Por Wilfredo Arriola
No es tarea fácil, muchos lo persiguen, unos creen haberlo encontrado, otros asumen tenerlo y otros les parece indiferente llegar a tenerlo. Entre tantas valoraciones, el respeto es algo tan delicado porque, así como se puede luchar por llegar a ostentarlo por mucho tiempo puede ser perdido de inmediato cuando se cree por fin tenerlo. La pregunta es ¿el respeto de quién?
Somos muchas definiciones a lo largo de la vida, de niños nos guardaban el respeto los mayores de cuidarse de conversaciones de las cuales aun no estábamos aptos para poder comprenderlas, se decía entre líneas o de manera directa ¡cuida tu lenguaje, hay niños presentes! Se nos otorgaba el respeto por inocencia y en ese camino a algunos les obligan a mostrar educación. Luego, conforme se crecía, algunos querían tomar un rol más protagónico en su circulo social, en la escuela, en el vecindario, mostrando habilidades de liderazgo o mostrando sus cualidades más predominantes para así, ser catalogado de una manera diferente, otros en la comodidad de lo desatendido pasaban de largo, y simplemente se sentían bien con su pequeño circulo de amistades, pero ahí, incluso también se buscaba el respeto: a las opiniones, a la forma de comportarse al día a día y ser tomado en cuenta para las actividades de uso cotidiano.
Se conoció la frustración cuando no se aspiró a ello, cuando no se fue tomada en cuenta la palabra, los talentos o el simple hecho de no hacer acto de presencia y ser notado entre los grupos que existían. Unos sacaron partido de ello, crecieron en varias vertientes intelectual, artística, espiritual o deportivamente, buscaron entre la vida, las maneras de imitar personalidades y en esa búsqueda concretar la de ellos o con simpleza, imitarlas para parecer o ser más interesantes.
Hoy en día, la búsqueda sigue igual, en el trabajo, en la academia, siempre en el barrio o adonde nos situemos, esa búsqueda del respeto. Algunos creen que no se adquiere, se gana, no se regala como algún caramelo, se trabaja por ello, por actitudes, por sentido común, con responsabilidad, con argumentos, con delicadeza, con destreza, con humildad también, con orgullo, con valor, con mantener la palabra, por saber cuando opinar y también cuando callar. Cada palabra dicha nos acerca más a ello y también nos aleja cuando se ocupan de manera errónea. Las delicadas líneas que uno atraviesa para hacer de ello un puente o un precipicio. Lo otro, no menos importante, en cada momento uno lo apuesta, lo sigue manteniendo o lo bota. No se sabe qué ojos nos miran y qué ojos nos condenan, es totalmente cierto, pero la otra ineludible verdad, es la primera premisa de este articulo de opinión ¿El respete de quién? Saber responder esa interrogante nos hará tomar un mejor camino, hay personas que son dignas de mostrar un buen semblante para que se vuelvan nuestros aliados, y otras se les respeta por la simple condición de ser humanos y ya, ambas validas. Por las primeras se debe trabajar y por las segundas poner en practica lo trabajado.