Por Antoine Lambroschini
Berlín/AFP
El presidente ruso Vladimir Putin viaja este miércoles a Berlín para asistir a la primera cumbre en un año sobre el conflicto ucraniano con los dirigentes de Alemania, Francia y Ucrania, en una difícil reunión a la que seguirá otra igualmente complicada sobre Siria.
Este encuentro con Angela Merkel, François Hollande y Petro Poroshenko corre el riesgo de no saldarse con resultado alguno –es lo que temen los propios participantes–, mientras la aplicación de los acuerdo de paz de Minsk de 2014 está empantanada desde hace varios meses.
«Hay problemas sobre varios temas, el alto el fuego, las cuestiones políticas o humanitarias» dijo la canciller alemana en víspera de la cumbre.
«No podemos esperar un milagro, pero tal como están las cosas, hay que hacer todos los esfuerzos», dijo.
En la agenda figuran principalmente el respeto –bastante escaso– al alto el fuego entre fuerzas ucranianas y rebeldes prorrusos, la adopción de una ley electoral y la organización de elecciones en el este del país, bajo control de los rebeldes pro-Moscú.
Sobre estos temas, Rusia y Ucrania no dejan de lanzarse acusaciones mutuas. Poco después de anunciarse esta cumbre, ambos países se reprocharon recíprocamente violar los acuerdos existentes, lo que ciertamente es de mal augurio para la reunión de Berlín.
El portavoz del Putin, Dimitri Peskov, aseguró que «Kiev no hace nada» mientras que la presidencia ucraniana dijo esperar que la reunión de Berlín «impulse a Rusia a aplicar los acuerdos de Minsk».
Moscú, acusado de atizar la crisis armando y apoyando a los rebeldes, rechaza estos reproches y considera en cambio que le corresponde a Ucrania respetar sus compromisos con vistas a una creciente autonomía de la región del Este.
Peor que la Guerra Fría
«No tengamos expectativas muy elevadas con esta reunión» advirtió el presidente ucraniano Poroshenko en un encuentro con la prensa en Oslo.
A esta reunión a cuatro seguirá otra tripartita sobre el otro gran tema de tensión entre Rusia y Occidente: la guerra en Siria, con los bombardeos de Moscú para apoyar al gobierno, en especial en Alepo.
Según una fuente francesa, «se trata de enviarle a Putin el mismo mensaje sobre Siria: un alto el fuego duradero y un acceso humanitario», pues la anunciada tregua de algunas horas es considerado como un primer paso insuficiente por los occidentales.
Merkel, que tampoco espera un «milagro» sobre la cuestión siria en Berlín, dijo que el tema de sanciones contra Rusia en represalia por sus bombardeos «no puede eludirse en la mesa» de conversaciones.
Esta doble cumbre se celebra en víspera de una reunión de jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea que analizará el tema de las relaciones con Moscú, los bombardeos rusos contra Alepo y las sanciones impuestas a Rusia por el conflicto ucraniano y la anexión de Crimea.
Al no haber salida alguna en vista ni para Ucrania ni para Siria, el ministro alemán de Exteriores Frank-Walter Steinmeier opinó a principios de octubre que los tiempo actuales «son más peligrosos» que la época de la Guerra Fría, pues entonces «Moscú y Washington conocían sus respectivas líneas rojas, y las respetaban».
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