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Dilma en la fase final de su dramático juicio de destitución

Por Damian Wroclavky

Brasilia/AFP

El Senado de Brasil inició este jueves la última etapa del juicio político contra Dilma Rousseff, que según todos los pronósticos, acabará con la presidenta fuera del gobierno.

En ese caso el mandato de Rousseff será completado hasta 2018 por Michel Temer, su exvicepresidente devenido en archienemigo, y que gobierna la mayor economía latinoamericana desde mayo, cuando la mandataria de 68 años fue suspendida.

«Declaro abierto las sesiones», dijo el presidente de la Corte suprema de justicia, Ricardo Lewandowski, que encabeza el proceso. Los senadores se transforman en jueces y deben dejar de lado posiciones ideológicas, partidarias y personales, añadió.

Los expertos coinciden en que sólo un milagro podría devolver al poder a la exguerrillera, acusada de maquillar las cuentas públicas.

Los sondeos indican una tendencia prácticamente irreversible en favor de la destitución, que requiere de una mayoría especial de 54 votos (dos tercios) de los 81 senadores. La votación final, en la que se definirá si se le impugna o no el mandato, se prevé a comienzos de la semana próxima.

«A lo largo de los más de 100 días de este proceso los senadores ya se formaron una opinión y no creo que haya ningún cambio en relación a la votación. Mi previsión es que habrá entre 59 y 61 votos a favor del Impeachment», dijo el senador Raimundo Lira, uno de los que presidió la comisión que lanzó este proceso.

El juicio se inicia con testimonios de testigos de la defensa y la acusación de la presidenta. El lunes será la propia Rousseff la que tomará la posta de la defensa.

Un inesperado final

La destitución de Dilma es también un inesperado final de gobierno para el emblemático Partido de los Trabajadores (PT), la gigantesca fuerza de izquierda de Lula y de Dilma que asumió las riendas del poder hace 13 años.

Con los Juegos Olímpicos que se celebraron en agosto recién finalizados, los brasileños pudieron distraerse unos días de la recesión galopante y un creciente desempleo (más de 11 millones de personas).

El gigante sudamericano, que hace solo unos años estaba destinado a ser líder indiscutido de América del Sur, convalece además en medio de un masivo escándalo de corrupción que pone en aprietos a casi toda su clase política, tanto de izquierda como de derecha.

En el Senado, donde se decide el futuro de la mandataria, más de la mitad de los 81 senadores están señalados o investigados por causas de corrupción.

En caso de ser sentenciada, Rousseff quedará inhabilitada para ocupar cargos públicos por ocho años. Si es absuelta, esta economista de carácter estoico y que militó en una guerrilla durante la dictadura (1964-1985), recuperará su gobierno.

«Golpe de estado»

La mandataria insiste en que es «inocente» y denuncia ser víctima de un «golpe de estado» orquestado por Temer, del PMDB, quien fue su compañero de fórmula en 2014 para ganar la elección.

Rousseff recibió un país con el legado de una economía pujante que le dejó su padrino político, aupada por programas sociales como el Bolsa Familia reconocidos internacionalmente.

En los primeros años de gloria del PT, el país fue elegido para celebrar el Mundial de Fútbol (2014) y Olímpicos, los primeros en celebrarse en Sudamérica.

Pero ese boom económico que fue motor de crecimiento para la región comenzó a hacer agua durante el primer Gobierno de la exguerrillera. Y hoy ya es historia.

El descontento social creció, las movilizaciones al son de «¡Fora Dilma! se multiplicaron y la popularidad de la presidenta cayó en picada. Rousseff no logró dar el golpe de timón que el país requería para retomar el buen rumbo de la economía.

La tormenta perfecta estalló con las revelaciones de masivos escándalos de corrupción. El mayor y más sonado fue la gigantesca trama de desvío de dinero en la estatal Petrobras que le costó más de 2.000 millones de dólares a la petrolera.

Las acusaciones golpearon de lleno al PT y llegaron hasta el propio Lula (2003-2010).

Aislada, la presidenta vivió una suerte de destierro en el Palacio de Alvorada, la residencia oficial.

El cese temporal en mayo de Dilma Rousseff en el gobierno mejoró levemente la confianza en el gigante sudamericano, bajo el gobierno interino de Temer.

Pero los retos de Temer aún son gigantescos.

Con el desempleo en niveles récord, la inflación rozando los dos dígitos y un enorme déficit fiscal, la economía brasileña se contraería otro 3,27% este año, según el último reporte del Banco Central.

Muchos analistas advierten además que Temer no tiene la legitimidad que dan las urnas. Y muchos brasileños lo han puesto en la misma bolsa que Rousseff.

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