de humo del occidente
lo hicieron volver.
Sé que anduvo
iluminando
en Guatemala,
Nicaragua y
El Salvador,
Pero el 1 de febrero
la muerte encontró.
Después del etnocidio
el Estado el trofeo
mostró,
era Fabundo, Luna
y Zapata
que los llevaban
al paredón.
Los exhibieron
como Cristo
para infundir el terror
en los pocos indígenas campesinos
que miraban la pasión.
Las balas sonaron,
el cuerpo murió,
pero su legado no ha muerto,
los llevamos en el
corazón.
Pues la lucha aún
sigue,
pues el obrero aún vive
explotación.
Ubaldo Ramos