Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
La propuesta de reconversión del sistema de producción agrícola, presentada por el ministro de Medio Ambiente, Fernando López Larreynaga, en calidad de presidente pro témpore del SICA, ante la cumbre Global para el Clima, que desarrolló las Naciones Unidas (ONU) la semana anterior, ha causado el rechazo de las organizaciones ambientales de la región.
La supuesta transformación de los actuales sistemas productivos a un contexto de agricultura y ganadería baja en “carbono” y resiliente frente al cambio climático, a fin de recuperar los recursos hídricos y suelo de la región, que incluye a los monocultivos como caña de azúcar, palma aceitera y café, fueron calificadas por Carolina Amaya, ambientalista de la Unidad Ecológica Salvadoreña (Unes), como “contraproducentes a la realidad ambiental que vive El Salvador”.
Consideran que es contraproducente el planteamiento de un incremento de monocultivos como la caña de azúcar, la palma aceitera y la piña, pese a infinidad de estudios técnicos y científicos que dan cuenta de que este tipo de especies para su producción demandan importantes cantidades de metros cúbicos de agua, que es extraída por los empresarios privados que sin ninguna regulación acceden a los mantos acuíferos, o represan ríos, cuando es un bien natural nacional.
“Somos un país que tiene una grave crisis hídrica, incluso en los escenarios del mismo Ministerio de Medio Ambiente se plantea que para el año 2030 puede haber hasta menos del 80 % de disponibilidad hídrica, y la propuesta del funcionario es monocultivos que explotan gravemente las fuentes de agua, abusan por la carencia de una ley general de aguas y desplazan los asentamientos humanos del territorio, afectando sus vidas y solo para generar ganancias con el agua”, manifestó Amaya.
Asimimo, consideraron que otras propuestas de adaptación al cambio climático no son más que “falsas soluciones”, al explicar que proponer un proyecto turístico como “Surf City”, en la zona costera, deja en evidencia el bajo conocimiento sobre la situación de los asentamientos humanos y recursos naturales, que han sido impactados por el recalentamiento del océano.
“Las potencias del Norte (América) apuntan a que suba la temperatura 2 grados centígrados, cuando nosotros les decimos que eso no es viable. Porque, para ellos, dos grados centígrados se derrite la capa de hielo y van a hacer lagos para su turismo y les da igual; pero aquí (El Salvador), habrá más inundaciones, un incremento del oleaje; entonces, cómo se puede pensar en el proyecto de Surf City. Aquí preguntémonos: ¿Quiénes se van a favorecer con este tipo de proyectos?, porque esta propuesta no es para las comunidades que están siendo desalojadas de la zona costera por el aumento del nivel del mar, que según el mismo MARN ha informado que en los últimos 40 años la playa El Espino ha salido 144 metros y al Sur de Ahuachapán la playa se salió 200 metros, por el fénomeno Mar de Fondo, y se quedó así, no volvió a su cauce”, reafirmó.
El uso del agua en El Salvador, según datos oficiales, se concentra en un 52 % en la producción de caña de azúcar, la ganadería y los distritos de riego.
Mientras, el sector industrial utiliza el 3.75 %, turismo un 2.48 %, un 13 % del sector de hidroeléctricas, el 1.76 % para el sector acuícola y, para el uso doméstico, el 27.01 %; de este último, solo el 88.4 % de los hogares recibe el agua por cañería. Mientras, el resto (11.6 %), la extrae de pozos, ríos, ojos de agua, manantiales, quebradas, recolecta aguas lluvias o la compra de pipas.
Julio González, de MadreSelva Guatemala, considera que uno de los principales problemas que afectan al planeta se encuentra en cómo se distribuye la riqueza, al señalar que de la riqueza que se construye globalmente un 70 u 80 % va a la población más rica y el resto queda para todos los habitantes del mundo.
“Nosotros, como países del Tercer Mundo que solo aportamos mano de obra, también ponemos esfuerzo en la reproducción del Modelo Neoliberal, que quiere seguir reproduciéndose a expensas de los recursos naturales del planeta, para reproducir artículos insustanciales y desechables. Mientras, están llevándose el oro, el níquel, la plata, el antimonio, para fabricar cosas suntuarias (lujosas) y nos devuelven productos chinos, que no dan garantía de calidad”, expresó González.
Asimismo, consideró preocupante la “basura tecnológica e informática” que inunda a los países y contamina los océanos y la tierra, por la corta caducidad de los productos eléctricos que ofertan los mercados de consumo alrededor del mundo.
“Ahora, las impresoras tienen capacidad para 1,800 ó 7,000 impresiones y se acabó; a las computadoras cada año les cambian el procesador; o sea, están obligando al consumidor a cambiar los modelos cada año, y así pasa también con los teléfonos móviles. Cada año se producen toneladas de basura, porque estamos consumiendo de manera exagerada y, sobre esto, nos viene toda la basura del Norte, como signo de prosperidad, que con un salario mínimo devaluado podemos acceder a algo de marca de diseñador, aunque sea de segunda mano. Debemos cambiar ese chip de nuestro consumo, para dejar nuestra huella ecológica un poco menos contanminante; pero también asumir cambios radicales en nuestra forma de consumo, porque si no hacemos eso podemos predicar a otros, pero estamos haciendo lo contrario. Es necesario un compromiso social auténtico y convertirnos en sujetos políticos y exigir nuestros derechos”, puntualizó.